Juancarlismo inducido

Juan Carlos I no ha perdido su flow, es que nunca moló. Lo que sucede es que ahora se rasga el velo y el negociante, mujeriego y vividor es tildado de negociante, mujeriego y vividor por casi todos, finalmente, salvo los cortesanos por convencimiento. Ya quedaron atrás aquellos años en los que el CIS preguntaba si el Rey era “un gran hombre, impactante, excelentísima persona y maravilloso” o solo “un gran estadista y un gran político”, como recuerdan en El Plural. ¿Político? Político era quien manipulaba para encajar la herencia del que dejó todo atado y bien atado.

No lo olvidemos

La crisis de reputación de la familia real, propiciada por un heredero melifluo, a todas luces, nos permite hablar de cómo los Borbón han hecho su fortuna gracias a la familia real saudí, esa que asegura que investigará la muerte de Khashoggi: en 1973 ambas familias ya tenían buena relación, y Franco pidió al entonces príncipe Juan Carlos que mediara, en plena crisis del petróleo, para abastecer de crudo a España a cambio de una comisión por cada barril. Comisión a la que Adolfo Suárez dio continuidad por los servicios prestados, como recuerdan en Vanity Fair.

Economía familiar

La semana pasada felicitaba a una compañera, periodista, que había contratado para su agencia a otra trabajadora. Ella me respondía: “Iker, yo hago economía familiar: lo que sale no puede ser más que lo que entra”. Y con esa sencilla regla amplía su negocio. Una regla que no tuvieron en cuenta en Hawkers: la famosísima empresa española de gafas que logró hacer frente a grandes marcas gracias a Internet (se dieron a conocer y empezaron a vender on-line) acumula pérdidas de hasta 10 millones de euros, impagos y vive su momento más delicado con una grave crisis interna.

Una buena noticia

Para que luego no digan que en el periódico no damos las buenas noticias les traslado esta que hemos encontrado en Vozpópuli sobre bibliotecas: “Las comunidades autónomas con mejores cifras son el País Vasco, Navarra y Cataluña, que actualmente llevan un ratio de 116,57 libros adquiridos por cada 1.000 habitantes en el caso de la primera, seguida de un 107,7 y 106,58 en el caso de los catalanes. (…) Madrid, Navarra, País Vasco, La Rioja, Cantabria, Cataluña, Aragón, Comunidad Valenciana y Baleares fueron las comunidades con un mayor porcentaje de lectores de libros en tiempo libre”.

Una pequeña maravilla

Me gusta el fútbol porque me emociona, también porque la historia de los clubes y sus aficiones ayuda a explicar fenómenos sociológicos, y porque, más allá de los muchos buitres que se han hecho millonarios sin más mérito que su propia ambición, están los jugadores y algunas personas con buenas ideas (y baratas, por cierto): el community management del Leganés es ya un caso de éxito, pero el diseño gráfico que ha contratado el Huesca (fíjense que son clubes de la máxima categoría pero “humildes”) es espectacular. Aitor Lagunas lo muestra en Twitter.

No hay premio por tener las botas limpias

Comparto con Antonio Agredano la profesión, la edad y una riada de melancolía por nuestras venas. Pero él lo cuenta muchísimo mejor que yo, así que les invito a que lean su blog de vez en cuando, sobre todo si necesitan lamerse las heridas que hace el paso del tiempo. Dice Agredano que en la vida, como en el fútbol, “no hay premio por mantener las botas limpias” y que “ser de un equipo de fútbol es un compromiso moral con la derrota”, como lo es vivir. “Tirar un penalti tiene la bendición de poder fallarlo”, concluye como si nada a mitad del texto. Y permítanme que me quede con este mensaje positivo.

El puto amo

En este domingo lluvioso en el que acabará dando vueltas al periódico, antes o después leerá esta columna y se enterará (si no lo ha hecho antes) de mi admiración por Agredano y por Pep Guardiola. Estoy seguro de que si no fuera ex futbolista y entrenador también hoy estaría escribiendo sobre el catalán porque alguien con sus extraordinarias sensibilidad e inteligencia solo puede brillar. De Guardiola habla sin cortarse su amigo David Trueba para Líbero. Pero su relato vale tanto para el fútbol como para la vida: pasión, clarividencia, imaginación, escritura, conversación y, sobre todo, personas.

No estoy para mitades

En la otra gran revista de fútbol, Panenka, nos hablan de un delantero serbio de veinte años que lo remata todo y está ha llamado a ser uno de los grandes arietes del fututo, y reflexionan al mismo tiempo sobre la figura del “falso nueve” que tan de moda está y, por cierto, podemos atribuir a Guardiola. Si me lo permiten, me quedo con el primero porque no estoy ahora para medias tintas: denme un delantero letal, denme un tipo que va de frente, denme uno que venga a partirse la cara contra dos defensas desde el primer minuto hasta el último, denme la oportunidad de convertirme en eso.

El libro que nunca escribiré

La vida es ese penalti que tiras deseando que, al menos, vaya entre los tres palos. La vida es encontrarse con personas como Guardiola porque uno ya admite que nunca será Guardiola. La vida es conformarse con leer que un chaval que tiene la mitad de tus años está llamado a todo. La vida es darte cuenta de que nunca escribirás un libro y que no te importe. No porque no eres capaz, sino porque no eres famoso. Alberto Olmos vuelca en El Confidencial todo su resquemor, necesario para su catarsis y la mía: “Se han encontrado ya fórmulas para ser escritor sin abrir un libro ni poner una palabra”.

El hijo de Khashoggi

El hijo de Khashoggi que tuvo que estrechar la mano de Salman bin Abdelaziz y Mohamed bin Salman, rey y príncipe de Arabia Saudí, padre e hijo, tiene nombre: se llama Salah, y desde este fin de semana ya no reside en el país árabe. Ha decidido huir de la dictadura que ha asesinado salvajemente a su padre y le ha obligado a recibir las condolencias de quien quería verle muerto. El hijo de Khashoggi podría ser, perfectamente, título y materia para una columna de su propio padre, pero ya nunca lo será porque hay mucho hijo de puta suelto en este mundo, y eso es peor que la melancolía.

El gran error de los catalanes

El mesianismo en política es un gran error. No hay ideología, ni idea, ni movimiento que pivote en un solo hombre o una sola mujer. En la política lo imprescindible son los partidos: lo entendieron hasta en el 15-M, cuando les espetaban, sobre todo los conservadores, que fundaran un partido nació Podemos y acertaron. Y la extrema derecha ha encontrado en Vox, otro partido, el modo de expresarse. Los partidos son herramientas transformadoras, y el que no lo entienda así no entiende bien de qué va la democracia. Ni mesías ni cridas pueden sustituirlos.

La farsa saudí

Solo un dictador realmente duro es capaz de obligar al hijo de un represaliado (asesinado durante una salvaje tortura) a reunirse con él para transmitirle las condolencias. Es difícil pero necesario intentar ponerse en la piel de los familiares de Jamal Khashoggi, que no pudieron renunciar al llamamiento de la familia real saudí, que tuvieron que aguantar el pésame y hasta estrechar la mano de quien quería ver muerto al periodista. Para colmo, la dictadura ha anunciado que procesará a los asesinos de Khashoggi, que se enfrentarán a la pena de muerte, mientras los demás nos chupamos el dedo.

El objetivo tendrá que ser otro

Hace unos días Pablo Casado nos sorprendía hablando de drones, robots, coches autónomos y tecnología de vanguardia para España. Es evidente que no conoce el terreno que pisa si piensa que todo eso es plausible. Pero en su haber pondremos hacer una correcta lectura del diagnóstico: leemos en El Confidencial que Marruecos ha ganado a España y dos fábricas de automoción se instalarán en la monarquía del sur con unas condiciones laborales (semanas de 60 horas por 400 euros al mes) con las que no se puede competir, hay que cambiar de modelo productivo.

No comer carne está de moda

Nunca he sabido estar a la moda: en un momento de mi vida como este, en el que si me dan a elegir siempre escojo una txuleta, resulta que la tendencia es abandonar la carne. Bueno, en China, no, según leemos en Magnet. Pero sí en Occidente que sucumbe a la moda del “veganismo” (antes lo llamábamos “ser vegetariano”). No niego que habrá gente que apueste por ese modo de alimentarse, pero eliminar la carne y añadir vegetales atractivos (regados de salsas a veces que fastidian la pureza del plato) es una moda innegable en restaurantes, menús y preparados.

Leña al Athletic

La temporada pasada fue horrorosa para los seguidores del Athletic, pero a su final coincidieron las salidas de Ziganda y Arsène Wenger. Ya sé que son incomparables hoy, pero, ¿y si hubiéramos mantenido al navarro con paciencia, como hicieron en Londres con el francés? Hoy tenemos a un Berizzo que no mejora al ex delantero y unos jugadores que, como bien dice Latxaga, no se ganan el sueldo. Y a veces es así de sencillo: el fútbol nos emociona y se basa en la pasión, pero con que los del Athletic se ganen la próxima jornada lo que ganan a fin de mes es suficiente para empezar.

No es la App, es el morro

Nace un banco nuevo, Revolut, que, cómo no, se basa en una App: así, la tecnología nos ayuda a cambiar hábitos porque perdemos la confianza en lo tradicional. Los bancos, además, ayudan a que tomemos la decisión: nos quitan las oficinas y nos hacen pagar por los trámites físicos. ¿Qué más me da pasarme a un nuevo banco si, total, tengo que hacerlo todo por Internet? Lo que sí importa es cómo se construye la nueva entidad: según Eldiario.es, Revolut pone como prueba a los candidatos a un puesto de trabajo conseguir 200 nuevos clientes, les contraten o no.

No es el voto, es la actitud

Me cuesta creer que Celia Villalobos haya votado en contra de levantar el famoso “impuesto al sol” cuando el resto de su partido se ha abstenido. No creo que una política como ella, de vuelta de todo, se vaya a meter en ese fregado. Simplemente, creo que estaba distraída cuando le informaron del sentido del voto, o puede que incluso pasaran de ella. De lo que estoy bastante seguro es de que a Villalobos le dio igual no enterarse como le da igual haberse equivocado. Y esto es lo grave y lo que define al PP: que personas como Villalobos sigan ocupando un sitio y un sueldo en la política.

Nick Clegg como revulsivo

Facebook está ante su mayor crisis de reputación. Siempre ha habido críticos, siempre ha habido noticias controvertidas, siempre ha sobrevolado la duda sobre lo que hacían con nuestros datos y siempre ha habido analistas que la daban por muerta en unos meses. Pero esto va en serio: robos de información, las mentiras que hacen ganar las elecciones a Trump y, ahora, el engaño sobre la viralidad de los vídeos que nos han costado dinero en producción o publicidad. Con todo esto sobre la mesa, Facebook se encomienda ahora al expolítico británico Nick Clegg.

Instagram como escaparate

Para Facebook la caída de su buque insignia, de la red social que lo ha sido todo, que ha cambiado el mundo y que da nombre a la gran empresa en la que se han convertido, es importante. Pero lo van paliando con el modo en que nos hemos acostumbrado a WhastApp y el éxito de Instagram. Todos somos más felices desde que lo tenemos. Por lo menos, cuando posamos para las fotos que verán nuestros amigos. Y es ya una fuente inagotable de costumbrismo mundial: la última moda, la de espiar (en argot, “stalkear”) a los hijos de los ricachones rusos.

Los que mejor se lo han montado

Después de aquel: “¿A qué piso va, señor?”, de pensar que tengo el mismo aspecto que el resto de padres de los compañeros de ikastola de mis hijos y de comprobar que mi peluquero de toda la vida cada vez tarda menos en cortarme el pelo, la mayor muestra de mi propia vejez fue ver un tuit en el que un millenial preguntaba: “¿Alguien sabe qué serie es esta?” mientras mostraba el vídeo de un chiste de Friends que le había hecho gracia. Y es que hace 14 años que se terminó. Sin embargo, sigue reportando 20 millones de dólares a cada protagonista al año y 1.000 a la Warner, según Espinof.

Sí, nos toca

Si me hiciese pasar por un activista de izquierdas les estaría engañando y me estaría mintiendo. Sé cómo funciona la política y he intentado comprender y explicar las exigencias de Europa y los gobiernos más cercanos. Pero también creo que para seguir siendo justo hay que dar ya un golpe sobre la mesa. Y las subidas de las pensiones y el SMI han sido dos que tienen que suponer un punto de inflexión para que la clase media (que la formamos casi todos) deje de verse ahogada por impuestos y recortes, y se recupere. Ya vale de rescatar a los de siempre. Nos toca.

La verdad

Me esfuerzo en conocer el suelo que piso, y sé que, en política, en lo implícito puede ir lo más importante de los mensajes (entendiendo algunas decisiones también como mensajes). Este fin de semana el extraordinario Miquel Roig, sin embargo, decidió ser explícito en dos tuits que ponen muchas cartas europeas boca arriba: “Si me permiten la paráfrasis, España hace como que cumple y la Comisión como que vigila… Lo que cambia este año con el nacionalpopulismo italiano es que Italia no hace ni amago de querer cumplir y, claro, eso es un desafío político”. Sigamos haciendo como que.

No, no lo necesitamos

La periodista de TVE, Ana Ruiz Echaurre también clavaba en un tuit una acertada reflexión, de esas que abren debates: “No necesitamos que un reportero se meta en el agua hasta las rodillas para contarnos que llueve y es peligroso. Es peligroso para él y un mal ejemplo para prevenir accidentes. Ya está bien de espectáculos absurdos en vez de información”. Y estoy de acuerdo: ciertas modas, sobre todo en los directos, siguen resultándome incomprensibles y, como casi todas las modas, prescindibles. Son muchos años ya de tele como para saber qué aporta y qué no.

El otro gran tabú del fútbol

Son dos los grandes tabúes del fútbol actual: el de la homosexualidad de los futbolistas y el de la imposibilidad de ser madre (por contrato, incluso) de las futbolistas. Por eso es estupendo que en el Twitter de Panenka hayan recuperado su artículo sobre lo silenciada que esta esa práctica. No la de la maternidad, sino la de la imposibilidad de ejercer tu derecho a planificar tu vida por contrato. Unos contratos que, además, por la histórica situación del fútbol femenino, en nada son comparables a los de los profesionales del masculino. Aunque se han tomado medidas será importante levantar el tabú.

Uber, el liberalismo perfecto

Ya pocos se atreven a decir lo que dijeron: que Uber era un espacio colaborativo que había proporcionado la tecnología, un ejemplo a seguir para transformar la economía y hacer posible una utopía socialista o casi comunista. Hoy Uber es ya el mejor ejemplo de lo que es el liberalismo salvaje, y Esteban Hernández lo describe muy bien en El Confidencial: el trabajador paga los impuestos y la herramienta de trabajo, y la empresa optimiza la inversión en recursos (lo que cuesta la web, los abogados y la publicidad). Además, el trabajador se controla por la puntuación constante del cliente.