Otra masacre rusa

No podemos mantenernos indiferentes ante los abusos. Menos, ante los asesinatos. Y mucho menos, ante las masacres: “Rusia ha atacado con misiles balísticos el centro de la ciudad, en un bombardeo en el que han muerto al menos 32 personas, entre ellas dos niños, y más de 80 han resultado heridas. entre ellas 10 menores” (El Independiente). No por recurrente, no por larga la invasión rusa sobre Ucrania, no porque Netanyahu mate a más gente en Gaza, no porque algunos hayan desempolvado el “no a la guerra” en su beneficio, debemos pasarlo por alto: Putin sigue matando a misilazos en el borde Este de Europa con impunidad.

El jefe es Putin

Antes de esta última masacre rusa en su invasión sobre Ucrania, la posición de EE.UU. era esta: “Trump cede ante Moscú y podría aceptar las conquistas rusas en Ucrania” (Público). Después de los más de 30 asesinatos, me temo que la postura del gobierno estadounidense será la misma. Putin es el jefe, no nos olvidemos. Putin es el que decidió desestabilizar Occidente durante años, en un trabajo minucioso y financiado, además, por la propia Europa, con su dependencia de los recursos naturales rusos. ¿Por qué? Por imperialismo y porque podía, porque se lo hemos puesto fácil con los Abascales y los Trumps, y con los reels.

Quien mata a periodistas

La vida de un periodista no vale más que la de cualquier otra persona, y ante más de 60.000 muertes (según varias fuertes) en Gaza, titular así puede resultar una frivolidad: “Israel ha asesinado a uno de cada diez periodistas en Gaza” (Diario Socialista). Pero no lo es, evidentemente: quien mata a periodistas lo que busca es un apagón informativo. No soy un necio: también sé que Hamás no quiere periodistas internacionales sobre el terreno para servirnos ellos las imágenes que les interesan. Tampoco estoy siendo equidistante: el que asesina es el ejército israelí y el que veta es Hamás. Pero la información molesta a ambos.

Ya que hablamos de aranceles…

Trump ha dado un impulso al europeísmo que debemos aprovechar y, al mismo tiempo, ha puesto encima de la mesa temas de los que hemos hablado poco, claramente. ¿Quién sabía que aranceles pone Europa a otros países y con qué motivos? Yo, no, la verdad. Y si miramos más allá de nuestras fronteras y del egoísmo de Trump (amigos suyos muy cercanos han ganado millones con el terremoto bursátil, ¿y él no lo ha hecho?), encontramos ahora noticias muy interesantes: “Japón lleva medio siglo cobrando un arancel 0% a los coches extranjeros. No encontrarás uno entre los 50 más vendidos” (Xataka).

No es posible

Enrique Dans recuerda, por su lado, algo también muy certero en su blog: es inviable que un iPhone se construya hoy completamente en EE.UU., y no solo un iPhone. Pero el teléfono es solo un ejemplo, un icono. La realidad es que en aquel país, por mucho que Trump se empeñe, no existe la industria tecnológica que exige la producción de este tipo de elementos. Dans tampoco habla con condescendencia de los países que, como China, han desarrollado esa industria, precisamente, con inversiones importantes y sostenidas durante décadas. Al contrario: la pone en valor. Precisamente por eso es imposible levantarla en EE.UU. de pronto.

¿Cuáles son los medios de masas?

Entro cada día a Bluesky para leer a Bernie Sanders y a Xavier Tomàs. El demócrata me reconcilia con EE.UU. un poco cada mañana, y el consultor me hace reflexionar: “Los medios de comunicación ya no son medios de masas: TikTok es un medio de masas, el Washington Post, no”. Así comenta una conversación entre Ignacio Escolar e Iñakli Gabilondo que, con el debido respeto, me dan mucha más pereza que los hilos de Tomàs. La reflexión es capital: los periódicos hoy parecen hechos por periodistas (también los de los gabinetes de prensa) para periodistas (especialmente para los de los gabinetes de prensa).

Los ultras lo saben bien

Los fachas saben muy bien que los medios de masas no son los periódicos. Y les viene de maravilla, por cierto, que nadie dé la importancia debida a estar informado por periodistas: “Los políticos de extrema derecha son los que difunden más bulos, según un estudio en 26 países”. Que esto que publican en El Nacional no nos sorprenda me aterra, pero soy optimista y confío que las llamadas de atención de la Universidad de Amsterdam, donde han hecho el estudio, sirvan para algo: existe una “relación simbiótica entre los populistas de extrema derecha y los medios alternativos”.

No solo es política

Los medios alternativos y no informativos, empezando por las redes sociales, siguiendo por las webs creadas para intoxicar y terminando por las plataformas en las que todo es entretenimiento, son hoy los grandes medios. Tiene razón Xavier Tomàs. Es el mundo que hemos creado: el del entretenimiento sobre todas las cosas, el de que no sepamos separar lo importante de lo accesorio y el de los millones que se mueven como si no costara. El Wrexham, que pertenece a los actores Ryan Reynolds y Rob McElhenney, en la cuarta división inglesa, “ingresó más que más de media LaLiga EA Sports” (2 Playbook) gracias a Disney y Meta, entre otros.

Hay muchas personas que lo ven

Somos una civilización de mierda, lo ha expuesto Rubén Arranz en El Independiente. El autor anuncia: “Hay dos personas que se matan en directo en internet”. Son Simón Pérez y Silvia Charro, la pareja que se dio a conocer por recomendar inversiones en YouTube como si estuvieran drogados, según dicen los que saben. Ambos perdieron sus trabajos y entraron en una espiral de autodestrucción que exhiben on-line a cambio de dinero para seguir autodestruyéndose en directo. La tragedia no es que estén ellos dos, es que haya miles de personas viéndolo y colaborando económicamente con este drama.

Correcto

“El impuesto a las bebidas azucaradas ha sido un éxito rotundo. Y hay quien quiere extenderlo ahora a la sal”, leo en Xataka y, claro, me parece una grandísima noticia. El subtítulo, además, me parece magnífico: “Frente al reinado absoluto de los utraprocesados, los expertos en salud pública han encontrado el medicamento más efectivo: los impuestos”. Somos así de idiotas: necesitamos un código de colores y letras visible para saber que un paquete de Doritos es malo. “Desde que se introdujo el impuesto, el contenido de azúcar en las bebidas se ha reducido un 44%”. El problema de la sal es que no sabemos cuánta consumimos.

Ni un pelo de tonto

Cuando me enteré de que Donald Trump había reculado con los aranceles pensé: “¡Menudo gilipollas!”. Pero, como casi siempre, estaba equivocado: el rebote en las bolsas, que solo podía anticipar el presidente estadounidense que conocía el cambio de criterio arancelario, ha hecho muy ricas a muchas personas. “¡Es un gran momento para comprar!” eso fue lo que posteó en su red social el propio Donald Trump poco antes de anunciar que pausaba los aranceles, lo que llevó a una subida de la bolsa. Si había un plan, era el de enriquecerse. Si hubo un cambio de criterio lo primero que hicieron fue caja.

Miedo, no, pavor

Iba todo tan mal tras el anuncio de los aranceles que los valores refugio de los mayores especuladores (el oro, los fondos, las criptomonedas) se vendían. No había miedo en las bolsas, había pánico. Todos los termómetros indicaban un invierno nuclear, y por eso Trump ha reculado. Eso, sí, ampliando algunas fortunas por el camino. Por supuesto, el discurso es otro: que todo estaba planeado, que era una estrategia para conseguir ventaja en las negociaciones (aquel “están besándome el culo”), que lo importante es la recaudación y la subida de la bolsa, no lo que ha pasado hasta ayer mismo… Pero no podemos darlo por bueno.

El exprimidor, a tope

Tapado por los aranceles, Elon Musk ha hecho una maniobra que no podemos perder de vista: ha vendido X a otra empresa de su holding para revalorizar la red social y, de paso, la empresa que lo adquiere: “El acuerdo ha provocado la fusión de dos de sus empresas, y hace que la valoración de xAI ascienda a 80.000 millones de dólares y la de X a 33.000 millones” (Xataka). Por supuesto, el gobierno no ha puesto ningún “pero” aunque todos intuimos que este solo es un primer paso hacia otro destino. Es decir: los enfrentamientos entre Musk y varios asesores no impiden que en lo importante (para ellos) no haya fisuras: han puesto el exprimidor a tope.

Un país fallido

Tenemos que tratar a EE.UU. como lo que es: un negocio para los ricos y poderosos con tintes de dictadura. En Instagram la cuenta oficial de la Casa Blanca se ha reído de la expulsión de inmigrantes, mientras leemos que hay deportaciones o traslados a las cárceles de Salvador de personas que no han sido condenadas por ningún delito. Y el propio Elon Musk, junto al fundador de Google, Sergey Brin, empiezan a difundir la idea de que trabajar menos de 60 horas semanales es de débiles y de frágiles. EE.UU. no es el país de la libertad y las oportunidades: es una oligarquía cada día menos democrática.

Esto sigue pasando

Además de retrasar la aplicación de los aranceles, Trump ha tomado otra decisión llamativa en las últimas jornadas: “Declara la guerra a las duchas que no le permiten ‘cuidar de su bonito pelo’ como es debido” (el Huffington Post). Ha acabado con la limitación de la presión y los caudales para ahorrar agua. Unos días antes, además, “firmó una serie de órdenes ejecutivas para impulsar la producción de carbón” (Voz.us), mandando al carajo las medidas que ayudan a que podamos ser un poco más sostenibles, con su habitual y repelente sorna. Y todo esto, mientras “Europa vivió su marzo más cálido” (Europa Press).

«La electrificación general del sistema»

La megalomanía de Trump nos impide ver la megarrealidad vasca: Pello Otxandiano ha explicado en X y en Facebook su visita a Petronor, que para él tiene que ser como un descenso al infierno. El candidato a lehendakari de Bildu ha querido ser amable pero contundente, mantenerse incorruptible pero sacarse la foto, hablar de la ciudadanía pero sin desatender el modelo de negocio: “Nuestra apuesta estratégica es clara: avanzar hacia la electrificación general del sistema”, escribe. Entonces, ¿a tope con las nucleares? ¿Llenamos Euskadi de placas solares y aerogeneradores? ¿O importamos toda la energía desde China?

A todo que sí

Hace tiempo ya un jefe me dio un consejo desconcertante, para empezar, porque venía de un jefe: “Tú di a todo que sí y luego haz lo que te dé la gana”. Seguro que alguna o alguno ha reconocido a ese jefe que tuve. El consejo vale para el trabajo pero también para la vida y, sobre todo, vale para tratar con Donald Trump. “No le contradigas en público”, dicen que le dijeron a Zelenski, que no hizo caso, por desgracia para él. Pues eso hay que hacer: decir a Trump a todo que sí (hasta cuando dice que 70 países le besan el culo) y luego hacer lo que nos dé la gana, esto es, dejar de consumir estadounidense y abrirnos al resto del mundo.

La realidad

Trump está viejo, cascado, tiene malas ideas y tiene también una grandísima clac de palmeros muy bien pagados. Pero es el rey desnudo del cuento en versión siglo XXI y en versión naranja Risketo, también. La realidad no es la que él cuenta ni la que él cree (que en esto también habrá diferencia, seguro), la realidad es esta: “Apple ha hecho algo para mitigar los aranceles: fletar cinco vuelos llenos de iPhone desde la India”. En Xataka también explican cómo la amenaza del encarecimiento ha levantado las ventas, pero no porque haya aumentado el deseo o haya mejorado la situación económica, sino por miedo.

¿Qué puede salir mal?

Europa se puso en manos de Putin y salió mal. Ha dependido de EE.UU. y ahora que ha está Trump al mando, ha quedado claro que ha salido mal en lo defensivo y en lo comercial. Así que, ¿qué puede salir mal si Europa decide ponerse en manos de China, con España “a la vanguardia”? Así lo cuenta Europa Press en su web porque así lo dice el gobierno chino. Entiendo perfectamente la búsqueda de mercados grandes y estables (nada más estable que una dictadura de partido único sin espacio para la disidencia), pero Europa debe apostar por su modelo, el democrático, e impulsarlo como solución global.

No valía para nada… hasta ahora

Nunca entendí eso de darse de alta en una lista para que te sacasen de otras listas, pero, vale, esa excentricidad no tenía nada de malo salvo la lección en un minuto que te daban quienes se habían apuntado a la Lista Robinson, esa a la que cedías tus datos para que los sacasen de envíos de información (publicitaria en su mayoría, sí). En realidad, la lista valía para poco: los datos seguían estando ahí y las llamadas comerciales seguían dándose. Esta semana hemos sabido, además, de que la lista ha sido hackeada (lo que me sorprende es que estuviera debidamente protegida) y esos datos, bien empaquetaditos, ya estarán a la venta.

Cuánta maldad junta

He estado tentado a escribir una columna de asueto, pasar de la actualidad perversa que cada día tenemos que soportar desde diferentes frentes. Pero no puedo hacerlo y menos en el día en el que una gran parte de la maldad del planeta se ha concentrado en el mismo despacho: la reunión entre Trump y Netanyahu es el encuentro de dos seres a los que las y los humanos les damos igual. El titular que han destacado en Público del evento me parece un gran ejemplo: “Trump dice que Gaza ‘es un terreno inmobiliario increíblemente importante’ e insiste en que Estados Unidos asuma el control de la Franja”. Lo dijo, sí, delante de un genocida.

Ha terminado

En poco más de un minuto, el nuevo primer ministro de Canadá, Mark Carney, explica con claridad que, sencillamente, “ha terminado” el mundo tal y como lo conocíamos, con EE.UU. como colaborador comercial y en materia de defensa. Su intervención, que Davor Mimica ha llevado a Bluesky con subtítulos en castellano, sirve para abrir los ojos y mirar de frente una nueva realidad. Una realidad en la que vamos a sufrir una subida de precios injusta y una quita en nuestros ahorros que no hemos decidido, y en la que la sombra de la guerra total va a planear sobre nosotras y nosotros recurrentemente. Este es el mundo de hoy. Afrontémoslo.

Primera protesta

No soy muy optimista con la reacción del pueblo americano antes la sociopatía de Trump. El presidente estadounidense cuenta con muchos medios a su favor: desde la Fox a X pasando por todos los digitales ultras y conservadores, en pantalla, en podcast o en vídeo, y dentro de nada, TikTok, por supuesto, que esa nacionalización forzada implicará que quien se quede con la mina de oro le deberá un favor. Además, los republicanos acaban de barrer en las elecciones, hace solo tres meses. Pese a ello, en la web de la BBC informan de que “miles de personas protestan en EE.UU. en la primera movilización masiva contra el gobierno de Trump”.

Otro ridículo

Al que tampoco le va mal en las encuestas, para mi sorpresa, es a Santiago Abascal. Vox resiste los empellones de Trump mejor que la economía mundial. Todas y todos esperamos, empezando por las y los del PP, que esto se corrija y que el presidente estadounidense del color de los Risketos sea un submarino para la ultraderecha del mundo, pero de momento, los ultras españoles están envalentonados: “Vox se ofrece a mediar con Estados Unidos por los aranceles en nombre de España ‘si dimite Gobierno y convoca elecciones’” (Electomanía). Es una gilipollez, sí, sin duda, pero a ellos les vale.

Es el momento

“Suspendidos los pedidos anticipados de Switch 2 en Estados Unidos por los aranceles de Trump”, este en El Plural es un ejemplo estupendo de las oportunidades que se nos plantean en Europa: aprovechar la situación del mercado para mejorar precios y suministros, e impulsar nuevos sectores. Necesitamos crear alternativas a Apple, Google y Microsoft, a Amazon y Netflix, a X y Meta, pero también a Levis, Johnson & Johnson. Y sobre todo necesitamos aprovechar las que ya tenemos: nuestro whisky es mejor, nuestro vino es mejor, nuestros cereales son mejores y, por supuesto, nuestras hamburguesas son mucho mejores.