Diez mil féretros

Este tuit de Mikel Ayestaran es de los que hielan el corazón: “Rusia informa de la muerte de 9.861 soldados en 3 semanas. Tienen también 16.153 heridos”. Lo publicó hace unos días, así que puede que la cifra que reconoce el Kremlin sea hoy superior a 10.000. 10.000 personas que han perdido la vida solo en Rusia por una invasión innecesaria e injustificable (en todo punto). 10.000 familias que lloran la pérdida de un ser querido que, salvo el descerebrado seguidor de Putin de turno, estaría en el frente por obligación. 10.000 seres humanos que ya no existen por una sinrazón histórica que, sin embargo, sabemos que no puede vencernos.

Hostia, tú, qué risa

Umberto Eco estaría sorprendidísimo de cómo el mundo se empeña en darle la razón de semejante manera: Internet permite que todos los periodistas que están en Ucrania jugándose la vida para que sepamos cómo Rusia invade un país por el morro sean despreciados por una legión de imbéciles que, desde su sofá, redifunden los mensajes que los medios rusos emiten al dictado del Kremlin desde Moscú. Ya puede compensar el sueldo su infamia, entre otras, a Helena Villar, de Russia Today, que hasta se permite hacer chistes sobre quienes rechazan sus intentos de propaganda y se define como “agitprop ruso” en Twitter.

¡Pues claro!

Cuanto más dure la invasión rusa sobre Ucrania más féretros contaremos, más retuits a propagandistas sufriremos, más veces veremos en acción a los batallones de extrema derecha que combaten a los rusos, y escarnios o atrocidades cometidas por los invadidos, y más chorradas tendremos que aguantar de quienes critican que Zelenski se defienda con todo lo que tenga, incluida una ley marcial inevitable que también limita la acción de partidos, por pequeños que sean, que puedan tener una conexión con Rusia. Criticar eso desde aquí es una tontería como la URSS de grande, además de muy cómodo.

El problema es de todos, por desgracia

He estado tentado a escribir que si Isabel Díaz Ayuso convence a alguien con argumentos tan simples como el que han destacado en el Huffington Post el problema es de esa persona. Pero no es cierto: que las y los convencidos hayan sido la mayoría de las y los votantes madrileños ha hecho que el problema sea de todas y todos. Este es el famoso problema: “Cuando cayó el muro de Berlín, una gran parte de la sociedad quiso ver qué había al otro lado, donde habían estado gobernando socialistas y comunistas. ¿Qué había? La nada. ¿Qué hay ahora mismo en muchos supermercados de este país? La nada”. Esta es Díaz Ayuso.

Si Eduardo Garzón te calla así…

Uno de los economistas de cabecera de la derecha española es Daniel Lacalle que, además de analista económico troglodita, es tuitero: “El único que recibe beneficios caídos del cielo sin invertir ni crear empleo en energía es el gobierno, que recauda 11.000 millones de la tarifa”. Semejante chorrada ha sido bien respondida en Twitter por Alberto Garzón, economista de cabecera de la izquierda española: “El gobierno no recauda nada. Aprende a diferenciar gobierno de Estado. Es de primero de economía y de ciencia política”. Garzón es el mismo que proponía imprimir más dinero como solución a una crisis económica. Si te calla este…

Nos falla la memoria

“Hoy me he acordado de lo que me dijo José Moreno Torres, el último gudari, hace alrededor de 10 años: ‘Que no tengáis que pasar por lo que pasamos nosotros’”. Este sencillo tuit, escrito desde una cuenta que homenajea a Juan de Ajuriagerra, concentra la esencia de lo que nos está pasando: somos la generación que tiene acceso a más información y de la manera más sencilla y, al mismo tiempo, somos la generación que más rápidamente ha dejado que se desvanezca la memoria y el legado. Ante una pandemia nos hemos comportado egoístamente (sin hablar de los negacionistas) y ante una amenaza no hemos sabido anticiparnos a la guerra.

La maldad y el poder

Vladímir Putin es un ser humano malvado. Lo ha sido todos estos años en los que algunos hasta le han reído las gracias desde la política (de izquierdas y derechas) y desde el show business hemos permitido que se popularizara un “viva Rusia” en la televisión pública (hasta que en la privada cortaron las alas a alguno). Más duro que yo ha sido Antonio Martínez Ron en Twitter, y ha acertado: “La historia nos ha enseñado que un solo ser humano cargado de poder y estupidez puede arruinar la vida de millones de personas. Allá va Putin, derechito a ganarse un sitio destacado en el panteón de criminales ilustres”.

No a la idiocia

Es perfectamente compatible aborrecer la guerra, despreciar a los canallas que la apoyan, como decía Julio Anguita, y saber que el enfrentamiento armado es inevitable esta vez y que Europa tiene que ganar. Así de sencillo. Las panfletadas cursis y los señalamientos a la OTAN, a Biden o a la Unión Europea solo son propios de mentes adolescentes. Pero si vienen de partidos con responsabilidades de gobierno o de personas que tienen que tomar decisiones, estos brindis al sol, estos gritos tuiteados por la fraternidad de los pueblos trabajadores, estas llamadas al diálogo que no se hacen al teléfono de Putin pasan a ser ya graves por muy idiotas.

Las contorsiones

Hace solo unas semanas, Abascal y Buxadé ejercían de anfitriones ante los dirigentes de partidos, algunos incluso de países, de la extrema derecha europea. La tensión entre Ucrania y Rusia ya existía y se trasladó al hotel donde tuvo lugar la reunión de nazis, aunque de puertas para afuera todo debía de parecer una fiesta. Lo cierto es que Putin es el mayor antisistema y desestabilizador del mundo, y para lograrlo ha apoyado y ayudado a algunos partidos ultras. Enric Juliana era diáfano en Twitter: “El verdadero aliado de Putin en España es Vox. Toda la extrema derecha europea bebe de las fuentes ideológicas del neo-zarismo ruso”.

Lo que diga William. O no

William Serafino se presenta en Twitter como escritor, politólogo, Premio Nacional de Periodismo en 2019, diplomado superior en Estudios del Trabajo, autor de una tesis en Historia y capaz de difundir mensajes como este: “Seré breve: si no estás con Putin estás con los neonazis. Punto”. Este reduccionismo es muy del gusto de los que se concentraron en un hotel de Madrid gracias a Vox hace unas semanas, pero no del mío, lo siento. Y pese a sus 29.000 seguidores tengo que contradecirle: ni estoy con Putin ni estoy con la escoria neonazi. Tampoco estoy con quien me señala ni con quien intoxica.

La puta guerra

Emilio Morenatti nos está mostrando, con su habitual sensibilidad, la guerra que hay a dos pasos de la puerta de nuestra casa. Como Morenatti son muchos las y los fotógrafos, las y los cámaras y las y los periodistas que sobre el terreno se juegan el pellejo para mostrarnos que no hemos aprendido nada, y que para que siga fluyendo el gas a Europa y los astronautas estadounidenses sigan alcanzando la estación especial internacional, hemos mantenido a sátrapas al frente de gobiernos y ejércitos agigantados. La nuestra es una civilización de mierda y necesitamos que nos la muestren con toda su crudeza.

Les hemos dejado solos y solas

Los primeros días de esta guerra están siendo terriblemente crueles, por lo que la escalada puede resultar desgarradora: hemos visto a personas que huyen, que mueren y que se salvan de un bombardeo por los pelos, a familias que lo han perdido todo, a soldados heridos y a un tanque ruso pasar por encima de un vehículo ocupado en Ucrania salvajemente. Pero lo peor es la impotencia: hemos visto a una OTAN maniatada por una amenaza nuclear heredera de la guerra fría y a una UE que lo más duro que ha podido hacer es iluminar un edificio con los colores de la bandera de Ucrania, a cuyos habitantes hemos abandonado a su suerte.

Con nocturnidad y alevosía

Aprovechando que la invasión rusa sobre Ucrania ha aplastado también el resto de la actualidad, el gobierno de la Comunidad de Madrid ha reconocido que el hermano de Isabel Díaz Ayuso ha facturado más de 280.000 € por importaciones de material sanitario durante la pandemia, es decir, una cifra prácticamente igual a la que daba Pablo Casado. Quien ha reconocido el montante se ha aprovechado del cambio de telón que le ha proporcionado la guerra, pero también hay una buena carga de recochineo: solo con Casado derrotado y humillado han reconocido que la verdad la dijo el que se va y no la que se queda.

No lo entiendo

La puta guerra le ha venido bien a Pablo Casado para coger aire, lo que es un alivio para cualquiera que lo pasa mal viendo sufrir a otro ser humano, aunque haya sido un ser vil en lo político. Pero ni la guerra puede hormigonar la mazmorra del PP que ha quedado a la luz, con algunos detalles mezquinos que tienen más importancia de la que parece: “Ángel Carromero deja el PP: ‘Ya nada tiene sentido’”, leemos en El Plural. No lo entiendo: no entiendo a quienes abandonan la militancia en un partido cuando se agotan sus expectativas de tener un sueldo gracias a esa misma militancia. Igual soy un romántico. O un viejo.

La importancia del periodismo

Ayer, mientras la guerra azotaba a Ucrania y escocía en toda Europa, y mientras los titulares sobre el desastre en el PP luchaban por no caerse de las webs, Radio Euskadi emitió un programa especial para celebrar los 40 años de la UPV/EHU. Lo hizo desde la Facultad de CC.SS. y de la Comunicación, que fue mi casa durante diez años. La celebración, el recuerdo a las primeras generaciones de periodistas (en la figura de Andoni Ortuzar, nada menos) y la reivindicación de la profesión sonaron igual de necesarias. Sobre todo, esta última: sin periodismo, sin periodistas, no estaríamos hablando de nada de esto.