Continúo el relato del viaje a Egipto realizado del 9 al 16 de enero, que dejaba hace dos semanas navegando de Luxor a Edfú. Llevábamos muchísimo retraso, pues teníamos que haber llegado ya a Edfú tras recorrer unos 110 km desde Luxor. Tras desayunar subimos a la terraza del barco, desde donde contemplamos el trajín de barcos que navegan por el Nilo. El capitán nos invita a ver el puesto desde el que pilota el crucero. Finalmente llegamos a Edfú.
Por unas calles colapsadas por el tráfico, nos dirigimos en calesa a nuestro siguiente destino en Edfú. Se trata del templo mejor conservado del antiguo Egipto, dedicado al dios halcón Horus, que fue construido durante el periodo helenístico, entre los años 237 y 57 aC (entrada: 200 LE). Un enorme pilono nos da la bienvenida a este magnífico templo cuyo excelente estado de conservación se debe a que durante muchísimos años permaneció enterrado bajo 12 metros de arena del desierto.
De nuevo volvemos a nuestro crucero, el Quest Alandalus que, por cierto, cuenta con wifi, algo poco común, aunque hemos estado permanentemente comunicados con la tarjeta de Vodafone que compramos en el aeropuerto. Nos separan 63 km de Kom Ombo, así que por fin tenemos una tarde de relax, pudiendo tomar un café y contemplar la orilla del Nilo, en la que hay garzas y pescadores. En el barco también hay bebidas alcohólicas. Antes de la puesta de sol, vemos también otros cruceros y a los vendedores que se acercan al nuestro. También empezamos a ver falucas, las tradicionales embarcaciones a vela.
Anochece sobre las 18:30, prácticamente coincidiendo con nuestra llegada a Kom Ombo. Aquí no necesitamos ningún medio de transporte, pues el templo se ve desde el barco. Construido entre los años 1350 y 180 aC, el templo de Kom Ombo cuenta con dos partes diferenciadas, una dedicada a Horus, dios del cielo, de la caza y de la guerra, representado por un hombre con cabeza de halcón y otra a Sobek, dios de las aguas y creador del Nilo, representado por un hombre con cabeza de cocodrilo (entrada: 160 LE). Concluimos la visita en The Crocodile Museum, que expone algunas de las momias de cocodrilos descubiertas en la zona. Regresamos al barco, que zarpa tras la cena para cubrir los 50 km que nos separan de Aswan.
El cuarto día de viaje tocó madrugón, pues tuvimos que salir a las 03:40 h para desplazarnos hasta Abu Simbel (288 km). Entre pitos y flautas tardamos unas cuatro horas, una para pasar el control de seguridad y tres de viaje. Vimos amanecer en el autobús, donde también desayunamos el pic-nic del hotel, yendo derechos a los baños a la llegada. El complejo de Abu Simbel fue reubicado en una colina artificial, en 1968, sobre el nivel de las aguas del lago Nasser (entrada: 260 LE). En primer lugar visitamos el gran templo de Ramsés II (1265 aC), que cuenta con una fachada de 33 metros de altura, custodiada por cuatro gigantescas estatuas de Ramsés II. En el fondo del templo se encuentra el santuario, con las estatuas sedentes de Ptah, Amón, Ramsés II y Ra-Horakhti. Las tres últimas las ilumina el sol el 21 de octubre y el 21 de febrero.
A continuación visitamos el templo de Nefertari, cuya fachada está decorada con seis estatuas, cuatro de Ramsés II y dos de Nefertari. Las seis estatuas son de igual tamaño, algo poco habitual, pues las que representaban al faraón solían ser de mayor tamaño. Una sala con seis columnas centrales nos conduce al interior, donde se encuentra el santuario, que cuenta con una estatua de la diosa Hathor. La sala este cuenta con escenas que muestran a Ramsés y su esposa ofreciendo sacrificios a los dioses.
Un policía armado con una metralleta se ofrece a sacarnos una foto. Luego pide la propina, algo ya muy habitual. Al salir del recinto de los templos y antes de pasar por la habitual galería comercial de venta de recuerdos, nos detenemos a tomar una cerveza sin alcohol en la amplia terraza de un bar con vistas al Lago Nasser, que se extiende hasta Sudán, aunque allí le llaman lago de Nubia. Es el resultado de la construcción de la presa de Asuán, entre 1958 y 1970. Mide unos 550 km de largo y 35 km de ancho en su punto de mayor, ocupando una superficie de 5.250 km². Por delante tenemos 288 km para regresar a comer al barco, contemplando desde el autobús el desierto nubio y los cultivos que en él se están realizando.
Estamos en Aswan, ciudad de más de 200.000 habitantes situada a orillas del Nilo, en pleno desierto nubio. Nos arrepentiremos siempre de haber contratado una excursión opcional para la tarde, al exagerado precio de 50 € por persona, que realmente sólo incluye un paseo de unas tres horas y media en barco, con más de una en tiendas. El paseo merece la pena, pero con una hora habría bastado y habríamos tenido la tarde para descansar del madrugón, pero somos masocas. Desde el barco contemplamos el mausoleo del Aga Khan y, lo más interesante, gran cantidad de falucas, las embarcaciones tradicionales a vela.
La excursión vespertina lleva por nombre “poblado nubio”. Primero nos paran en una playa, repleta de vendedores y de personas que ofertan paseos en camello. Finalmente llegamos al llamado poblado nubio. Pronto nos damos cuenta de que es una turistada, pues los barcos como el nuestro ni siquiera caben en el embarcadero, así que tienen que dejarnos y partir. Nos llevan a tomar el te a una casa tradicional y luego tenemos 45 minutos para recorrer la única calle del poblado, repleta de tiendas. Lo más curioso es ver a los camellos que regresan de la playa. Se ha echado la noche, así que llegamos al barco justo para la cena.
El guía nos hizo una jugada para disponer de la tarde para ofertar excursiones, unos al espectáculo de luz y sonido de Abu Simbel y otros al poblado nubio. En el programa de la tarde teníamos el obelisco inacabado y la gran presa de Aswan, pero lo retrasó al quinto día, pues están de camino al aeropuerto de Aswan, donde cogimos el vuelo a Cairo. Para nosotros fue una gran faena, pues tocó nuevamente madrugón y no poder desayunar en el barco (empiezan a las 6 de la mañana), teniendo que hacerlo de pic-nic en el avión. Finalmente, de camino al aeropuerto visitamos la cantera en la que se encuentra el obelisco inacabado (entrada: 80 LE) y el muro de 111 metros de altura que cierra la presa de Aswan (acceso: 100 LE).
Algo más de 900 km separan Aswan de El Cairo, que el avión los cubre en 1 h 20 min. Empieza la última fase del viaje, de la que os espero hablar dentro de dos semanas. El viaje continúa.
Creo qué en el anterior blog he mandado la respuesta doble,mis cosas y yo.
El viaje se ve completo,aunque muchos madrugones y poco tiempo libre para vosotros y disfrutar también de un buen desayuno.
Es lo que tienen estos viajes,y sobre todo cuando estás tan acostumbrado a organizarlo tú. De todas formas un bellezon.