Escapada británica (2): Cornualles (1)

Continúo el relato del viaje realizado del 7 al 17 de septiembre pasado por Inglaterra y Gales. La primera noche en Gran Bretaña la realizamos en Cornualles, que era el principal objetivo de este viaje, pues aquí pasamos 4 días completos. Cornualles es también conocido por su versión inglesa, Cornwall, o como se llama en córnico, Kernow. Esta lengua está emparentada con el galés y el bretón, todas ellas celtas. Sus costas están bañadas por el mar Celta, al norte y oeste y por el canal de la Mancha al sur. En el extremo sudoeste de este condado inglés se encuentra el Penn a Wlas, Land’s End, en inglés, emparentado con el Fisterra gallego y el Finistère francés. Con nuestro flamante coche, tomando como punto de partida la población de Newquay, recorrimos unas cuantas millas por este territorio.

El Hotel The Glendeveor ***, de Newquay, fue nuestro campamento base durante cinco noches para recorrer Cornualles. Newquay es una turística población de más de 20.000 habitantes, capital del surf, que cuenta con una amplia oferta de hoteles  y restaurantes. Aquí tuvimos por primera vez algo que luego sería habitual, el típico desayuno inglés a base de alubias, huevos revueltos, salchichas y bacón. Enfrente del hotel se encuentra la iglesia The Parish Church of St Michael the Archangel, aunque lo que más nos agradó de esta población, que casi no visitamos por falta de tiempo, fue su fachada costera, con los acantilados que separan un grupo de buenas playas y The Island, un afloramiento rocoso habitado, unido a tierra firme por un puente.

Las previsiones anunciaban lluvia para todos los días, por lo que fuimos modificando nuestro programa para adaptarlo a la climatología, dedicando el día 8 a recorrer el norte del territorio, comenzando en el pequeño pueblo de Boscastle, que cuenta con un coqueto puerto que aprovecha una ensenada natural protegida por dos muros de piedra, construidos en 1584 por Sir Richard Grenville. Este pueblo se dio a conocer el 16 de agosto de 2004, fecha en la que sufrió un dramática inundación que no causó ninguna víctima humana. En Boscastle entramos por primera vez en un pub y que existía un buen aparcamiento, con parquímetro, como luego sucedería en todos.

La siguiente cita la tuvimos en un pequeño pueblo de nombre Tintagel, lugar emblemático de Cornualles, pues según la leyenda aquí nació en el siglo VI el rey Arturo. Esto hace que las ruinas de un castillo del siglo XIII, al que se accede por un moderno puente, congreguen a multitud de visitantes dispuestos a pagar £16.00 (casi 19€), por ver cuatro piedras. Si no quieres aflojar la pasta, puedes coger el coche y dirigirte al Camelot Castle, desde el que se tiene una preciosa vista del conjunto, cosa que hicimos, obsequiándonos por mucho menos dinero con una botella de vino rosado fresquito para los cuatro.

Continuamos la jornada dirigiéndonos a Port Isaac, un pequeño pueblo de poco más de 700 habitantes. Aprovechando que no llovía, en un banco del aparcamiento aprovechamos para comer el bocadillo. De repente un chaparrón que enseguida paró, pero que sería lo habitual durante todo el día. Por un camino emprendido descendimos hasta el pequeño puerto, que está rodeado de coquetas casas y varios restaurantes. En uno de nos tomamos un café y, antes de volver al coche, los más ricos pasteles del viaje.

Seguimos recorriendo la costa, siendo nuestro siguiente destino la localidad de Padstow, que cuenta con una población de algo más de dos mil habitantes y está ubicada en el único estuario fluvial de la costa norte de Cornualles. Es conocida por sus ricos fish and chips, de los que no disfrutamos pues ya habíamos comido. Como en los pueblos anteriores nos dedicamos a contemplar las casas de su fachada costera, siendo lo más interesante su amplio puerto, que, por la tarde, cuenta con una luz especial.

A partir de Port Isaac y especialmente en Padstow el tiempo mejoró considerablemente, disfrutando de momentos de sol, por lo que concluimos la jornada en el lugar en el que pensábamos haberla iniciado, Carnewas at Bedruthan, unos espectaculares acantilados sobre los que caminamos brevemente por un sendero acondicionado, ya que la tarde avanzaba inexorablemente y no quería arriesgar a tener que conducir de noche. Eso sí, el aparcamiento también es de pago.

9 de septiembre. Pensábamos ir al sur, pero como las previsiones no son muy buenas, optamos por el sudeste de Cornualles, siendo nuestra primera cita en Falmouth, una población de unos 22.000 habitantes, que cuenta con una calle repleta de comercios. Situada en la desembocadura del río Fal, para nosotros su principal atracción, como en todas las poblaciones costeras, es su puerto, que presume de formar junto con Carrick Roads, el puerto natural más grande de Europa occidental y el tercero del mundo. La bandera inglesa se encuentra a media asta por la reina Isabel II, fallecida el día anterior.

Al final el día ha quedado precioso, así que nos animamos a visitar el Trelissick Garden, situado en Feock y propiedad del National Trust, cuyo acceso resulta bastante caro, £13,00 por persona, a los que hay que añadir £5,00 del parking. Se trata de un enorme jardín con abundantes y flores y plantas, bastantes de ellas exóticas. En la parte superior de la ladera, asomándose al estuario del río Fal, se encuentra la mansión neoclásica de la propiedad, que data de 1755. Merece la pena la visita de este encantador lugar que cuenta con dos bares y un área de pic nic, donde por segunda y última vez comimos de bocadillo.

Aunque el día sigue frecuentemente soleado, por si llovía, en el plan de hoy teníamos recorrer la capital de Cornualles, Truro, dejando el coche aparcado muy cerca de su centro urbano, que se articula en torno al Hall for Cornwall, construido en 1846, como complejo municipal que albergaba el ayuntamiento y distintas dependencias, siendo ahora el lugar de artes en vivo más grande de Cornwall. A su entrada se encuentra la escultura de bronce de un baterista de Tim Shaw. Sin embargo, lo que más nos sorprendió fue su monumental Catedral, que data de finales del siglo XIX. En su interior había un libro de firmas de condolencia por la reina Isabel II, fallecida el día anterior.

Llevamos dos jornadas completas y nos está gustando Cornualles, donde todavía pasamos los dos próximos días. El viaje continúa.

Escapada británica (1): Stonehenge y Bath

Del 7 al 17 de septiembre hemos realizado la sexta escapada del año, con destino a Inglaterra y Gales. Como el día 8 falleció la reina Isabel II, casi toda nuestra estancia ha coincidido con el luto oficial, que no ha afectado en nada a nuestro proyecto de viaje. Vueling enlaza tres veces al día el aeropuerto de Bilbao con el londinense de Gatwick, con un buen precio y una excelente puntualidad, estando el avión en el aire tan sólo hora y media. En el aeropuerto cambiamos el coche que teníamos reservado por un Mercedes de cambio automático que me facilitara un poco la conducción. En él viajamos con otra pareja de amigos.

Me daba un poco de pereza este viaje, por tener que llevar pasaporte, cambiar libras y conducir por la izquierda, cosa que hice durante un montón de millas que, traducidas a kilómetros, se convirtieron en 2.000. Una cosa buena que tienen Inglaterra y Gales es que las autopistas son gratuitas. Eso sí, en cuanto abandonas las rutas principales, las carreteras son penosas. Por contra hay muchos aparcamientos, pero hay que pagar en casi todos. Nuestro coche era de gasoil, cuyo precio era unos 20 céntimos de libra más caro que la gasolina, oscilando entre 1,82 y 1,87 libras el litro (más de 2,10 €). Nuestro plan consistía en pasar 5 noches en Newquay (Cornualles), 3 en Cardiff (Gales) y 2 en Londres y así lo hicimos.

Con el cambio de hora, a las 8 de la mañana ya estábamos en el aeropuerto londinense de Gatwick y una hora después, tras desayunar, nos poníamos en marcha. Hasta Newquay teníamos 267 millas y unas 4 horas y media de viaje, así que, cuando llevábamos un tercio de viaje, teníamos prevista una parada en esa maravilla que es Stonehenge, que no visitaba desde el año 2009. Se trata de un monumento megalítico tipo crómlech, construido entre el 3100 aC y el 2000 aC, situado cerca de Salisbury, que desde 1986 forma parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Stonehenge está ahora muy cambiado, ya que han construido un enorme centro de visitantes en el que luego malcomimos. En contra de lo que había leído, no tuvimos que reservar la entrada con antelación, bastando con pasar por taquilla y abonar las 17 libras que cuesta la entrada (unos 20 €), que incluye el autobús que te traslada hasta el monumento megalítico situado a 1,5 km, rodeado por un foso y praderas en las que pastan ovejas y vacas. Junto a la entrada hay unas réplicas de unas chozas, que evocan cómo vivían hace 4.500 años en esta zona de Inglaterra.

Nos quedaban por delante tres horas para llegar a Newquay, donde pasamos 5 noches para recorrer Cornualles. De allí nos trasladamos a Cardiff, la capital de Gales, donde pasamos otras 3 noches. Volveré más adelante a hablar de estos lugares, pero abro un paréntesis y me traslado al 15 de septiembre cuando, camino de Londres, hicimos un alto en el camino, al igual que en Stonehenge, para dedicar unas dos horas y media a “picotear” a Bath, ciudad situada a 21km al SE de Bristol y a una hora de viaje desde Cardiff. Desde 1987 forma parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, siendo uno de sus principales monumentos la Abadía, que tan sólo nos dio tiempo a ver por fuera, contemplando también la Fuente de Rebeca, situada junto a ella.

El objetivo principalmente de nuestra parada en Bath consistía en visitar la joya de la ciudad, las termas romanas, situadas junto a la Abadía. Se encuentran bajo el nivel de la calle, accediendo a ellas por un elegante edificio. Como en casi todos los lugares, la visita no resulta nada barata, pues la entrada cuesta 23 libras (más de 25 €), precio que asciende a £25,50 los fines de semana. Los descuentos para mayores de 65 años suelen ser tan sólo testimoniales (en este caso una libra). El precio incluye una audioguía en castellano. El recinto cuenta también con un pequeño pero interesante museo.

Como Bath no era más que un complemento del viaje, nos dispusimos de mucho tiempo para visitar esta encantadora ciudad, a la que pensamos volver en tren desde Londres, pues se puede llegar en menos de hora y media, la mitad que en coche. Cuenta la ciudad con monumentales edificios georgianos, como el que alberga las termas y los ocupados por museos. Nos llamó la atención contemplar mujeres vestidas con trajes de época en varios lugares, supongo que a sueldo de las autoridades turísticas.

Bath ocupa un precioso emplazamiento en un meandro del río Avon y cuenta con numerosos parques como los Parade Gardens, donde concluimos la visita a la ciudad gracias a las indicaciones de Karmele, pues en caso contrario nos habríamos perdido contemplar el monumental puente Pulteney, diseñado por Robert Adam y finalizado en 1773, que es uno de los cinco puentes habitados existentes en el mundo. En el canalizado río pudimos ver un cisne. La sorpresa la tuvimos al llegar a casa, cuando mi mujer se dio cuenta de que la imagen del cuadro que realizó en punto de cruz hace muchos años, cosa que ignoraba, corresponde a este puente.

Llegamos justo a las 5 de la tarde al aeropuerto de Gatwick, hora en la que teníamos que devolver el coche, pues para Londres no lo necesitábamos. Teníamos por delante 46,5 horas hasta tomar el vuelo de regreso a Bilbao, en una ciudad que se preparaba para el funeral de la reina Isabel II, pero eso es otra historia. La próxima semana espero hablar de Cornualles, el principal objetivo de este viaje.

Las iglesias pintadas de Bucovina (Rumania)

Con la excepción del de 2020 debido a las restricciones del COVID, llevo ya unos años celebrando mi cumpleaños fuera de Euskal Herria. En esta ocasión voy a rememorar el de junio de 2018, en el que visité un lugar completamente diferente a los que conocía hasta entonces. Dentro del viaje que realizábamos por Rumania dedicamos la jornada a viajar entre Bistrita y Gura Humorului, una ruta de más de 250 km, bastante montañosa. en la que pasamos el Paso Borgo (1201) y nos adentramos en una zona bastante remota del norte de la Moldavia rumana, cerca de la frontera con ese país y mucho más de Ucrania. El objetivo principal era conocer tres de las ocho iglesias pintadas de Bucovina, las mejor conservadas, que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO con el nombre de “Iglesias de Moldavia”, contando en sus muros exteriores con frescos de los siglos XV y XVI. Aprovechamos para contemplar la vida rural rumana y un par de coches de cartón piedra situados a la entrada de los pueblos, para que reduzcas la velocidad, ya que en la distancia parecen auténticos coches de policía.

Cuando llevábamos recorridos 140 km, en el pueblo de Vama, ya en Bucovina, realizamos la primera parada en algo que nada tiene que ver con las iglesias, pero que también resultó muy original. Se trata del Muzeul Ouloui o Museo del Huevo, que intenta mantener una tradición de la zona, la de decorador de huevos. De la mano de la profesora Letiţia Orşivschi, recorrimos las 22 vitrinas que exponen 7.000 huevos decorados procedentes de todo el mundo. Un lugar que merece la pena visitar. Seguimos recorriendo Bucovina, contemplando los curiosos medios de transporte de mercancías, para detenernos enseguida en Vatra Moldoviței, para tomar un café en la coqueta Pensiunea Mario.

El primer monasterio que visitamos fue el de Moldovita (Mânăstirea Moldovița), situado en la comuna de Vatra Moldoviței y construido en 1532 por Petru Rareș, hijo ilegítimo de Esteban III de Moldavia. Está protegido por una muralla de más de un metro de espesor y cinco de altura. Accedemos al interior del recinto por una puerta abierta en la muralla, donde una monja ortodoxa nos cobra la entrada. Lo más relevante del conjunto es la iglesia de la Anunciación, cuyos frescos fueron pintados por Toma de Suceava en 1537 y han sido magníficamente restaurados, destacando las escenas del Árbol de Jesé y el Asedio de Constantinopla.

Pasamos luego al interior de la iglesia de la Anunciación de Moldovita, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. No recuerdo si estaba prohibido sacar fotos en el interior o había que pagar por ello, pero no había mucho control, así que disfruté tomando fotos en el interior, en el que El Juicio Final ocupa gran parte de la representación pictórica, destacando también las imágenes de la cúpula y las de Cristo crucificado. Hemos empezado con fuerza con esta joya del arte rumano ortodoxo.

Seguimos viajando por la región de Bucovina, subiendo y bajando colinas, contemplando un enorme monumento, grandes mansiones y carretas tiradas por caballos que utilizan habitualmente para transportar mercancías. Se ha echado la hora de comer y Álex nuestro guía y ya amigo, nos lleva a comer a un precioso restaurante que forma parte del Complex Turistic Bucovina, situado en Sucevita en un precioso entorno de bosques y flores. Es un excelente lugar para degustar la cocina tradicional de la zona.

Nos dirigimos a continuación a otro de los monasterios ortodoxos que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, el de Sucevita, situado en el pueblo del mismo nombre. Como sucediera en el monasterio anterior, tenemos que acceder al interior de un espectacular recinto amurallado, con recios muros de 6 metros de alto y 3 de ancho, que protegen una especie de patio casi cuadrado de casi 100 metros de lado, cuyo centro ocupa la iglesia de la Resurrección, con su exterior profusamente decorado con frescos pintados alrededor de 1601, siendo una de las últimas en ser decorada.

Dicen que la iglesia de la Resurrección de Sucevita cuenta con las pinturas mejor preservadas. Los frescos están pintados en rojo y azul púrpura, destacando las escenas dedicadas a la Escalera de la Virtud y el Juicio Final. El interior del templo también está completamente cubierto de pinturas al fresco en un estado de conservación excelente, dedicándose principalmente a la familia de Jeremías Movida, relacionada con la construcción de la iglesia. La bóveda, por su parte, está dedicada a la Pasión de Cristo.

Para no salir empachados de pinturas, abrimos un paréntesis para dirigirnos al pueblo de Marginea, distante 10 km de Sucevita. Este pequeño pueblo es conocido por su alfarería de cerámica negra, así que visitamos un taller en el que tuvimos ocasión de contemplar todo el proceso de elaboración manual de esas obras de arte. Nuestro viaje por Bucovina continúa, pudiendo contemplar los rebaños de ovejas, las hilanderas y las carretas tiradas por caballos que circulan por las carreteras.

Concluimos la jornada visitando el tercer monasterio ortodoxo de los que forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, el de Voronet, situado en el pueblo de ese nombre, que pertenece a la ciudad Gura Humorului. Fue construido por Esteban el Grande en 1488 en tres meses y tres semanas, para conmemorar la victoria en la Batalla de Vaslui. La iglesia de San Jorge del monasterio de Voroneț es probablemente la más famosa de Rumania, debido a sus frescos exteriores de colores brillantes e intensos. Es conocida como “La Capilla Sixtina de Oriente” por su monumental escena del Juicio Final.

Tras recorrer algo más de 250 km por las carreteras rumanas de Bucovina, pernoctamos en una población bastante anodina, de nombre Gura Humorului. Nuestro alojamiento, Pension La Roata ***, se encuentra en las afueras de la ciudad, ocupando una pequeña vivienda en un emplazamiento precioso. Sien embargo, nada más llegar, empieza a “diluviar”, así que desistimos de bajar caminando hasta el centro para cenar. Tras disfrutar de un precioso arco iris, Alex se ofrece a bajarnos en la furgoneta. Lo malo es que sólo encontramos un sencillo restaurante para celebrar mi cumpleaños.

Hemos disfrutado de una jornada magnífica recorriendo Bucovina y visitando tres lugares excepcionales, las iglesias pintadas, algo que jamás había visto en los países a los que he viajado. Rumania cuenta también con iglesias fortificadas, que también forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, pero eso es otra historia.

O GROVE (Pontevedra): Rutas a pie por la costa

Este municipio gallego ocupa una península situada en la parte occidental de la comarca de Salnés, en la provincia de Pontevedra, a la entrada de la ría de Arousa. Es un importante destino turístico debido a su elevado número de excelentes playas, la mayoría de ellas de arena fina y unas cuantas con bandera azul. Es también conocido por la isla de La Toja y la Fiesta del Marisco, que se celebra cada año en octubre coincidiendo con el puente del Pilar. Como he comentado en otras ocasiones, no soy de playa pero me encanta caminar por la costa, así que os propongo dos recorridos costeros realizados sucesivamente el 13 de julio de 2018 y el 20 de julio de 2020.

Nuestro primer contacto con los caminos de la costa de O Grove fue en el sendero de Piedras Negras, que enlaza la playa de este nombre con la de Con Negro, tras caminar durante unos 3,5 km. Una vez recorrida la praia de Piedras Negras, encontramos el bar el Pirata, que nos vendrá bien para tomar algo cuando regresemos a coger el coche. A un paso tenemos el monumento a los Voluntarios del Prestige. Tenemos que bordear la praia da Barrosa, en la que existe otro bar, el Náutico San Vicente y llegamos a la Punta Abelleiro, donde también se puede dejar el coche.

Todavía no lo he dicho, pero buena parte del atractivo de esta ruta y lo que hace que la recorra mucha gente, es que durante unos 2,5 km se desarrolla por pasarelas de madera. Ya hemos bordeado las playas caminando sobre las pasarelas, por una zona bastante urbanizada, pero el recorrido más natural comienza en la Punta Abelleiro y tiene como destino la praia da Canelas, un arenal bastante salvaje de casi 300 metros de longitud, en el que concluye la pasarela.

Dejamos la pasarela y caminamos ahora por un sendero que se va abriendo paso entre los matorrales que, pese a estar a mediados de julio se encuentran muy floridos. Pasamos junto a una antigua batería de costa, mientras bordeamos una amplia zona militar, que está vallada. Durante el primer tramo hemos tenido suerte de que había algo de niebla. Ahora ha salido el sol y calienta de lo lindo, así que no es recomendable realizar esta ruta en los días calurosos de verano. Lo que más llama nuestra atención son las grandes formaciones rocosas, de granito, que bordean la costa y los islotes que vemos en el agua.

Dos años después regresamos a O Grove para realizar otra sencilla ruta costera, que lleva por nombre “Ruta de Adro Vello”, un sencillo recorrido circular de poco más de 3 km y 33 metros de desnivel. Recibe este nombre por la Necrópolis de Adro Vello, situada junto a la playa de O Carreiro, en la que también se encontraron restos de una villa romana y de una iglesia visigótica. Aquí comienza este sendero balizado, que nos conducirá consecutivamente a la praia do Barreiriño y a la praia de Area Grande.

Al final de la praia de Area Grande el sendero “Ruta de Adro Vello” abandona la costa y se empina ligeramente hacia arriba, introduciéndonos en la zona rural del interior y más en concreto en Outeiro, donde contemplamos un gran hórreo, la vida agraria y, como telón de fondo, la iglesia de San Vicente. Toca luego bajar hacia el punto de partida, contemplando un pequeño hórreo y la agreste costa con numerosos bloques de granito y un pequeño faro. Concluimos la ruta en la praia do Carreiro, o más bien en el kiosko situado sobre ella, donde tomamos un Alvariño fresquito que nos sabe a gloria.

Como la ruta ha sido corta, decidimos seguir conociendo la ruta por itinerarios mucho más cortos. Es el caso del camino que nos permite acceder al segundo punto más alto de O Grove, desde donde contemplamos una buena vista costera a mar abierto. Se trata del mirador de Con da Hedra, un hermoso lugar que se encuentra rodeado por piedras de gran tamaño, de ahí su propio nombre que recuerda el paisaje rocoso.

Muy cerca del aparcamiento en el que hemos dejado el coche para subir al mirador de Con da Hedra, nos detenemos al observar que hay una granja con unas vacas con cuernos enormes. Un cartel nos indica que pertenecen a la raza cachena, autóctona de Galicia y Portugal y considerada en peligro de extinción. Se caracteriza por el gran tamaño de la cornamenta y su reducida talla, la raza española más pequeña. Apta tanto para carne como para leche, suele ser un animal muy huidizo.

La siguiente cita la tenemos muy cerca, en el punto más alto de la península de O Grove. A 167 metros sobre el nivel del mar se encuentra el monte de A Siradella. Hay que dejar el coche unos 200 metros antes de llegar a la llamada Pedra Cabaleira, una roca granítica de gran tamaño apoyada de manera irregular, que constituye el emblema de la zona. Podemos caminar alrededor de ella y contemplar la espectacular vista sobre la ría de Arousa y el istmo que une O Grove con el municipio de Sansenxo, teniendo en primer plano la larga praia de A Lanzada y, como telón de fondo, las islas Cíes y la isla de Ons,

Hemos llegado al mediodía, así que nos dirigimos a la zona del puerto de O Grove, dejando el coche en el gran aparcamiento existente entre la zona portuaria y la Lonxa do Grove. Al lado tenemos una rotonda adornada con el grupo escultórico dedicado a la “Familia de pescadores”. También tenemos a un paso la praza do Corgo, de donde se accede al Concello do Grove, por un paseo adornado con algunas esculturas. Sin embargo nuestro destino se encuentra en la avenida de Beiramar, que cuenta con varios restaurantes. Ha llegado la hora de degustar algunas de las delicias gallegas, regadas con un Alvariño frío.

Comentaba al principio que Galicia cuenta con excelentes playas pero, como no es lo mío, he vuelto a disfrutar del encanto gallego sin tomar el sol o bañarme en una de ellas. Hay tantas cosas para poder hacer en Galicia…

LONDRES: A la espera del funeral de la reina Isabel II

La casualidad ha hecho que estuviera en el sitio indicado en el momento adecuado, pues acabo de regresar del Reino Unido, por donde hemos viajado durante once días. Aunque del viaje os hablaré más adelante, quiero contaros cómo hemos vivido el fallecimiento de la reina Isabel II, que se produjo el 8 de septiembre, al día siguiente de nuestra llegada y del que nos enteramos gracias a nuestro entorno, pues no acostumbramos a ver la televisión. El suceso nos pilló en Cornualles, a donde llegamos con un coche de alquiler. Pronto vimos banderas a media asta, como en Falmouth, pero la vida seguía con total normalidad, con los pubs muy animados. El día 11 estuvimos en la capital de Cornualles, Truro, donde en el interior de la Catedral había un libro para que la gente mostrara su condolencia.

Aunque todo funcionaba con normalidad, desde Bilbao nos indicaban que el Reino Unido estaba prácticamente paralizado, por lo que temimos que ello alterara nuestro plan de viaje, cosa que no sucedió. El día 13 estábamos ya en Cardiff, la capital de Gales, pudiendo visitar el Museo y Galería Nacional, aunque no el castillo, lo único que encontramos cerrado durante el viaje, aunque supusimos que el motivo era por seguridad, pues se esperaba la visita del rey Carlos. En el pequeño jardín del Ayuntamiento había numerosos ramos de flores.

El día 15 llegamos a Londres, aunque no fue hasta el 16 cuando nos dirigimos al centro desde Sutton, donde nos alojamos dos noches. Trenes y metro funcionaban con total normalidad y el Victoria and Albert Museum estaba abierto y con  muchos visitantes, como si nada sucediese. Cogimos el metro a Covent Garden y pasamos por Trafalgar Square, parcialmente cerrada, para dirigirnos a un abarrotado pub Sherlock Holmes, teniendo que esperar hasta pasadas las 3 de la tarde para que nos sirvieran la comida.

Seguimos sin alterar nuestro plan, pues siempre que visito Londres me gusta caminar desde la Abadía de Westminster hasta el Tower Bridge, para contemplar el Big Ben, la noria (London Eye), el puente Millenium y la Catedral de St Paul’s. Lógicamente, la abadía estaba cerrada y acordonada y frente a ella se instalaban las unidades móviles de la BBC, mientras que otros medios de comunicación copaban casi todos los lugares, incluida la estatua de Nelson Mandela, para realizar las conexiones.

Por la mañana vimos grupos de militares sin armas por el metro, pero al acercarnos a la zona de la Abadía y el Parlamento, la presencia policial era tremenda, a pie, en coches, motos, helicóptero, lanchas por el Támesis  y con los caballos preparados. Sin embargo no hay problema para que posen amablemente para la cámara. También hay mucha presencia de seguridad privada, principalmente para vigilar las vallas que cierran al tráfico algunas calles convertidas en peatonales.

Mientras que por el resto de Londres no se percibía el efecto del fallecimiento de la reina, el entorno de la Abadía de Westminster y del Parlamento estaban llenos de gente, generalmente curiosos que se apostaban frente al Big Ben. Eso sin contar los  7 km de cola que nos dijeron que había para llegar a Westminster Hall, donde se velan los restos de Isabel II hasta que el lunes se celebre el funeral en la Abadía de Westminster. Aunque caminamos por el otro lado del Támesis, vimos que la cola superaba ya el Tower Bridge. Se comentaba que había que hacer 12 horas de cola. Pese a ello, los bares estaban repletos.

La imagen de la fallecida reina Isabel II la pudimos ver estos días en numerosos escaparates, que mostraban así sus condolencias. Incluso algún comercio anunciaba que cerrará el 19 de septiembre. Sin embargo la que más me gustó fue la realizada por un pintor callejero en el suelo de Trafalgar Square. Ha adquirido tanta trascendencia este suceso que, ayer, en el vuelo de Vueling de regreso a Loiu, desde mi asiento pude sacar un par de fotos de sendas personas ojeando revistas monográficas dedicadas a la monarquía británica, una Hello!, el Hola británico, y la otra OK!

COIMBRA (Portugal)

El 14 de marzo de 2020 tuvimos que regresar precipitadamente a casa desde Lisboa para confinarnos, así que en septiembre del pasado año decidimos regresar a Portugal para continuar el viaje que teníamos previsto, comenzando en Coimbra, ciudad que hace muchos años que no visitábamos y que dista 721 km de Leioa, accediendo por la localidad salmantina de Ciudad Rodrigo. Para alojarnos optamos por el Hotel Ibis Coimbra Centro **, situado en la avenida Emidio Navarro, 70, a un paso del río Mondego y a tan sólo 200 metros del centro histórico de la ciudad, al que llegamos cuando descargaba una fuerte tormenta. Al final la lluvia amainó y pudimos comenzar a recorrer la ciudad.

Aunque Coimbra es conocida como la ciudad de los poetas y de los fados, no era uno de los objetivos principales de este viaje, pero tenía muchas ganas de volver a visitar su Universidad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2013. Fundada en 1290, la Universidad de Coímbra es una de las más antiguas de Europa. Aunque en teoría abría hasta las 19:30 h, debido al COVID el horario era mucho más reducido, teniéndonos que conformar con contemplar los edificios situados en torno a la enorme escultura de D Joao III, perdiéndonos el interior sobre todo de la Biblioteca Joanina, del siglo XVIII.

Completamos la tarde con un paseo por el casco viejo al que se accede desde las proximidades del hotel por el Largo da Portagem, presidido por la estatua de Joaquim Antonio de Aguiar y el monumental edificio del Banco de Portugal. Un microbús eléctrico recorre el casco viejo, aunque nosotros lo hacemos caminando por la empinada cuesta que sube hasta la Universidad. Tras la frustrada visita, nos acercamos hasta la Catedral, sentándonos en una terraza a tomar un vino, mientras contemplamos el tono dorado que toma su fachada con el sol del atardecer, que más tarde contemplamos sobre el río Montego.

El 16 de septiembre madrugamos para, antes de abandonar el hotel con rumbo a Tomar, volver al Largo de Portagem para acceder de nuevo al casco antiguo. De nuevo vemos el microbús, pero caminamos hacia la praça 8 de Maio, donde se encuentra el monasterio de Santa Cruz. Como están celebrando la misa, optamos por posponer la visita, contemplando las hermosas fachadas de las viviendas que se asoman a la plaza, donde también está la monumental Cámara Municipal.

Seguimos caminando por la rúa Sofia, hasta que nos llama la atención un cartel que indica que estamos ante el Colegio de Santo Tomás (Colégio de São Tomás), edificado en 1547 por Diego de Castillo para los religiosos Dominicos. En 1928 fue adquirido por el Ministerio de Justicia portugués para convertirlo en Palacio de Justicia de la localidad. No obstante se puede acceder a su interior por una especie de claustro decorado con los típicos azulejos portugueses.

Concluida la misa accedemos al interior del Monasterio de Santa Cruz, el edificio que más me ha gustado de Coimbra. Este templo románico fue construido en 1131, durante el reinado de Afonso Henriques, aunque poco queda de es época. Durante el reinado de D. Manuel I, entre 1507 y 1513, la fachada se completó con dos torres, rematadas con pináculos góticos, que es lo que ahora vemos. La iglesia, de acceso gratuito, es una preciosidad, por la decoración con azulejos historiados, la bóveda manuelina, el hermoso órgano barroco y la tumba de Sancho I situada en la capilla mayor.

Continuamos la visita al monumental Monasterio de Santa Cruz. Previo pago de 3 € accedimos a la coqueta sacristía, decorada con azulejos del siglo XVI y pinturas de dos de los mejores pintores portugueses del siglo XVI, Grão Vasco y Cristóvão de Figueiredo. La misma entrada nos permite visitar también el claustro y la sala capitular manuelina, construida por Diogo Boitaca entre 1507 y 1513. Merece realmente la pena visitar este templo.

La siguiente cita la tuvimos en el segundo edificio que más me gustó, la Catedral Vieja, considerada como una de las mejores representaciones del arte románico en Portugal. Construida a mediados del siglo XII, su aspecto exterior parece un castillo o fortaleza. Previo pago de 2 € accedimos a su interior, que consta de tres naves sostenidas por robustas columnas. Destaca sobre todo el impresionante retablo de la Capilla Mayor, construido en 1498 en estilo gótico flamígero. Concluimos la visita en el claustro, decorado con capiteles románicos.

La última visita monumental que realizamos fue a la Catedral Nueva, situada más arriba, junto a los principales edificios de la Universidad. Esta iglesia se convirtió en Catedral de Coimbra cuando los jesuitas fueron expulsados de Portugal, al haberse quedado pequeña la antigua Catedral. Después de haber visto la anterior, ésta nos decepcionó un poco, máxime cuando se tarta de la típica construcción de los jesuitas, muy recargada, en la que destaca su retablo barroco. La entrada es gratuita.

Aunque la visita ha resultado muy apresurada, nos ha gustado el centro histórico de Coimbra. Tenemos que darnos prisa para regresar al hotel, contemplando la iglesia de San Salvador, situada junto a la Catedral Nueva, que alberga el Museu Nacional de Machado de Castro. En nuestro descenso nos detenemos ante la “Tricana de Coimbra”, figura emblemática de la ciudad. También pasamos bajo los arcos de la antigua muralla y fotografío a un grupo de músicos que se preparan para actuar, pero a los que no tenemos tiempo de ver.

Sólo hemos estado en Coimbra media tarde y una mañana, pero hemos disfrutado. El viaje por Portugal acaba de comenzar. Por delante  nos espera Tomar, Lisboa y el Algarve, pero eso es otra historia.

CUENCA, Patrimonio de la Humanidad

Me gusta Cuenca, así que he visitado esta preciosa ciudad en varias ocasiones, la última de ellas a mediados de junio del pasado año. Desde 1996 y con el nombre de “Ciudad histórica fortificada de Cuenca”, forma parte de la selecta lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, debido a su excelente estado de conservación. Fue construida por los musulmanes con fines defensivos y, una vez conquistada por los castellanos en el siglo XIII, se convirtió en ciudad real y sede episcopal, construyéndose notables edificios de la talla de la primera Catedral gótica de España y de las famosas Casas Colgadas.

Para las cuatro noches de esta última escapada hemos elegido como a alojamiento el Parador de Cuenca, que ocupa el antiguo convento de San Pablo, comenzado a construir en 1523, ubicado en un espectacular emplazamiento en la Hoz del Huécar. El restaurante se encuentra en el antiguo claustro. La gastronomía es excelente, incluyendo una buena hamburguesa, que comimos nada más llegar, mientras nos preparaban la habitación.

Además de por ser un magnífico alojamiento, elegimos el Parador por su emplazamiento en la Hoz del Huécar. De hecho cuenta con un excelente mirador al que acuden multitud de visitantes, para contemplar el emblema de la ciudad, las Casas Colgadas construidas a partir del siglo XV sobre la hoz, que albergan en la actualidad Museo de Arte Abstracto Español. Se encuentran al otro lado del Puente de San Pablo, construido en 1902. También podemos contemplar la parte trasera de la Catedral, la iglesia de San Pablo y, sobre el Cerro del Socorro, el monumento al Sagrado Corazón.

Al otro lado del Puente de San Pablo se encuentra el centro histórico de la ciudad, que se articula con la Plaza Mayor como epicentro, a la que nos dirigimos para tomar un café en una de sus numerosas terrazas. A la plaza se asoman la Catedral y la iglesia de San Miguel, pero está presidida por el edificio del Ayuntamiento, construido en 1733 por Lorenzo de Santa María para servir de cierre a la Plaza Mayor, que se comunica con la calle de Alfonso VIII a través de unos soportales a modo de túnel. En los alrededores hay varias tiendas de recuerdos.

Tras el café, nuestra visita monumental comienza en el edificio más relevante de Cuenca, la Catedral de Santa María y San Julián, que se empezó a construir en el siglo XII y representa uno de los ejemplos más tempranos del gótico en España. El horario de visitas es de 10:00 a 19:30, aunque los domingos cierra a las 18.00. La entrada cuseta 5,50 €, con una reducción de 1 € para los mayores de 65 años. Una vez en su espectacular interior, vamos contemplando el Transepto, el retablo renacentista de la capilla de los Apóstoles, la Sacristía, la Sala Capitular, el Coro, el Arco de Jumete y otras capillas como la del Socorro.

Continuamos la visita a este templo de grandes dimensiones, pues ocupa una superficie de 10.000 metros cuadrados, con una longitud de 120 metros y una altura en su área central de 36 metros. En esta especie de enorme museo sacro seguimos contemplando el altar mayor y otras monumentales capillas, como la de los Caballeros lugar de enterramiento de la familia Albornoz, la Honda y la de los Muñoz. Nuestro recorrido concluye en el claustro, donde se encuentra la obra “El laberinto del dictador”. Da pena abandonar este fresco lugar, pues en la calle hace mucho calor.

Dedicamos el resto de la tarde a recorrer el casco antiguo, comenzando por una pintoresca y estrecha calle, la Ronda Julián Romero, que sube desde la zona de la Catedral hasta el convento de las Carmelitas, del siglo XVII, pasando por un curioso arco sobre el que se encuentra el Cristo del Pasadizo. Contemplamos también la Posada de San José, del siglo XVII, antiguo convento del mismo nombre y nos detenemos ante la escultura dedicada a Federico Muelas, poeta conquense. La otra alternativa, que utilizamos en la bajada, consiste en subir por la calle de San Pedro hasta la iglesia del mismo nombre, edificada en el siglo XVIII.

Enseguida llegamos al Arco Bezudo, abierto en la muralla y, un poco más arriba, al mirador del Kiosko del Castillo, uno de mis lugares favoritos de la ciudad, al que acudimos todos los días, bien a comer o a tomar un vino al atardecer, pues se aparca bien, suele correr el aire y cuenta con una buena hostelería. Precisamente en la terraza del restaurante María Morena, se encuentra la escultura “Al visitante”, realizada en 2014 por Javier Barrios. Desde aquí tenemos la mejor vista de la Hoz del Huécar, con el Parador al fondo. Desde un poco mas abajo también se divisa la Hoz del Júcar, siendo el punto de partida de varios senderos.

Cuenta la ciudad con otras muchas iglesias, edificios, esculturas urbanas y tradicionales comercios de interés, así que descendemos por la calle San Pedro hasta la plaza Mayor, continuando cuesta abajo por la calle Alfonso VIII, a la que se asoman interesantes edificios. Nuestra última cita es en la Torre de Mangana, que ha sufrido numerosas transformaciones a lo largo de la historia. Todavía contemplamos un modernista grupo escultórico dedicado a la Semana Santa y dos iglesias del siglo XVIII, la de la Merced y la de la Virgen de la Luz. Concluimos nuestro recorrido por la Hoz del Huécar antes de emprender una empinada subida hasta el Parador.

No todo va a ser visitar monumentos, así que la última tarde en la ciudad la dedicamos a caminar por el fondo de la otra hoz, la del Júcar, hasta la presa de Las Grajas, por la que se puede realizar un recorrido circular de 7 km por el sendero SL-CU-11. Durante el recorrido vimos a gente escalando a varias personas en piragua por el río Júcar, algo bastante refrescante pero no para nosotros, que seguimos padeciendo el intenso calor, por lo que optamos por coger el coche y subir al cerro del Castillo a tomar algo fresco. A este lugar se puede llegar también en autobús.

La ciudad de Cuenca es un buen punto de partida para realizar excursiones por otros espacios naturales de la provincia. De hecho en esta escapada también fuimos a la Ciudad Encantada, el Ventano del Diablo, los Callejones de las Majadas, los nacimientos de los ríos Tajo (en Teruel), Júcar y Cuervo, la Ruta de las Caras, en Buendía y dos curiosos lugares de los que no había oído hablar, las Torcas de Palancares y Tierra Muerta y las lagunas de de Cañada del Hoyo. De todo ello hablé en una entrada publicada el 6 de julio de 2021, que podéis ver en https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2021/07/06/cuenca-paraiso-natural/

Municipios de Bizkaia (10)

Continúo el recorrido por otros diez municipios de Bizkaia, los siguientes en orden alfabético a los publicados el pasado 3 de mayo. En total son 112 y los recorrí entre los años 2012 y 2016. De esta forma pausada os iré mostrando lo que en mi opinión es lo más interesante en cada uno de ellos.

Comienzo esta entrega en el municipio de Muskiz, del que hablé con más amplitud el pasado 5 de abril (https://blogs.deia.eus/de-leioa-al-mundo/2022/04/05/muskiz-bizkaia-via-verde-de-itsaslur/), centrándome principalmente en lo que más me gusta de este municipio del Gran Bilbao, que tiene una extensión de 21,50 km² y cuenta con una población de 7.438 habitantes. Se trata de la Vía Verde Itsaslur que une los barrios de Pobeña y Kobaron, por la que discurre el Camino de Santiago. También son de interés la playa de La Arena y la Ferrería de El Pobal.

Nos desplazamos ahora hasta la comarca de Busturialdea y más en concreto al extenso (49,89 km²) y poco poblado (1.475 habitantes) municipio de Muxika. En 1966 este municipio se anexionó los vecinos municipios rurales de Ibarruri y Gorozika. En el patrimonio del primero de ellos destacan la moderna iglesia de Andra Mari y la gótica ermita de San Pedro y San Pablo. Otra iglesia, la de Santa María es el edificio más relevante de Gorozika. En la capital, Ugarte, destaca el conjunto que forman el Ayuntamiento y la iglesia de San Vicente Mártir.

Sin salir de la comarca de Busturialdea nos trasladamos al municipio con menor densidad de población de esta entrega (20,9 hab/km²), Nabarniz, pues tan sólo cuenta con 255 habitantes que viven en una superficie de 12,2 km² y se distribuyen entre seis barrios. En lo alto de Elexalde se encuentra su principal edificio, la iglesia de Santa María de Gorostiza. En Lekerika auzoa encontramos dos interesantes edificios, la ermita de Santiago y el caserío Aldekoa. Finalmente, en el barrio de Ikazurieta encontramos el edificio más original de todos, el caserío Ibargüen, que cuenta con un hórreo de 1581. Vemos también una imagen del viejo autobús.

Pasamos ahora a la comarca de Lea Artibai para visitar el municipio de Ondarroa, que cuenta con una extensión de 3,60 km² y una población de 8.326 habitantes. Declarado conjunto monumental en 1996, su casco antiguo merece una detenida visita, que debe comenzar en la iglesia de Santa María, de estilo gótico tardío, siendo también relevante la Torre de Likona, del siglo XV, ejemplo de la típica casa torre vasca. También me gustaron la Cofradía de Santa Clara y el grupo escultórico “La mujer del mar”, de Casto Solano. Hay que citar tres puentes, el Viejo, el de la playa o del perro chico (perra chica) y el más moderno, el de Itsas Aurre, obra de Santiago Calatrava.

Y de la costa al interior, a la comarca de Arratia-Nerbioi, para recorrer el municipio más extenso (102,42 km²) de esta entrega, poblado por 2.658 personas. Situado a los pies del macizo de Gorbeia, Orozko cuenta con un rico patrimonio disperso por sus diferentes barrios, entre los que destacan las Casas-Torre de Aranguren y Torlanda, además de la Casa Palacio Legorburu y la Casa Consistorial. De la arquitectura religiosa podemos citar las iglesias de San Bartolomé de Olarte, San Juan Bautista, San Lorenzo de Urigoiti y San Pedro de Murueta. También merece destacar el molino de Uxuluze y las casas que se asoman al río Altube, donde vimos una garza.

Volvemos a la comarca del Gran Bilbao para recorrer el municipio de Ortuella, que tiene una extensión de 7,65 km² y una población de 8.379 habitantes. Enclavado en la antigua zona minera, cuenta con un notable monumento dedicado a los mineros y se divide geográficamente en dos partes diferenciadas, la alta, donde se encuentran los barrios de Cadegal, La Orconera y las Losinas, y la baja, que comprende los barrios de Urioste y Nocedal, así como el núcleo central del municipio, donde contemplamos el monumento al Barrenador. También nos detenemos ante el Horno de Siderita, inscrito como Bien Cultural, el Ayuntamiento y dos iglesias, la de San Félix de Cantalicio y la de Santa María Magdalena.

Nos desplazamos ahora al Duranguesado, al municipio de Otxandio, fronterizo con Araba, que tiene una extensión de 12,43 km² y una población de 1.359 habitantes. Su patrimonio es rico en casas palacios blasonadas, concentrándose lo más interesante en torno a la plaza Nagusia, presidida por la fuente de Vulcano, a la que se asoman la Casa Consistorial, la Kultur Etxea, la bolera  y, un poco más apartada, la iglesia parroquial de Santa Marina. En el municipio se recuerda a los fallecidos en el bombardeo de Andikona y a Arrese Beitia, ilustre poeta local.

Y del interior a la costa, a la comarca de Uribe donde se encuentra el municipio de Plentzia, que tiene una extensión de 6,30 km² y una población de 4.414 habitantes, que aumentan considerablemente en verano gracias al atractivo de su playa, su ría, su pequeño puerto pesquero y la plaza del Astillero, a la que se asoma el Ayuntamiento. Merece la pena recorrer de forma pausada el casco histórico, situado en torno a la iglesia de Santa María Magdalena y unido a la estación de Metro mediante un emblemático puente.

Volvemos a donde empezamos, a la comarca del Gran Bilbao para recorrer el casco antiguo de Portugalete, municipio densamente poblado (14.367,6 hab/km²), pues en tan sólo 3,21 km² viven 45.285 personas. Su principal atracción es el Puente Bizkaia, popularmente conocido como Puente Colgante de Portugalete, construido en 1893, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Cuenta también con un rico patrimonio arquitectónico, destacando la Basílica de Santa María, de estilo gótico-renacentista, construida entre los siglos XV y XVI. Junto a ella se encuentra la Torre Salazar, del siglo XIV. También hay que reseñar el Gran Hotel Puente Colgante (1871), la Casa Consistorial (1883), el monumento a Victor Chavarri (1903), el Mareómetro (1883), el muelle de Hierro (1887), la estación de La Canilla (1888), el Palacio El Saltillo (1894) y el Museo de la Industria (Rialia).

Concluimos esta entrega en el municipio situado al lado, Santurtzi, que cuenta con una población similar, 45.795 habitantes pero más del doble de extensión, 6,77 km². Si por algo es conocido Santurtzi es por el puerto y por el monte Serantes, bajo el que se ubica la población, en la que obligatoriamente tenemos que visitar el puerto pesquero, los monumentos a la Virgen del Carmen y a la Sardinera y comer unas sardinas asadas junto a la Cofradía de Pescadores. Los edificios más significativos son el palacio de Casa Torre, el Ayuntamiento, el Palacio de Oriol y el Hospital San Juan de Dios, concluyendo nuestro recorrido dando un agradable paseo por el parque municipal contemplando las diferentes esculturas existentes.

Las fotos que ilustran esta entrada fueron tomadas entre el 28 de abril y el 28 de julio de 2015, correspondiendo a los municipios número 84 a 93, por orden alfabético. Ya sólo faltan 19.

Yellowstone National Park (y 2)

Continúo el relato del viaje realizado en junio de 2012 por Yellowstone,  primer parque nacional creado por el gobierno de los Estados Unidos en 1876, que ahora forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El 12 de junio nos detuvimos a orillas del río Madison para fotografiar a dos enormes ciervos, aunque enseguida continuamos hasta nuestro primer destino, que fue la gran sorpresa del viaje pues no habíamos oído hablar de él. Se trata del Gran Cañón de Yellowstone, que tiene 30 km de largo y 500 metros de profundidad. La zona está muy preparada, con carreteras y senderos que conducen a diferentes miradores desde los que contemplar el cañón y las cascadas que, además, tenían mucha agua, dado que nos encontrábamos en plena época de deshielo. Un lugar de visita obligada.

Seguimos circulando hacia el Sur por el “ocho” inferior del parque, hasta llegar a las zonas de servicios de Yellowstone Lake, un enorme lago de 32 km de largo y 23 de ancho, situado a 2376 metros de altitud. A orillas del lago se encuentra nuestro siguiente destino, West Thumb Geyser Basin, notable conjunto termal que nos permite ver en un corto espacio fumarolas, pequeños géiseres y alguna de las más espectaculares piscinas termales del parque, como Black Pool y Abyss Pool.

Nuestro recorrido continúa hasta otro lugar de visita obligada, el Old Faithful Geyser, que dicen que constituye la imagen más representativa del Parque Nacional de Yellowstone, además de ser el géiser más famoso del mundo, que expulsa agua cada 90 minutos durante un periodo de 5 minutos y alcanza alturas entre 55 y 75 metros. Prueba de su importancia es que cuenta con un centro de visitantes propio, dotado de cafetería y unas gradas en las que sentarte a la espera de la erupción, cuyo horario se anuncia en carteles. Los bisontes, el Grand Canyon y el Old Faithful Geyser constituyen en mi opinión tres de las cuatro cosas que no hay que perderse en Yellowstone. Ya sólo nos falta una.

Casi al lado tenemos la siguiente cita. Se trata de Upper Geyser Basin, por donde dimos un agradable paseo, caminando sobre pasarelas de madera, por la zona en la que se concentran aproximadamente la mitad de los géiseres del parque y un tercio de todos los conocidos en el mundo. Particularmente me quedo con la preciosa laguna Chromatic Spring y tres géiseres, Castle Geyser, el más antiguo de la zona y el de mayor cono, que puede lanzar el agua a 27 metros de altura dos veces al día, el Daisy Geyser, que lanza el agua a 23 metros en intervalos de 2 a 4 horas y el Giant Geyser, en el que el agua puede alcanzar los 76 metros de altura. Una zona preciosa, que tampoco hay que perderse.

Tras pasar cuatro noches en West Yellowstone, el 13 de junio abandonamos el hotel pero no el parque, en el que pasamos todavía unas tres horas, deteniéndonos en primer lugar en Fountain Pint Pot, que recibe su nombre por los tonos que adquiere debido a los distintos estados de oxidación del hierro. Estamos en el Lower Geyser Basin, en el que volvemos a caminar por pasarelas de madera deteniéndonos en varios lugares, como la hermosa piscina termal de color azul y nombre Celestine Pool y el Clepsydra Geyser, que entra en erupción casi sin pausa.

Nos acercamos a continuación al Firehole Lake, rodeado de actividad termal y fumarolas. Nuestro viaje en Yellowstone está a punto de concluir, pero no podemos abandonar el parque, sin recorrer una de sus zonas más bonitas, el Midway Geyser Basin, acercándonos en primer lugar a su principal géiser, el Excelsior, que emana 15.000 litros de agua caliente por minuto. Sin embargo, lo más hermoso de este lugar son las lagunas de colores que vamos a ver a continuación.

Seguimos en el Midway Geyser Basin, acercándonos en primer lugar al cuarto sitio cuya visita resulta obligada, Grand Prismatic Spring, la laguna de agua termal más grande de Norteamérica y tercera del mundo, pues tienen unos 113 metros de diámetro. Destaca por su variedad de colores, mucho más visibles en una imagen aérea, que van del azul del centro al naranja del exterior pasando por verdes y amarillos. Aquí nos sacamos la foto de grupo de despedida del parque, aunque si salir del recinto todavía nos acercamos a dos hermosas lagunas de color azul turquesa, de nombre Turquoise Pool y Opal Pool.

En los dos últimos días recorriendo Yellowstone National Park hemos contemplado espectaculares lugares, de la talla del Grand Canyon, Old Faithful Geyser y Grand Prismatic Spring, pero ¿qué ha sido de los bisontes que veíamos todos los días? Sucede que suelen frecuentar las riberas de los ríos y las grandes praderas, no siendo habitual verlos ni en los cañones ni en las zonas termales. Sin embargo, un pequeño comité vino a despedirnos al borde de la carretera antes de abandonar Yellowstone y entrar en su prolongación, el Grand Teton National Park, por el que continuó el viaje.

Tras recorrer 337 km, concluimos la jornada del 13 de junio en Jackson Hole, para asistir al rodeo que se celebraba ese día y que cogió fama porque el año anterior acudieron a él Shakira y Piqué, Al día siguiente regresamos a Salta Lake City para un día después tomar un vuelo a Calgary, pues todavía teníamos por delante 9 noches en Canadá para recorrer las Rocosas y visitar las Catarata del Niagara, pero esa es otra historia. Un viaje de los de no olvidar.

Yellowstone National Park (1)

Han pasado diez años, pero parece  que fue ayer cuando estuvimos recorriendo uno de los parques nacionales que más me gustan del mundo, Yellowstone National Park. Intentamos visitarlo en octubre de 2009, pero una ola de frío polar, con las carreteras cubiertas de hielo e infinidad de accidentes, hizo que desistiéramos, concentrándonos en otros parques de Utah, esperando hasta junio de 2012 para volver a intentarlo, esta vez volando a Salt Lake City, la capital del estado de Utah, con Air France a París y luego 11 horas de vuelo con Delta. El 9 de junio recogimos en el aeropuerto el coche alquilado y las dos parejas realizamos los 516 km que nos separaban de West Yellowstone, en Montana, donde nos alojamos cuatro noches en el Hotel Best Western Cross-Winds Motor Inn.

West Yellowstone es la típica población del oeste norteamericano situada en el condado de Gallatin, en el estado de Montana. Aquí se encuentra la entrada oeste del Parque Nacional de Yellowstone. Cuenta con una gran variedad de servicios, como alojamientos, comercios, estaciones de servicios y restaurantes. Es el lugar en el que cenamos las cuatro noches y donde compramos comida y bebida para degustar al mediodía en las áreas de pic-nic del parque. También cuenta con un pequeño museo en el que, como una premonición, vimos una foto de bisontes con nieve sobre su piel.

Teníamos muchas ganas de visitar el Parque Nacional Yellowstone, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, así que nada más instalarnos en el hotel nos dirigimos al acceso oeste que, aunque en su mayor parte está en el estado de Wyoming, se encuentra en el de Montana. El tiempo estaba inseguro, por lo que optamos por desplazarnos sólo hasta la zona del Madison river. Pronto recibimos una gran alegría, pues la carretera estaba ocupada por una manada de bisontes, animal que teníamos muchas ganas de ver. Aunque están muy acostumbrados a los humanos, recomiendan no acercarse a ellos a menos de 25 metros, ya que es un animal salvaje que alcanza los 1.000 kg de peso. Muchos van con sus crías y todos están mudando la piel. Aunque es 9 de junio, pronto empieza a nevar, por lo que, contentos pero preocupados, decidimos regresar al hotel.

10 de junio. Los primero que hago al despertarme es mirar el parque que tenemos frente a la habitación y contemplo que está completamente nevado. Además sigue nevando. Como el acceso a las habitaciones se realiza desde la calle, en la puerta tenemos nieve. Empezamos a mosquearnos, pues hace 3 años se frustró nuestro viaje a Yellowstone por el hielo y ahora estamos rodeados de nieve, pese a haber adelantado cuatro meses la fecha del nuevo viaje. Al mediodía el temporal remite y, aunque hace frío, optamos por volver al cercano Madison river. Veo un par de ciervos y la coqueta cascada Gibbon Fall, de algo más de 25 metros de altura, en el río del mismo nombre, para luego entretenerme fotografiando al primer animal que tengo cerca, una ardilla terrestre, que parece posar para la cámara.

El día sigue amenazante pero no nieva, así que decidimos acercarnos a Artists Paint Pots, un pequeño grupo termal formado por más de 50 manantiales, géiseres y pequeñas lagunas de colores, que recorremos por una pasarela a lo largo de un kilómetro. De aquí nos dirigimos al cañón del río Gibbon, para contemplar desde un mirador la Virginia Cascade, de 18 metros de altura. Concluimos la jornada en The Canyon Visitor Education Center, donde contemplamos fotografías de la fauna del parque, destacando los osos, que no tuvimos oportunidad de ver, teniendo que esperar unos días para, en las Rocosas Canadienses, tener muy cerca osos negros y enormes gryzzlys. Eso sí, volvemos a ver un buen grupo de bisontes.

11 de junio. La cosa se anima. Por fin sale el sol, así que hay que aprovechar la jornada. Estamos en una gigantesca caldera volcánica, que cuenta con numerosas zonas termales, por lo que dedicamos buena parte de la mañana al Norris Geyser Basin, el punto más caliente del parque, con temperaturas que rozan los 270ºC bajo el suelo. De forma pausada vamos pasando sucesivamente por la preciosa laguna termal de Emerald Spring, de color azul claro, el Steamboat Geyser, el géiser activo más alto del mundo, pues puede subir hasta 90 metros, aunque lo normal es que no pase de 12, la piscina azul de Cistern Spring y dos géiseres más pequeños, Minute Geyser y Echinus Geyser.

Continuamos recorriendo el gran complejo termal de Norris Geyser Basin, dedicando la segunda parte a caminar por las pasarelas de la zona más amplia, de nombre Porcelain Basin, así llamada por el color lechoso depositado en una amplia superficie, bastante llana, por la que fluye una pequeña lámina de agua caliente. Cuenta también con varios pequeños géiseres y unas cuantas lagunas de color azul turquesa y esmeralda. Poco a poco, lo que visitamos va creciendo en interés.

Volvemos a una zona en la que ya hemos estado, pero ahora con sol. Se trata de la cuenca del río Madison, donde vemos a un solitario bisonte antes de cruzar el Golden Gate Canyon. Nuestro destino es Mammoth Hot Springs Terraces, zona termal en la que han acondicionado un recorrido por pasarelas, desde las que se pueden ver las distintas formaciones de las terrazas. De allí nos dirigimos a la cercana Undine Falls, una cascada de unos 30 metros, en cuyo entorno aprovechamos para comer el bocadillo.

Cerca de Tower Roosevelt se encuentra el árbol petrificado, junto al que parte la carretera que se dirige a Lamar Valley, una extensa llanura rodeada de montañas nevadas, que dicen que está llena de animales, como bisontes, lobos, wapities, y alces. Es por ello que hay quien le llama “el Serengeti de Estados Unidos”, dada su facilidad para ver animales grandes. Sin embargo nosotros nos tuvimos que conformar con contemplar un grupo de ciervos y cientos de bisontes, que poblaban la pradera como champiñones. Un espectáculo fascinante.

Por la carretera del parque podemos ver todo tipo de vehículos y algún bisonte. Bien avanzada la tarde nos dirigimos a Tower Fall, una cascada que se precipita de la Tower Creek con una caída de 40 metros. Recibe este nombre por las columnas de basalto que se encuentran sobre ella. Emprendemos el regreso al hotel pasando por una zona alta del parque, en la que la nieve se encuentra al borde de la carretera. Antes de abandonar el parque nos tenemos que detener, pues una manada de bisontes ocupa la carretera. Es una gozada verlos tan cerca.

Esto ha sido sólo el aperitivo. Nos queda por ver lo que más me gustó del Parque Nacional de Yellowstone, pero de ello espero hablar la próxima semana. El viaje continúa.