Los principios

En España hay un partido populista de base fascista: Vox. En Euskadi también tenemos un partido populista de base fascista: EH Bildu. Esto debemos tenerlo clarísimo. Que uno sea de derechas y el otro presuma de ser de izquierdas es lo de menos. Ni exagero ni deformo nada: lo digo porque tengo principios y memoria. Lo de más es la reivindicación del pasado fascista (recientemente, en un documento de Sortu) o la desinformación en redes sociales con cuentas de conveniencia. La manifestación “antifascista” del 22 de noviembre es solo otro lavado de cara, quien la defiende lo hace porque tiene las manos manchadas o por dinero.

Os han metido un gol

¿Quién usa hoy ese invento intragable de “Euskal Selekzioa”? Solo la federación, prácticamente. Quienes lo impulsaron para borrar el nombre histórico de “Selección de Euskadi” ya ponen en sus carteles “Euskal Herria”. Y quien tenía que defender el nombre histórico de aquellos que, con una gira por México en nombre de Euskadi, recaudaron fondos para las víctimas de la guerra, es decir, la federación, ahora se come con patatas el “Euskal Selekzioa”. Los que solo saben destruir (los de siempre) se cargaron la historia porque no la protagonizaban ellos. Pues yo me niego a rendirme. Y no estoy solo.

Lo grave

Cada día que gana Pedro Sánchez como presidente del gobierno, parece que el PSOE pega otro bocado a su izquierda y Vox se lo pega al PP. Con esta perspectiva, ¿por qué iba a convocar elecciones pronto pese a la presión de Junts? Pero el cálculo electoral de un kamikaze como el secretario general socialista tiene un coste, y no solo para su partido (totalmente desnortado y endurecido, como Andueza): “El Gobierno encara el final del año sin pedir ni un euro de fondos UE por el bloqueo político” (Vozpópuli). El problema está en las “varias reformas que deberían aprobarse antes de pedir a Bruselas el siguiente pago de fondos UE”.

Un país fallido

Ante este titular de Público “el cierre del Gobierno de Trump deja en el limbo la alimentación de más de 40 millones de estadounidenses”, lo que no me sorprende ya es la situación del funcionariado de aquel país, sino que 42 millones de personas dependan de las ayudas de su gobierno para comer. Prácticamente, España. Ya sé que la población de EE.UU. es de 340 millones de personas (yo también tengo Google), pero es la cadena de acontecimientos (empezando por la reelección de Trump después de cómo salió del Gobierno) la que me lleva a afirmar que el norteamericano es un país fallido y, prácticamente, irremediable.

Los que sobran

Soy consciente de que en este tema tengo un discurso radical: “El número de ricos con más de 30 millones de patrimonio se ha duplicado desde 2013 en España” (Newtral). Es evidente que algo estamos haciendo mal. Para poner un poco de contexto: Sánchez gobierna desde 2018, así que los gobiernos más progresistas de la historia de España, primero, con Podemos; después, con Sumar, han hecho muy poco contra los que más tienen porque estos se han multiplicado (además de crecer). Lo de “eat the rich” no es solo un lema: es una necesidad para salvar nuestra civilización, y hablo completamente en serio.

Lecciones de periodismo

El juicio al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, está siendo muy útil para recordar qué diferencia a un periodista de un podcaster: las y los periodistas estamos amparados por el secreto profesional. Ana Pardo de Vera lo explica así en Bluesky: “Es importante para el buen y honesto ejercicio del periodismo que esto quede muy claro: un periodista no solo tiene derecho constitucional a no revelar sus fuentes bajo ninguna circunstancia, sino que tiene la obligación”. Así que, sí, los periodistas pueden (y deben) negarse ante el juez a responder cuál es su fuente, como estamos viendo. Eso garantiza que seguiremos informados en el futuro.

Sí, pero…

No soy alarmista, me quejo de los anuncios de empresas de seguridad que meten miedo, miro los porcentajes dos veces antes de generalizar cuando toca acusar… Intento, empezando por esta columna y en todo momento, no dejarme llevar ni por modas ni por corrientes, pero cuando un dato es llamativo, también, lo comparto: más allá del titular, en Idealista leo que “La venta de viviendas sin posesión (nota del columnista: quiere decir ‘ocupadas’) se consolida en el mercado inmobiliario español, y ya suponen el 3% de todas las viviendas que hay en venta en España”. Y no, no es un dato menor: esas son solo las que están a la venta.

¿Y cuántas personas hacen falta para prohibirlo?

Leo en Orain (la web de noticias de EITB) que “el Gobierno Vasco suma 8 nuevos inspectores para intensificar el control de las viviendas de uso turístico”. Y me parece bien, claro. Son 8 nuevos empleos y más control, pero no evita que me pregunte: ¿cuántas personas hacen falta para prohibir Airbnb? ¿Cuántas diputadas y diputados, parlamentarias y parlamentarios, junteras y junteros, o concejalas y concejales? ¿Vale con que lo diga una sola persona: el alcalde o el consejero? Porque, sí, sé que soy consciente de que hacen falta más pisos, pero también sé que cerrando los Airbnb el problema de la vivienda empezaría a aliviarse.

Vox lo tiene muy fácil (como el PSOE)

La próxima campaña de Vox y la próxima campaña del PSOE van a ser muy parecidas. Los de Abascal lo tienen muy fácil: van a poner su lista de exigencias encima de la mesa a Núñez Feijóo para salvar los gobiernos que se le tambalean (Valencia y Andalucía), y si finalmente van a elecciones esa misma lista será su programa electoral. El PSOE va a hacer algo parecido: va a presentar los presupuestos generales más ambiciosos, irrealizables, y como el Congreso no va a aprobárselos (regalito de Junts), irá con ellos como su programa electoral a las elecciones generales. Y como ambos se necesitan para polarizar, ya tienen la campaña hecha.

¿Por qué no?

Está la izquierda soliviantada y con el dedo índice acusador de paseo: ¡Toni Cantó va a presentar un programa en la radiotelevisión pública valenciana durante el prime time de los viernes! Ya sabemos todos que Cantó es el Óscar Matute español: ha pasado por todos los partidos de su arco. Pero, ¿qué problema hay en que presente ese espacio? ¿No es un fichaje equivalente a Broncano o al del insuperable Andreu Buenafuente? ¿Tiene algo de malo esos fichajes? ¿Por qué el de Cantó (fuertemente ideologizado, pero no más que los anteriores), sí? ¿Podría EITB hacer lo mismo? ¿Por qué?

No tienen razón

Parece que cuando algún representante de izquierdas pronuncia la palabra “vivienda” empieza a tener razón, pero la realidad es que no. Estefanía Molina también lo tiene claro: “Se ha extendido en España un discurso de extrema izquierda preocupante: se dice que no hay que construir más para que bajen los precios, que las casas ya están en algún lado y solo queda expropiarlas. Los datos muestran que es falso”, tuitea. En Euskadi, Bildu no aplica la ley del suelo (que permite a los ayuntamientos generar viviendas) para aplicar la ley que aprobó al PSOE y que se limita a topar el incremento del alquiler en las zonas tensionadas.

¿Se habrá reinsertado?

¿Un condenado por colaborar con ETA que sale de la cárcel, se convierte en casero y acaba llamando a una empresa de desocupación con pinta neonazi, se ha reinsertado? Aún hay más: “Josu Álvarez, durante el desaloje, pidió ayuda a la Ertzaintza tras las amenazas de los vecinos por haber invitado a ‘nazis’ a su barrio” (Vozpópuli). Repregunto: ¿un condenado por colaborar con ETA que sale de la cárcel y llama a la Ertzaintza para protegerse, se ha reinsertado? “Josu Álvarez Pérez, exmiembro de la banda terrorista, aceptó una condena de 6 años de prisión por ayudar a otros miembros de la organización terrorista a huir a Francia”.

Las “smartcosas” siempre han sido tiendas portátiles

Cuando Steve Jobs sacó el iPhone metió en el bolsillo de todas las personas usuarias una tienda. Esa fue una de las grandes claves empresariales de Apple. Y desde entonces todo ha ido a peor, hasta llegar al punto que explica muy bien Enrique Dans: “Es difícil imaginar a alguien dispuesto a pagar tres mil euros por un electrodoméstico que le interrumpe con un anuncio de yogures. Pero además envía un mensaje inequívoco de que ningún producto conectado es realmente tuyo, y que deberías pensártelo mucho antes de adquirirlo”. Se refiere a los frigoríficos Samsung con pantalla que ha empezado a proyectar anuncios.

No compres un Tesla

Las ventas en Tesla van muy mal y difícilmente van a remontar: son coches más caros que sus principales competidores fabricados en China, tienen menos complementos y peores reparaciones, y lo que es peor, su marca está vinculada para siempre a Elon Musk, un líder faraónico amiguísimo de Donald Trump y al que es fácil adivinar intenciones perversas. Por si todo esto fuera poco, “los accionistas de Tesla aprueban un sueldo billonario para Elon Musk para la próxima década” (Business People), un sueldo vinculado a objetivos. Para mí, claramente, es el momento de rechazar a Tesla y optar por las alternativas europeas.

Metapublicidad

Este titular en Xataka cumple con su función: resumir la pieza. Ahí va: “Que Instagram y Facebook estén plagadas de anuncios fraudulentos es malo. Que Meta se esté haciendo de oro con ellos es aún peor”. Amparo Babiloni lo desgrana así: “Meta estimó que un 10% de todo el volumen de ingresos vendría de anuncios fraudulentos, que sumaría 16.000 millones de dólares”. ¿Y qué hacen en Facebook e Instagram? “Subirle la cuota al anunciante para supuestamente desincentivarle. Es decir, que si siguen anunciándose, Meta gana aún más dinero con los fraudes”, por su permisividad es “el sitio favorito de los estafadores”.

Ni un paso atrás

No me gusta Carlos Martínez Gorriarán. No me gusta lo que dice ni cómo lo dice. No me gusta su tono, ni su actitud, ni su trayectoria política y ni su estilo. Pero defenderé su derecho a decir lo que piensa. Yo también soy el “a ver qué ha escrito hoy el gilipollas este” de alguien, pero no porque no le guste a alguien tengo que ser señalado o censurado. Pues Martínez Gorriarán, tampoco. Lo preocupante del señalamiento es la vuelta atrás: “La bestia engorda con el miedo y la indiferencia”, tuitea el propio agredido (porque, sí, imprimir los tuits a modo de carteles e insultar en una pizarra es una agresión, llamémoslo por su nombre).

Correcto

Josean Beloqui resume en un tuit el riesgo que estamos corriendo con la trampa de excusar la violencia callejera (la de toda la vida en versión next generation) con el “antifascismo” (eso era lo que hicieron los gudaris en el cinturón de hierro de Bilbao, con una escopeta y cagados de miedo ante los nacionales, y no tu primo Garikoitz con una Londsdale y un buff negros a 300 metros de Vito Quiles). “Ser antifascista, no te hace demócrata”, “no habremos aprendido nada si no tenemos claro que el debate es entre democracia vs. Totalitarismo”. “En este país hay muchos que se dicen antifascistas y, además, son totalitarios”.

Tenemos que ver series nórdicas

El problema que tiene EH Bildu con la Ertzaintza lo resolvemos las y los vascos viendo series nórdicas. Eso es lo que planteó Arnaldo Otegi en Radio Euskadi y cazó al vuelo Aiur García en X con un vídeo en el que se ve a esas policías nórdicas debidamente armadas. “Menos Netflix. Más respeto”, pedía el tuitero. Lo más interesante, no obstante, estaba en algunas respuestas: “Es lo que tiene vivir como en una serie”, “Arnaldo solo ha justificado las armas cuando las portaban algunos” u “Otegi tiene razón y en Gran Bretaña la policía no suele usar pistola, por eso solían mandar al ejército a reprimir las manifestaciones con armamento de guerra”.

Los buenos somos más

Los buenos, esto es, quienes censuramos el acoso, quienes sabemos que el antifascismo no es nunca una excusa para la violencia, quienes respetamos a la Ertzaintza y quienes aborrecemos a un personaje como Trump, somos más. Mauro Entrialgo lo ha escrito así de claro en Bluesky, después de una semana esperanzadora en política internacional (ha amanecido, que no es poco): “Un detalle de lo de Mamdani: hacía 20 años que no votaba tanta gente en esas elecciones. Los malistas son menos, tengámoslo claro. Solo que montan más bronca porque rompen todo el rato cosas (y personas, sí, también rompen personas)”.

Gaza, esta semana

Ser viejo y no ir de joven me libra del hype que, como cuando amanece, no es poco. Así que ahora que los que se rasgaban las vestiduras por Gaza están preocupadísimos por la vivienda en Euskadi y por legitimar el antifascismo, yo sigo con lo mío: “‘No queda casi nada en pie’: la BBC entra a Gaza por primera vez desde el fin de la ofensiva de Israel en el territorio palestino”. Esta es la noticia allí (qué lejos queda hoy) esta semana. “No hay forma de ocultar lo que esta guerra ha hecho”, relata Lucy Williamson después de un tour organizado por Israel: “La visita fue breve y estuvo estrictamente controlada” y “no está claro qué sucederá”.

¿Qué cambio?

La victoria de Zohran Mamdani en las elecciones a la alcaldía de New York nos ha dado cierta esperanza a todas y todos: ante Trump, la ciudad menos estadounidense ha reaccionado. Y Bildu, que intenta cazar todos los hypes, quiere subirse al carro. Pero, ¿de qué cambio habla en su tuit si el anterior alcalde, Eric Adams, también era demócrata, como Mamdani? Seguimos: el partido vasco que más vinculo tiene con el Partido Demócrata no es precisamente Bildu, sino el PNV, que ha estado incluso en las convenciones. Termino: ¿cuál es el único partido que felicitó oficialmente a Trump tras su primera victoria? Ahí, sí, la respuesta es: ¡Bildu!

Y ahora, ¿qué?

La política consiste en que las y los representantes que hemos elegido se pongan de acuerdo, aunque piensen diferente, para mejorar la vida de todas y todos. Quien anuncia un bloqueo, por lo tanto, no está ejerciendo la política. Por eso no me parece lógico ni acertado lo que hace Junts. ¿Qué saca? Seguimos: ¿qué alimenta en la sociedad con ese planteamiento? Y termino con lo básico: y después, ¿qué? ¿Pretende forzar un adelanto electoral? ¿Es la mejor manera de presentarse ante su electorado? ¿A qué electorado se dirige? Y hasta entonces, ¿Junts votará en contra de todas las iniciativas aunque pueda estar de acuerdo?

¿Con estos?

Ojo, me parece muy bien no casarte con Sánchez y darle su apoyo, o no, fuera de un bloque que ya no es progresista, sino asimilado. Pero tenemos que ser realistas: la alternativa a un Sánchez que no es bueno, es lo que suman Núñez Feijóo y Abascal. Es decir, algo mucho peor. “Salen a la luz las primeras exigencias para la sucesión de Mazón: ni pacto verde ni inmigrantes. El líder de Vox pide rechazar el acuerdo climático y la inmigración ‘masiva’” (El Plural). Y esto es solo el principio: Vox sabe que no gana nada alargando la legislatura y que su lista de exigencias también seguiría vigente después de unas elecciones en Valencia.

Lo que preocupa

Mientras hablamos de su novio, “Ayuso recorta a los ayuntamientos casi la mitad de fondos para luchar contra la violencia de género” (Público). La oposición le acusa de ejecutar “recortes es la prevención y sensibilización en violencia de género” (Más Madrid) y de “el ‘desmantelamiento’ de las acciones educativas en igualdad y prevención de violencia machista” (PSM). Esto es importante en sí mismo, pero en este momento en el que los mensajes de extrema derecha, ultras también en el machismo, se propagan por redes sociales con más facilidad que nunca, la prevención y la educación son, también, más importantes.

Lo que comunica

No tengo pruebas pero tampoco dudas de que Pedro Sánchez ya está descartando domingos para quedarse con los que más le pueden favorecer electoralmente por lo que sea. Lo bueno que tiene Sánchez es que sabe cuáles son sus fortalezas: los ultras que tiene enfrente, que va capitalizar el voto de izquierdas (aunque compita con los partidos que más fácil se lo ponen: Bildu, ERC y BNG), y que comunica mejor. Xavier Tomás ha hecho una comparativa muy interesante en X sobre los canales en TikTok: “Casi todos los vídeos de Pedro Sánchez son vídeos hechos para redes, y casi todos los vídeos de Alberto Núñez Feijóo son refritos”.