«Felipe Juan Froilán de Todos los Antros»

Normal que el sucinto tuit de Carles Sànchez se haya hecho viral: rebautizar al nieto de Juan Carlos I como Felipe Juan Froilán de Todos los Antros, después de que le hayan pillado en una fiesta de lo más mórbida (un after ilegal, menores, cocaína rosa), es brillante. Como lo es el carrerón festivo del sobrino de Felipe VI, que no desperdicia ni un fin de semana. Porque puedes tener mala suerte, salir una vez, liarte (o que te líen) y que te pillen. Pero si son ya unas cuantas en las que policía y medios te cazan es que llevas en la mochila muchas más. Y si las llevas es porque crees que no va a pasarte nada. Y tiene razón: a él nunca le pasa nada.

Los otros Tamames

El acto político de Ramón Tamames no va producir nada salvo un poco de ridículo. Lo relevante es lo que piensan Tamames y otros como él: “El grito de guerra de Tamames, Fernando Savater, Juan Luis Cebrián, Andrés Trapiello o Félix de Azúa es ‘Pedro Sánchez, deja de poner su sucias manos sobre España’” (El Plural). Personas que, en su día, fueron referentes de la izquierda española y que han ido desplazándose a la derecha. ¿Por qué? Porque España es así. Cuántas veces me acuerdo del alcalde socialista de Getafe, Pedro Castro, que fue el que clamó: “¿Por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?”.

El padre político de Abascal

España es un estado fallido en el que sus motores económicos y sociales se quieren independizar, en el que el partido que tradicionalmente es de izquierdas mantiene a personajes que creen que es progresista abrir un macrocentro de refugiados donde hay políticas de asilo individualizado que funcionan, y en el que el que fue un referente del partido más conservador lo es, a la vez, en la extrema derecha: “El PP quiere a Aznar como antídoto a Vox: ‘Es el padre político de Abascal’”, leemos en El Independiente antes de recordar cómo aquel PP alimentó y sobreprotegió al que ahora es líder de los ultras.

Cualquiera es mejor

Doy por hecho que Ron DeSantis es ultraconservador en lo económico, lo social y lo moral, y que sus propuestas nos parecerán cavernícolas en Europa. Pero solo espero que gane a Donald Trump, cuyas relaciones con Putin no están claras pero sí lo están las que mantuvo con la extrema derecha estadounidense. Cualquier opción es mejor que la del ex presidente. Cualquiera. Y quien opine lo contrario, quien dude de que entre DeSantis y Trump no habrá tanta diferencia, que revise su percepción de lo que es un fascista, como aquellos que nos dijeron que Trump y Hillary Clinton en realidad eran muy parecidos.

Esto quiero verlo

Suelo perder todas mis apuestas, pero estoy bastante seguro de que al Manchester City van a castigarle con lo que menos importa a los jeques: dinero. Puede que les resten algún punto, pero tampoco será gran cosa. Lo que no me creo, y estoy dispuesto a apostar, es que haya una mínima posibilidad de un descenso por incumplimiento del “fair-play” financiero. En Inglaterra los jeques y los ultrarricos compran los clubes porque es muy laxa la regulación que permite transferir patrimonio a los equipos. Ese es su modelo de negocio, contrarrestado con el arraigo de los supporters que cada temporada que pasa contienen los excesos con más dificultad.

«La opción más arriesgada»

La reflexión personal de Joana Sánchez sobre el estado de las y los autónomos y por qué este gobierno español, el más progresista de la historia, según su propia definición, nos está haciendo papilla, es para tenerla en cuenta. Pero como ella misma sugiere, pocas y pocos lo harán. La subida de las cuotas y el ninguneo son posibles por la heterogeneidad del colectivo y nuestra incapacidad para articular protestas o declararnos en huelga. Ríete tú del funcionariado correctamente sindicalizado si paramos todas y todos los de la cuenta propia: de hosteleros a periodistas, pasando por todos los gremios. Pero saben que no lo haremos.

“Entretenidos y consumiendo”

He tardado en descubrir a Ignatius Farray. Lo hice, casi por casualidad, gracias a la serie que protagoniza en Amazon. Ahí vi a un tipo inteligentísimo con capacidad para hacernos reír con cosas muy tristes y, a la vez, con otras mucho más absurdas, para restar dramatismo a la vida. En una de sus últimas intervenciones radiofónicas, en la SER, el cómico canario reflexiona sobre cómo “la cultura del esfuerzo” lo que busca es que “seamos nuestros propios tiranos”. Pero me quedo con otra idea suya: la importancia de tomarnos nuestro tiempo hasta para aburrirnos porque “nos quieren entretenidos y consumiendo” todo el rato.

Así ganan lo que ganan

Si nos tomáramos nuestro tiempo para pensar y para comparar, seguramente dejaríamos de ser clientes de ciertas marcas cuyo modelo de éxito es el abuso: “Banco Santander ha ganado 9.605 millones de euros en 2022, lo que supone un 18% más que en 2021. La entidad consigue así un beneficio récord y vuelve a superar los 9.000 millones después de 15 años. Este beneficio se ha registrado, tal y como explica el banco, gracias al fuerte crecimiento de la actividad comercial, una buena calidad de los activos y el control de costes” (El Independiente). Si nos tomamos nuestro tiempo, todos sabemos traducir esta última frase.

Más madera

El periodista Víctor García Guerrero llevaba a Twitter otro ejemplo de cómo algunas empresas arrasan con sus beneficios gracias a que nos dejamos llevar. Así de sencillo: “Las petroleras de EEUU duplican ganancias y obtienen beneficios récord en 2022: Exxon Mobil, 51.400 millones; Chevron, 35.400. Razón: aumento de la rentabilidad ante las necesidades de los países europeos. Es viejo y manido pero… Qui prodest?”. Es viejo y manido, pero en Europa lo que nos tocaba era cambiar nuestros hábitos para hacer frente a la guerra, no sustituir a Rusia como proveedor mientras seguimos a lo nuestro como si nada.

Más impostores

También en Twitter, el guionista Diego Soto lanzaba esto: “El síndrome del impostor es interesante, pero ¿y el síndrome inverso? ¿El de esas personas que todo lo que hacen dicen que está de puta madre? Esa gente sí que tiene un problema serio”. Precisamente en Twitter llevo varias semanas reduciendo mi lista de “seguidos” porque cada vez soporto menos a esas personas que lo saben todo sobre todo y que, sin embargo, siguen en esa red social para demostrarlo en vez de ser ya, qué se yo, ministros del Universo o los tipos a los que Elon Musk les hace los recados. Prefiero seguir sintiéndome impostor cada día ante la página en blanco.

En sus manos estamos

El poder judicial se ha metido en un laberinto del que no es nada fácil salir. Se asomaron a él con algunas decisiones incomprensibles durante la pandemia, corrigiendo a quien debía salvaguardar la salud pública. Pero han echado la puerta abajo demostrando que el peligro público, a veces, lo forman quienes toman dictan sentencias: el empeño de algunos jueces de hacer la lectura más favorable a los condenados por violencia de género les ha descubierto. Lo de Macarena Olona enseñando su nómina, de 7.850,94 €, les presenta como una casta demasiado pegada a uno de los extremos y, sobre todo, muy alejada de la ciudadanía.

Contra la ultraderecha

La ultraderecha es como un troll o como una mala bestia: no se le puede alimentar. Aunque esté en la judicatura. Aunque esté en las fuerzas del orden. Aunque esté integrada en las clases altas. Porque si lo hacemos podemos acabar mal. A estos hechos recientes me remito: “La ultraderecha irrumpe en el Congreso de Brasil al grito de ‘fuera Lula’. La intervención tiene lugar pocas horas después de que Bolsonaro asegurara en Estados Unidos que el Gobierno del nuevo presidente será breve” (El Periódico de España). Ni esto, ni Trump, ni la versión española y casposa de todo lo anterior merecen otra cosa que nuestro pie en pared.

Lo mismo que contra Putin

La ultraderecha ha sido una de las herramientas de Putin para desestabilizar a Occidente en su largo plan para resurgir el imperialismo ruso, invasión militar sobre Ucrania y por el morro, incluida. Quien no quiera ver esto tiene un problema de ceguera voluntaria. Un problema solo suyo, no de quienes vemos que el autócrata ruso se empeña en dejar muestras evidentes de que su ideología está mucho más cerca de la de Orban que de la de Olaf Scholz: en la BBC anuncian “la nueva ofensiva del presidente ruso contra la comunidad LGBT”, con una nueva ley que solo añade más dificultades a la igualdad y la tolerancia.

No es lo que cuesta, es lo que da

Polònia, el famoso programa satírico de TV3, tiene una producción muy cuidada. Y además de ser de los que sube la media de audiencia de la cadena, genera una repercusión y una imagen de marca que también reporta beneficios. Así que los 3,38 millones que cuesta, según Vozpópuli, pueden ser una buena inversión. O no. Lo cierto es que no tengo instrumentos para medirlo. Lo que sí tengo claro es que es muy mala estrategia esta de la derecha de señalar costes, presupuestos y producciones, como si todas fueran un dispendio, como si el buen gasto no fuera posible y como si detrás de cada partida no hubiese decenas de trabajadores.

La puta tele

Veo tele en abierto, lineal, la de toda la vida, por supuesto, como casi todo el mundo: encuentro buena información y necesario entretenimiento. También hay telebasura pero puedo cambiar de canal o apagarla solo apretando un botón. ¿Qué tiene de malo? Nada. Tampoco lo tienen las plataformas ni el pay per view. Salvo que lo esquilmen todo. Y eso es justo lo que sucede en las cabezas pensantes de Federación y Liga: el Mundial y la Copa han demostrado que el fútbol en abierto hace afición. Y Rubiales y Tebas se empeñan en cerrarlo a precios locos y horarios indignantes, especialmente para la hostelería familiar.

Lo prioritario

Lo hemos visto venir y no hemos podido hacer nada: la industria cultural española está escribiendo el relato del conflicto vasco. Y lo está reduciendo a los vascos que ejecutaban la violencia contra los españoles que la sufrían. Pero más importante que esto es que señalemos siempre que tengamos oportunidad la derrota humillante de ETA. Lo hace Fernando Aramburu (un vasco exitoso en el sector editorial español) con “la historia de dos pringados que han visto escaparse un tren que no iba a ninguna parte, y rabian por no poder subir” (Juan Soto Ivars, en El Confidencial): dos personajes que iban a ingresar en ETA cuando esta se disuelve.

¿Quién escribe este argumentario?

Quiso la casualidad que ayer viera la entrevista a Ione Belarra en el programa matinal de La1 (estupendas las preguntas directas de Silvia Intxaurrondo, por cierto) y, solo unas horas después, en mi repaso diario a los digitales, leyese la reflexión de Pablo Iglesias en Público sobre la reforma de la ley del “solo sí es sí”. Pues bien, los argumentos eran idénticos: “Las derechas judicial y mediática”, la ley de violencia de género de Zapatero, que a Pedro Sánchez le tiemblan las piernas… ¿Quién fue antes, Belarra o Iglesias? ¿Aplica el segundo el argumentario de Podemos en un digital? ¿Es eso el buen periodismo que él abandera?

Pues, sí, hay que pagar

Pablo Iglesias habla de propaganda pero coloca un argumentario de partido en su columna. O eso, o Público es el sitio en el que buscan qué decir quienes más mandan en Podemos. Sin embargo, según Iglesias todos menos él ejercemos mal nuestra profesión, oficio o empleo, si queremos reducirlo todo a lo crematístico. Martín Caparrós lo recuperaba así en Twitter: “Me sorprende ver la cantidad de gente que se queja porque tiene que pagar algo para leer los artículos en El País. ¿Son demasiado jóvenes para recordar cuando compraban el diario? ¿Son demasiado ingenuos o cínicos para recordar que este es nuestro trabajo?”.

A veces sí llegamos tarde

No quería dejar de comentar esta noticia en EPE que, a la vez que nos escandaliza, nos recuerda que, en ocasiones, el periodismo sí llega tarde: “La petrolera Exxon ocultó durante décadas informes que pronosticaron ‘con exactitud’ el calentamiento global”. Al parecer, entre 1977 y 2003 estuvieron elevando esos informes a los que sí ha tenido acceso un grupo de investigación de la Universidad de Harvard que ha publicado en Science un artículo para evaluar las predicciones de los expertos. Y resulta que las clavaron, que una parte del mundo sabía a dónde nos dirigíamos. Pero lo sabía, claro, la parte que gana dinero contaminando.

Más tarde será la semifinal

Es una vergüenza, una puta vergüenza, que la RFEF ponga a las diez de la noche los partidos de vuelta de las semifinales de Copa. La misma Federación que nos invita a pensar que no hay allí nadie que sepa hacer un Excel con colores y por eso se les han solapado las fechas del mundialito de clubes con la de la ronda previa a la final, ahora nos lleva al campo un martes a las 22:00 h. ¿Y si hay prórroga? ¿Y si hay penaltis? ¿Y si quiero llevar a mi hija al estadio para que viva su primera semifinal? Nada importa, ¿solo la tele? ¿En qué demonios piensa la RFEF cuando toma estas decisiones? Porque en las aficiones, no.

«Ni con agua caliente»

Desde el principio de la legislatura española mi apuesta fue que el PSOE acabaría gobernando en solitario, intentando capitalizar la gestión, y así convocaría Pedro Sánchez las elecciones. Parece que todo apunta a que sigo sin acertar con mis predicciones, pero esta vez tampoco me he ido muy lejos: según deslizan en EPE, la parte socialista del gobierno va a terminar la legislatura como si pasara de la parte morada. Lo estamos viendo con la corrección de la ley conocida como “solo sí es sí”: en el PSOE va a promover su reforma a su manera, convencidos de que los de Podemos “del gobierno no se van a ir”. “Ni con agua caliente”.

Si no es el centro de atención se aburre

En la política de hoy, tan “líquida”, si algo no necesitan los partidos es que alguien los desestabilice desde dentro ni que, desde fuera, lo aplaudan. Así, todas y todos damos por hecho que en el PSOE, por un lado, respiran ante el anuncio de Odón Elorza de que deja su escaño y, por otro, contendrán la respiración hasta ver dónde aterriza. Ana Martín tuiteaba así: “Don Odón ha estado 44 años viviendo de diversos sueldos públicos. No le parecía suficiente e intentó ser nuevamente el candidato en San Sebastián, pero perdió las primarias. Sabía que no iba a repetir en las listas de las generales y se ha ido antes. Ésa es toda su heroicidad”.

Yo tampoco la entiendo

Una política “líquida” y una economía “virtual”. ¿Qué puede salir mal? Si ante lo primero me resisto y me revuelvo porque conozco un poco las mecánicas, después de 20 años observándolas, ante lo segundo estoy perdido. Mucho más de lo que lo está Ícaro Moyano, que en un solo tuit irónico concentraba las señales de lo que no está bien pero sí está a la vista de todos: “Enero en Glovo: empezaron el año repartiendo más de 100 millones entre sus directivos, luego pagaron 50 en multas por contrataciones ilegales y ahora van a despedir a 250 trabajadores. Entiendo regular la nueva economía”.

Sorpresa. O no tanto

Igual que no me gusta la política “líquida”, no me gustan esas tortillas en las que metes el cuchillo y se desparraman, llenando el plato de huevo sin cuajar. Hay suficientes pruebas en nuestros bares de que una tortilla puede ser jugosa y, a la vez, estar bien cocinada. También hay demasiadas pruebas de cómo se puede hacer mal una tortilla. Y evidentemente, tampoco me gusta la noticia del posible brote de salmonelosis en un restaurante conocido por preparar esas tortillas “babosas”, pero no me sorprende con esta moda de lo poco cocinado y el desparrame (como la tarta de queso horneada muy poco).

Una buena noticia

La victoria del Bilbao Athletic es una buena noticia. Es evidente que no todas las decisiones deportivas que se están tomando en Ibaigane y Lezama son acertadas, pero también lo es que son plenamente legítimas porque las y los socios, con abrumadora mayoría, eligieron a esta Junta Directiva. Y su suerte es la nuestra. Así que, bienvenida esa primera victoria de la “era Pallarés”, y ojalá sea solo la primera de muchas. Porque en un equipo de cantera como es el nuestro la lanzadera a la primera división no puede perderse en categorías inferiores ni sufrir la presión del descenso. Tanto el Bilbao Athletic como el Femenino sí importan.