SANTA CRUZ DE TENERIFE

Seguimos en Canarias, pero cambiamos de isla. de La Palma a Tenerife, donde pasamos los dos últimos días de la escapada realizada el pasado mes de febrero. He estado unas cuantas veces en la isla de Tenerife, pero no conocía su capital, pues en otro viaje tan sólo estuvimos una mañana y nos dedicamos a ver la elección de los mejores grupos del Carnaval. Un corto vuelo de Canary Fly nos trasladó del aeropuerto de La Palma al de Tenerife Norte, eligiendo para pasar la noche el confortable y moderno Hotel Escuela Santa Cruz ****, situado en la avenida San Sebastián, 152, frente al estadio Heliodoro Rodríguez. Hay que recordar que hace un año el uso de mascarillas era obligatorio y el buffet del desayuno, muy bueno por cierto,  nos lo servían en la mesa.

Antes del mediodía del 12 de febrero ya habíamos dejado los equipajes en la recepción del hotel y nos acercamos caminando hasta el mercado Ntra Sra de África (avenida San Sebastián, 51). Es un lugar lleno de encanto, con tres grandes patios, uno central, que se asemeja a una plaza de estilo colonial español. En 2019 el diario británico The Guardian lo situó entre los diez mejores mercados del mundo. Tras echar un vistazo a los puestos, como era mediodía, aprovechamos para picar algo en el bar, contemplando al salir los dos grupos escultóricos situados a la entrada, “La Lechera” y “Homenaje al chicharrero”, que representa a dos pescadores que arrastran su barca.

Regresamos al hotel para instalarnos en la habitación y a media tarde volvimos a salir. Como nos alojamos en la avenida San Sebastián, obligatoriamente nos acercamos a la pequeña iglesia de San Sebastián, una de las más antiguas de la ciudad. Nuestra principal cita vespertina fue el Museo de Naturaleza y Arqueología, que posee la mayor colección existente sobre la cultura guanche, destacando las momias, que se encuentran en excelente grado de conservación. Los viernes y sábados es gratuito a partir de las 16 h.

Como se encuentra enfrente del museo y todavía estaba abierta, nos dirigimos a continuación a la iglesia matriz de Ntra Sra de la Concepción, el principal templo católico de la ciudad y el único del archipiélago con cinco naves. De arquitectura barroca canaria, destaca su torre, que data de 1786 y es uno de los símbolos del casco antiguo chicharrero. Al salir del templo nos percatamos de que ha anochecido, así que tomamos un vino, fotografío el monumento al pastor canario y cogemos un taxi que nos devuelva al hotel. Para primer día ya vale.

El 13 de febrero nos pegamos una buena caminata, contemplando un buen número de esculturas. Como se encuentra cerca del hotel, nos dirigimos en primer lugar a la plaza de la República Dominicana, donde se encuentra “Móvil”, de Francisco Sobrino. La avenida Asunción nos conduce a la Rambla de Santa Cruz, repleta de esculturas, contemplando sucesivamente “Femme Bouteille” de Joan Miró, “Sin título” de Andreu Alfaro, “Ejecutores y ejecutados” de Xavier Corberó, “Guerrero de Goslar” de Henry Moore, “Nivel” de Joaquín Rubio, Lorea” del pasaitarra Ricardo Ugarte y “Lady Tenerife” de Martín Chirino.

Por un momento abandonamos la Rambla de Santa Cruz para introducirnos en el parque García Sanabria, un coqueto espacio natural con una superficie de 67.230 m², repleto de plantas exóticas, árboles y unas cuantas esculturas como “Homenaje a Millares”, de Claude Viseux y las sin título de Federico Assier y Josep Guinovart. En el centro del parque se levanta el monumento a García Sanabria (1938), obra del escultor Francisco Borges. Destaca en él “La Fecundidad”, obra del citado escultor. El día salió luminoso.

Seguimos caminando por la Rambla de Santa Cruz hasta su incorporación a la avenida Francisco la Roche, en cuya confluencia se encuentra el “Ángel de la Paz”, polémico monumento franquista realizado por Juan de Ávalos. A unos pasos vemos también “Persona que mira al horizonte” Pasamos junto a la terminal de cruceros, contemplamos “Arbórea”, de Fernando García Ramos y llegamos a la Plaza de España, la más amplia de toda la ciudad, construida en 1929 y reformada por los arquitectos Herzog & de Meuron para incluir un lago y varios pabellones. Destaca en ella el enorme monumento a los Caídos.

La calle Bethencourt Alfonso nos introduce en el casco antiguo, teniendo la primera cita en la iglesia de San Francisco de Asís, en cuyo interior destaca el retablo central, barroco del siglo XVIII. Luego regresaremos a comer frente a este templo en la terraza del Tela Marinera. Pasamos frente al Círculo de Amistad y nos volvemos a detener en la plaza Príncipe de Asturias, adornada con dos estatuas genovesas que representan la primavera y el verano. Completan la visita al casco antiguo los edificios del Museo de Bellas Artes, del Teatro Guimerá y del Centro de Arte La Recova, además de las esculturas “Al chicharro”, “Aguadora de Santa Cruz” y “Per Adriano”.

Tras la comida cambiamos de escenario. Teniendo como telón de fondo la torre de la iglesia de Ntra Sra de la Concepción y bordeando la zona portuaria, nos dirigimos a una zona mucho más moderna. Pasamos junto a la ermita de Ntra Sra de la Regla y nos fotografiamos ante uno de los emblemas de la ciudad, el Auditorio de Tenerife, obra del polémico arquitecto Santiago Calatrava. Casi al lado tenemos el castillo de San Juan Bautista, el mejor conservado de la isla, construido en la primera mitad del siglo XVII. Dos pasos más y llegamos al Parque Marítimo César Manrique, al que no entramos, obra del insigne artista lanzaroteño del que toma su nombre.

Nuestro destino final fue un lugar cuya existencia ignoraba hasta preparar este viaje y que me ha encantado. Se trata del Palmetum, interesante proyecto que ha transformado un vertedero de basura en un espacio para el ocio y la cultura botánica. Este precioso parque botánico cuenta con más 2.000 especies de plantas procedentes de climas tropicales y subtropicales, destacando las diferentes especies de palmeras. Desde el Palmetum tenemos una espectacular vista del Parque Marítimo César Manrique, el castillo de San Juan Bautista y el Auditorio de Tenerife, con la sierra de Anaga como telón de fondo y el océano Atlántico a nuestros pies. La entrada nos costó 6 euros, pero su pago mereció la pena. Un taxi nos devolvió al hotel. Me ha gustado Santa Cruz de Tenerife.

El 14 de febrero tocó madrugar, pues a las 09:45 salió el avión de Vueling con destino al aeropuerto de Bilbao, a donde llegamos tras menos de tres horas de vuelo, con una puntualidad extraordinaria. Concluía de esta forma nuestro viaje de 10 días por las islas de Tenerife y La Palma.

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