No podemos obviarlo

Apenas he escrito sobre el llamado “Caso Dina” ni sobre las denuncias de Calvente que, rápidamente, el aparato mediático de Podemos intentó atajar con los argumentos de que se basan solo en rumores y de que el juez “va a pescar”. Pero no podemos obviarlo más: el que fuera abogado de la formación morada lleva muchos meses alertando de mala praxis, y hace solo unos días anunciaba en su cuenta en Twitter que “no estamos ante la Gürtel o Filesa. Mucho peor” (La Información). Hay que dar tiempo y contar los temas cuando haya algo, no a cada paso, pero ya han dado los suficientes para que no parezca bueno.

Mucho han tardado

En Twitter, Facebook, Instagram o YouTube hay muchos (demasiados, a todas luces) agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil, algunos incluso con cargos relevantes, que opinan sin tapujos con argumentos propios de la extrema derecha. La creación de Jusapol solo fue la materialización de esta corriente preocupante, porque esa gente forma parte de las fuerzas de seguridad del Estado que sostenemos vía impuestos, va armada y siente cierta impunidad. Algo que hay que corregir. Así que, bienvenida la suspensión de empleo y sueldo a Alejandro León Atienza, más conocido en YouTube por Jandro Lion, un ultra.

¿Y si no hay vacuna?

Creo que la habrá, y creo que será eficaz. Quiero decir que creo que la vacuna convertirá al coronavirus en una gripe, con su margen de decesos aceptable en una sociedad avanzada (ya veremos lo que pasa en países en vías de desarrollo). Pero no está mal, sobre todo para prever el año que, calculo, todavía nos espera, leer la pieza en Magnet sobre cómo deberíamos enfrentarnos al coronavirus si fuera un mal endémico y, al final, cambiase nuestro mundo radicalmente. De momento, estoy seguro de que va a cambiar nuestra organización del curso y de los horarios familiares, por lo menos, otro año entero.

¿Otro año de “tiktokers”?

Hacía tiempo que no traía a esta columna un tuit de Alberto Elías, que tiene la habilidad de resumir en un puñado de caracteres lo que pensamos muchos. Esta vez también lo ha clavado: “Estoy pasándolo mal por todos los influencers que han vivido mucho tiempo cómodos en su zona de confort con las fotos y ahora se están viendo obligados a intentar aparentar que saben bailar o son graciosos en vídeo para seguir subidos a la ola. La nueva reconversión industrial”. Y si siguen las medidas que limitan el movimiento y los posados exteriores, van a tener que seguir con sus tiktoks, donde muchos están claramente descolocados.

¿Y qué?

Leo en Público que “la campaña para retirar a Juan Carlos I el título de rey emérito supera las 50.000 firmas”, y pienso: ¿y qué? Esas recogidas digitales de identidades no sirven para nada. Bueno, para algo sí: quien las promueve puede engordar una base de datos. Y si lo hace sistemáticamente, como los portales dedicados a ello, puede empezar a perfilar e-mails por intereses de su propietaria o propietario. En resumen: utilizan el descontento e incluso las desgracias para obtener información que luego pueden comercializar si has aceptado sin leer (como hacemos todos) las condiciones adecuadas.

No son ellos, somos nosotros

Me sorprendió leer este titular en Vozpópuli: “CC.OO. prepara protestas en Andalucía y costas españolas porque la hostelería ‘no cumple los protocolos’”, porque sigo pensando que, aunque haya hosteleros que se pasen todo por el arco del triunfo, en Andalucía como en Euskadi, creo que la culpa de la expansión del coronavirus en espacios de ocio es, sobre todo, de los clientes. Es fácil echar la culpa a las instituciones (les va en el sueldo), “la patronal” o hasta “las cloacas”, pero el virus se propaga flotando en la insolidaridad de la sociedad, el egoísmo individual y entre quienes piensan que las normas son siempre para los demás.

Vamos dopados

El fracaso de Sánchez es su ronda diplomática no es un fracaso político, es económico. Si Europa no apuesta por un Plan Marshall superlativo el dopaje financiero se acabará antes y, entonces, sí, vamos a pasarlo mal. Esto en El Confidencial no puede ser más elocuente, hasta la última palabra tiene mensaje, y en todo caso, negativo y pesimista: “La banca endurecerá el crédito a pymes y familias cuando acabe el efecto ICO. La ‘nueva normalidad’ de los bancos pasa por endurecer el crédito a empresas y familias. En el primer caso esperan una caída de la demanda y en el segundo una recuperación”.

Vox, contra los periodistas

Da la casualidad de que Antonio Papell es uno de los que, para mí, suman en Los Desayunos, pero aunque fuera uno de los que no me gustan denunciaría de igual manera el señalamiento que está sufriendo por parte de Vox. Él mismo le resta importancia en Twitter: “Era previsible que los medios afines a Vox, que veta e insulta a periodistas, empezarían una campaña mendaz y distorsionadora. No les valdrá de nada: acabarán aislados cuando los partidos decentes les den la espalda, como procede en democracia”. Pero es grave, porque Vox es un partido de ultras que no duda en marcar objetivos. Y eso es intolerable.

La vieja normalidad

El conocido como “caso Dina” me parece una filfa. Es, sobre todo, un autorretrato: el del político que señala cloacas para tapar miserias, paternalista aunque va de feminista, y que vendía nuevas formas, nueva política y transparencia absoluta… Y se acoge a pactos de partidos en el gobierno para no dar explicaciones. Pablo Iglesias se está sacando un selfie que va guardado en la famosa tarjeta SD que parece que sí tuvo y retuvo, que alguien intento destruir, que llevaba fotos personales (no necesariamente íntimas) y que sirvió para denunciar persecuciones que, por lo menos en ese caso, no lo fueron.

Airbnb nos toma por tontos y tontas

Pocas empresas más dañinas que Airbnb. Para empezar, por su venta falsa (ceder habitaciones que no usas a viajeros). Para seguir, porque nos enfrenta entre personas: dueños que se vuelven locos con su propiedad y que pierden el respeto a quienes fueron sus vecinos. Y para terminar, porque ha acabado siendo un business para inversores que montan un negocio de hostelería con varios pisos saltándose las obligaciones, generando molestias en comunidades y trabajos no siempre declarados para arreglar y abrir casas. Y ahora va Airbnb, y lanza la iniciativa de dejar propina extra (¿con comisión?) al “anfitrión”.

Qué hostia, Pablo, qué hostia

Si en Euskadi les ha ido mal en Galiza no les ha podido ir peor: Podemos se ha llevado el gran golpe político de la jornada electoral del domingo. Con Pablo Iglesias en una vicepresidencia, con 4 ministras y ministros, incluido el secretario general de IU, con todos los disidentes fuera de la cúpula del partido… Y así les ha ido. El propio Iglesias ha reconocido en Twitter que “toca hacer una profunda autocrítica y aprender de los errores que sin duda hemos cometido”. Pero la autocrítica hay que hacerla, no vale con anunciarla. Ese es el gran paso que tiene que dar Podemos. El problema es que nadie se lo cree. Y por algo será.

Pues Errejón tiene razón…

Íñigo Errejón ya se ha apuntado a hacerles la “autocrítica” a los de Podemos. No ha sido el único: Ramón Espinar también ha señalado la “expulsión sistemática” del “talento” como mal endémico del partido. Desde luego, si se refiere a su persona, Espinar igual también tiene que revisar algo sobre sí mismo. Pero, bueno, allá cada cual. Vuelvo a Errejón, que acusa a Iglesias de haber acabado con Podemos y haberlo convertida en IU pero cambiando las siglas. No le falta razón al fundador del partido morado: el camino de Podemos parece escrito desde hace mucho tiempo y algunos están leyendo el guión en voz alta.

¿“Satisfecha”? ¿En serio?

El descenso de Podemos lo ha capitalizado Bildu con holgura. El exiguo escaño extra del PSE es, claramente, un mal resultado. Los socialistas vascos apostaron por sacar perfil de gobierno, pero del gobierno español: el éxito y la gestión que vendieron fueron las de Sánchez… Y parece que la ciudadanía vasca no las ha comprado. En el PSE también tienen que reflexionar. Odón Elorza invitaba a hacerlo sobre su papel en el gobierno vasco de coalición (como si el discreto resultado no fuese culpa del de Madrid). Allá cada cual. Pero Idoia Mendia igual no puede intentar proyectar satisfacción… A menos que esté pensando en otra suma.

La suma y la resta

El bloque español, al que estoy dedicando esta columna, tiene que hacer una reflexión, en general, sobre su presencia en Euskadi: no dejan de caer sus apoyos y, además, aparece la radicalización en forma de escaño para Vox. Para mí, la importante es la siguiente suma… Y resta: el bloque del Gobierno Vasco (PNV + PSE) suma cuatro escaños. El bloque del Gobierno Español (PSOE + Podemos) pierde, justamente, cuatro escaños. Seguimos con las matemáticas: puede que Mendia desee que el CERA (que ya quitó un diputado al PNV para dárselo a los de Casado) no dé el último escaño de Bildu al PP para negociar con el PNV.

Mensaje del PP para el PP

Parece que Pablo Casado tuvo que transigir en Galiza pero pudo teledirigir en la CAV. Y el resultado salta a la vista: el moderado y el que esconde la marca del PP revalida su mayoría absoluta… Y el que defiende el mensaje tradicional del PP reforzado por un grupo de jóvenes más rancios que los predecesores de sus predecesores se hace la zancadilla y facilita la entrada de Vox. El PP se ha mandado a sí mismo un mensaje. Ahora solo tienen que leerlo. Pero está claro, a la vista de los resultados, que la ciudadanía vasca ya no espera nada del PP. La gallega, sin embargo, sí de Feijóo, que no es lo mismo.

Pero sigue siendo el Rey

Con dinero y más dinero, Juan Carlos I hace siempre lo que quiere, sigue siendo el Rey y su palabra, por supuesto, no la tumba la ley española. El amigo especial de Corinna actualiza el corrido mexicano en un pispás desde cualquier yate o palacio. Lo que está pasando en España con su exjefe de Estado es un escándalo de primera magnitud. Hasta el punto de que puso su residencia oficial (la Zarzuela) como dirección de referencia en una cuenta en Suiza después de recibir 100 millones de euros de una dictadura, como regalo, y traspasar 65 a una mujer misteriosa. Todo esto, en el ejercicio de su cargo.

Por supuesto

Alertan en La Información de que “limitar la inviolabilidad del Rey abre la puerta a la fiscalización de sus cuentas”. Correcto. ¿Qué hay de malo en eso? ¿No están todos los diputados y hasta concejales dando explicaciones de lo que tienen al acceder al cargo y al abandonarlo? ¿Por qué en el caso del jefe del Estado español es diferente? ¿Por sus gónadas? No es un improperio, es que son sus gónadas (y el machismo legalizado) las que eligieron al siguiente jefe de Estado español. ¡Por supuesto que hay que fiscalizar las cuentas de la jefatura del Estado! ¿Qué tipo de país es el que no lo hace? Pues eso.

El “centro-derecha”

En un país en el que al jefe de Estado se le permite cobrar y ocultar comisiones millonarias mientras fiscales, legisladores y jueces miran para otro lado, a la extrema derecha la llaman “centro-derecha”. Por lo menos, lo hace Carlos Iturgaiz que, en un medio que se dirige a ese público que se sitúa entre la derecha y la pared, reclama aunar todos los votos derechones (esto es cosecha mía pero estoy convencido de que se acerca más a la realidad) para que Vox no materialice ese escaño en Araba por el que pugna con el PNV. Ellos sabrán, pero la deriva del PP es preocupante: alimentó a la extrema derecha y ahora la dulcifica.

Un partido de aluvión

No tengo ni idea de si en Vistalegre III hubo “fraude y corrupción”, que es la acusación de “los críticos” en Podemos. Críticos a los que siempre representa el exdirigente de ese partido en Castilla-La Mancha, Fernando Barredo. Pero sí sé que estas críticas, esas corrientes internas, aquellas cribas de la directiva y los casos tan extraños como el de Pablo Iglesias ocultando una tarjeta de memoria con fotos personales de una colaboradora mientras denunciaba un robo, todas estas cosas, encajan perfectamente en lo que es Podemos: un partido de aluvión, de arrastre, en el que entra cualquiera, que luego Pablo Iglesias ya pondrá orden.

Un futuro de mierda

Como hoy es la jornada de reflexión, reflexiono. Y lo hago sobre una pieza en Ctxt sobre el futuro que nos vendían y el presente que pretenden que compremos: todas esas historias que, desde los años 70, nos alertaban de un mañana en el que las empresas sustituían a los gobiernos, de alguna manera, se han cumplido. De hecho, de la peor manera: “Uberizando” la economía e incluso con la pretensión de “uberizar” también los servicios públicos. Nos pagamos nuestra seguridad social y trabajamos para grandes empresas que ganan millones con rondas de inversión, en función de que otros ciudadanos tengan necesidades.

No podían faltar

Están bien alimentados con una doctrina que bebe de lo peor del pasado reciente en Euskadi, están amparados por los políticos que ya estaban en aquella época, y el domingo estarán de interventores y apoderados del partido que hace suyas las reivindicaciones y la lucha de los presos de ETA, así que, ¡cómo iban a faltar en la campaña! A algunos no se les secan las manchas de pintura en las manos cuando vuelven a pringarse otra vez: la tumba de Fernando Buesa ha sido atacada por pintura roja. La tumba, no el monolito. Ante hechos como este no vale hacerse el tonto y preguntar quién lo habrá perpetrado.

Estos, tampoco, claro

No, la vasca no es una sociedad enferma. El problema era que todos los enfermos, todos los sociópatas, encontraron algo que hacer durante 40 años y a alguien que, todavía hoy, les defiende. Lo de la sociedad enferma lo dijo Aznar… Y lo repite estos días Ortega-Smith cuando viene a hacer su campaña a Euskadi. Una campaña que, por desgracia, les va bien: Vox compite por el último escaño en Araba con el PNV. Un escenario inimaginable hace dos semanas, pero real: el fascismo español ha encontrado la rendija para colarse en el Parlamento Vasco, sin programa e insultando a los vascos. Pero ahí están: llamando a la puerta.

La sonrisa de Juan Carlos I

En España, la sonrisa de Juan Carlos I es un bien de primera necesidad. Por eso la cuidó Franco, por eso la han cuidado la mayoría de los diputados españoles, y todos los ministros y ministras, presidentes y vicepresidentes, por eso la ha cuidado la prensa española durante décadas, por eso, puede, solo puede, es una hipótesis, una elucubración, una idea que todavía no sé ni cómo se me ha llegado a ocurrir, la judicatura española mire para otro lado. Qué locura. Seguro que Juan Carlos I sonrió cuando leyó esta noticia en El Confidencial: “El retraso en la causa a Juan Carlos I deja prescrito el peor delito fiscal que afrontaba”.

Tan mayor y tan listo, y dice esto…

Me sorprende que un profesor de Ciencia Política no conozca una de las garantías más básicas de una democracia: el control mediático al gobierno. Cuando yo escribo sobre el vicepresidente dudando de sus declaraciones, como ahora mismo, estoy garantizando que haya un pensamiento discordante. Es la diferencia entre una democracia y una dictadura. Pero en el sentido contrario no funciona: la crítica política a un periodista, o peor aún, el señalamiento, es una práctica, de hecho, antidemocrática. Esto funciona así. ¿Puede cambiar, como sugiere Iglesias? Sí, pero entonces no será una democracia.

Ponte la puta mascarilla

El periodista Txabi Segovia lanzaba en su Twitter un mensaje conciliador, como él es: “Si antes caló el ‘yo me quedo en casa’ ahora es urgente que cale el ‘yo llevo mascarilla’. Los últimos rebrotes de Ordizia, A Mariña o Lleida demuestran lo importante de llevarla siempre. Por ti, por los demás. No cuesta tanto. Yo llevo mascarilla. ¿Te apuntas?”. Yo soy mucho más bruto: si antes caló el “quédate en tu puta casa”, espero que cale ahora el “ponte la puta mascarilla”. O el: “Déjate de putas excusas”. O el: “No eres más putomacho por no ponértela”. O el: “Este puto virus mata y la mascarilla salva vidas”. Me apunto, Txabi.