¿Podemos o debemos de hablar?

Como vecino afectado que soy he seguido muy de cerca la huelga de Bilbobus: me ha importado por qué se ha cancelado el servicio, qué había sucedido para que las personas trabajadoras tuvieran que llegar a una huelga y cuáles son sus pretensiones. No entro a valorar lo que es justo o injusto, pero reconozco que tengo dudas: ¿su derecho a la huelga es incompatible con mi derecho a estar informado? ¿Por qué es tan difícil saber qué ganan, qué quieren, cómo están los sueldos en otras ciudades, qué supone lo que piden para Bilbao y qué dejamos de hacer con ello? ¿Podemos hablar de todo esto o además debemos hacerlo?

¿Cómo no voy a sugerirlo?

El robo de cobre en las estructuras ferroviarias de Barcelona y las consecuencias que provoca en la ciudadanía no pueden ser motivo de batalla política entre el ministerio de Óscar Puente y el gobierno de Pere Aragonès, en funciones. De hecho, que lo sea tiene que provocar carcajadas en quienes trincan, venden y cuentas billetes. Personas para las que hay que endurecer la ley: lo que se paga con dinero de todas y de todos merece una especial protección, y quienes lo roban deben recibir un castigo implacable que sirva no para disuadir sino para concienciar. ¿Cómo no voy sugerirlo? ¿Cómo no estamos pasando ya?

Debatamos

Creo que es una exageración acusar organizaciones ecologistas de ser “los responsables de que suban las emisiones de CO2”, pero también creo que cuando habla Josu Jon Imaz merece la pena escuchar. El consejero delegado de Repsol respondió con contundencia a la representante de Greenpeace, Celia Ruiz, por no ser realista. Según Imaz, es imposible responder a las necesidades energéticas del planeta sin petróleo ni gas, y sin beneficiar “intereses como los del lobby eléctrico”. Además, “vamos a generar más dependencia en Europa reforzando a regímenes como el de Putin” porque la demanda seguirá creciendo “hasta 2030” (El Periódico).

Podemos se opone

Si seguimos comprando el gas y el petróleo a Rusia, Putin gana. Si no ayudamos a Ucrania a defenderse, Putin gana. Es así de sencillo. Así que nos toca decidir: cambiamos por completo nuestro modo de gastar recursos y entregamos Ucrania a Rusia, con todo lo que conlleva, o hacemos frente a la realidad. Y la realidad pasa, en el caso de la guerra, por las armas, y titulares como este en el digital de Pablo Iglesias tienen que empezar a sonarnos tan ridículos como son: “Podemos se opone a que Sánchez firme con Zelenski el acuerdo de apoyo militar permanente”. Oponerse es lo que hacen las y los soldados ucranianos en el frente.

¿De verdad necesitamos que nos lo digan?

Termino ya con esta columna dedicada a esos temas que hemos dejado que se conviertan en tabúes: cuánto cuesta un servicio público, por qué no se castigan los robos de tal manera que no merezca la pena hacerlos, la hipocresía en el debate energético y lo que supone dejar a su suerte a Ucrania. El último: la misma sociedad que necesita una tabla de etiquetas con letras y colores para saber que unos doritos no son saludables, necesita ahora que TikTok identifique los contenidos generados por medio de la inteligencia artificial aunque salten a la vista de los ojos con el espíritu crítico más básico. Pues vale.

Ha ganado España

Esta batalla en Catalunya la ha ganado España: “La victoria de Illa refrenda la estrategia de Sánchez y el auge del PP alivia a Feijóo”, titulan en EPE, donde no mencionan hasta el quinto párrafo a Vox y, más tarde, a Sumar. Esos son los partidos “de obediencia española”, como diría Puigdemont, que han dado una gran victoria a España y subirán al post-procés a un escenario de toritos, flamencas y tricornios. No estoy despreciando nada: estoy adelantando lo que vamos a ver porque en España, por tradición, las victorias son venganzas y las derrotas, anticipo de otras venganzas. Y en España a Catalunya le tienen muchas ganas.

Decidirá Sánchez…

Lo saben en El Periódico y también lo sabe Carles Puigemont: lo que pase en Catalunya lo va a decidir Pedro Sánchez en Madrid. De hecho, si hay una repetición electoral será porque le viene mejor al propio Sánchez que a Salvador Illa. Así el de Moncloa gana algo de tiempo y alarga la legislatura española mientras que el de Junts intenta concentrar el voto y que el independentismo vuelva a las urnas. Puigdemont y Sánchez son políticos muy parecidos con una gran habilidad para mantener su figura y proyecto vivos políticamente, y capaces de maniobras sorprendentes y contradicciones pasmosas. Por lo menos, para mí.

…Que es el que ha ganado

La victoria del PSC lleva el sello de Pedro Sánchez impreso con dos golpes: primero, el de la amnistía después de contradecirse (una más, ¿a quién le importa?). Más recientemente, con la carta, el período de reflexión y el “taratachín” de su anuncio: “Me quedo”. Dos maniobras para fijar el rumbo de una victoria que las encuestas ya vaticinaban pero que necesitaba un impulso para llegar al mejor puerto, el de la gobernabilidad. Y lo ha vuelto a hacer: está en buenas condiciones para negociar con Puigdemont y en las mejores para hacer frente al PP en unas europeas que ya no van a ser un paseo para Núñez Feijóo.

ERC y Aragonès se hunden

El gran derrotado, sin duda, en el bloque nacionalista es ERC y, en lo personal, Pere Aragonès: el ya expresident ha perdido 13 escaños y el liderazgo del independentismo. Además, será el responsable de dar la llave del Govern a un partido español, el PSC, o de una repetición electoral (lo de “Puigdemont, president” con estos resultados sería un milagro) que podría hundir aún más a ERC por la polarización. Sus 200.000 votos menos, como remarcan en El Nacional, alargan un ciclo bajista del que no se ve el final, y tal vez dejen a sus socios en Euskadi ante una nueva espantada, como con la CUP cuando se apagó su fogonazo.

Agur a Ciudadanos… pero no al Procés

Mucha gente ha querido pasar la página del Procés y por eso ha desaparecido Ciudadanos. Eso significa que esas personas que han pasado la página son, sobre todo, quienes más ganas tenían de hacerlo, esto es, quienes siempre estuvieron en contra y buscaron un voto de refugio en un partido cuyo único argumento en Catalunya era frenar ese independentismo. Para mí esa es la oportunidad a la que debe aferrarse, precisamente, quienes buscan la desanexión: muchas y muchos votantes nacionalistas se quedaron en casa frustrados por el poco avance, y quien debería asustarse ante la ruptura ya no percibe el riesgo.

Él no cuenta personas fallecidas

Benjamin Netanyahu cuenta las causas pendientes con la justicia que tiene en su país. Cuenta en el parlamento israelí los votos de su partido y el de la extrema derecha con el que gobierna. Y cuenta los días que faltan para que Trump llegue a la presidencia de EE.UU. para atacar con mayor libertad aún. Lo que no cuenta es el dolor que está generando y que tiene que volverse en su contra sin piedad ni demora: “Catherine Russell, directora de UNICEF, declaró esta semana que de los 600.000 niños que hay en Rafah, al sur de Gaza, todos están heridos, enfermos o desnutridos”, según Diario Red, el digital de Pablo Iglesias.

“El secreto de España para crear más empleo”

En El Blog Salmón han desvelado “el secreto de España para crear más empleo que Alemania y Francia juntos”, que es este: “Es el que tiene más desempleo”. Recogen datos de Eurostat y concluyen que en la monarquía constitucional “los trabajos ofertados son cada vez más temporales y dependen estrictamente de la época del año”. Incluso en elementos netamente positivos como las exportaciones también recuerdan que “para crecer y ganar competitividad en el mercado exterior, recorta salarios y apuesta por empleos de peor calidad”. Y rematan: “España e Italia mantienen la mayor tasa de fuerza labor infrautilizada de la zona Euro”.

Mi… serable

Esperanza Aguirre ha publicado en The Objective una columna titulada “Milei” en la que con una mano zurra a Óscar Puente (que bastantes autorretratos se hace en X el pobre) y con la otra acaricia al presidente argentino al que define como “el arma más eficaz para acabar con la tiranía social-comunista que ya sufrimos”. Es evidente que Aguirre vive en una realidad paralela, de señora mayor en Madrid con mucho dinero, y que decide no tener en consideración para mal los anuncios, las formas y las políticas del neoliberal más radical que gobierna hoy un país. Claro que si por Aguirre fuese, España también sería así de neoliberal.

Dictaduras

Ni Milei es un dictador, ni lo es Esperanza Aguirre. Son neoliberales radicales y, como tal, personas despreciables. No es un dictador Juan Tallón cuando escribe y describe, estupendamente en El Periódico, cómo su hija de nueve años se lo ha llamado (“dictador”) porque “acababa de pedirle, de una sentada, que apagase la tele, hiciese los deberes, ordenase la habitación y, al acabar con eso, se metiese en la ducha”. Tallón me representa. Y también hago mía su reflexión: “Nos hemos acostumbrado a decir ‘dictadura’ con alegría”, menos a la que lo fue. “Si algo nos hastía, o nos amarga, o nos irrita, o nos contradice, es dictadura”.

Una IA para detectar la IA

Solo era cuestión de tiempo y ya ha sucedido: “OpenAI anuncia una herramienta capaz de detectar imágenes generadas por su IA” (Hipertextual). Es decir: OpenAI ha desarrollado una inteligencia artificial para detectar obras creadas por la inteligencia artificial. No me parece mal, la verdad, aunque sería mucho más útil el uso de tecnología blockchain como en los NFT o, qué se yo, marcas de agua claras para que no haya duda (así de sencillo, así de útil). Pero, ojo, que con este párrafo no quiero mostrarme en contra de generar o usar imágenes por medio de la IA. Pero sí a favor de, como con todo lo digital, regularla.

No, no es descontrol

No creo que se trate de una falta de control por parte de Yolanda Díaz, como sugieren en El Periódico: “La Moncloa teme que el adelanto en Catalunya haga peligrar la legislatura y acusa a Díaz: ‘No controla ni a los suyos’”. De lo que estoy cada vez más seguro es de que les hemos sobreestimado: en ese espacio “a la izquierda del PSOE” han aparecido políticos hábiles en su declaraciones pero muy, muy torpes en sus decisiones. Cuando la marca local de Sumar en Catalunya decidió tumbar los presupuestos en el Parlament no lo hizo por rebeldía o necesidad de marcar perfil, lo hizo calculando muy mal. Ahí está el pecado.

El caos o el caos

A estas alturas ya hemos visto que lo que mejor se le da a Puigdemont y los suyos es descolocar a propios y a extraños, a propias y a extrañas. Su regreso a Catalunya para ser, previsiblemente, cabeza de lista de su partido, provocará una foto en la que más de una y uno saldrá movido. Pero el caos, no sabía yo eso, es contagioso: la decisión de Aragonès, de adelantar las elecciones y vincular su futuro político con el de Sánchez, solo extiende y agrava una crisis institucional y política evidente en España y Catalunya. Ambos espacios son hoy los ejemplos de lo que supone la italianización de la política.

Ni de política, ni de comunicación política

Si quedaba alguien con la venda en los ojos ante la política catalana, los recientes movimientos de Puigdemont y el último de ERC han tenido que servir de sacudidas para que caigan los últimos tapaojos. Ni en la izquierda española son sagaces políticos, ni en la política catalán reina precisamente el seny, ni la comunicación y el marketing son esas materias que bordan en el país mediterráneo: la foto de una televisión con la imagen de Aragonès para anunciar el adelanto electoral en la cuenta oficial del Parlament es un triste ejemplo de cómo van las cosas. ¿Cuántas personas vieron el tuit y decidieron lanzarlo y mantenerlo?

Mientras tanto, en España…

Mientras Catalunya nos sorprendía con torpezas políticas y comunicativas, España seguía ahí, como el dinosaurio de Augusto Monterroso. El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, respondía a la presidenta de la Comunidad de Madrid en X, en estos términos: “Execrable es lo del testaferro con derecho a roce, Isabel. Dimite”. La coma vocativa la he puesto yo porque no soporto leer algo tan terriblemente mal escrito, pero es lo de menos. Lo de más (y es muy importante), evidentemente, es la apelación a la vida íntima de una representante de la ciudadanía (por poco que nos guste) en esos términos y en un debate público.

Un Aberri Eguna sin Ikurrinas

No voy a dejar que termine la semana sin mencionar la llamada al Aberri Eguna de EH Bildu… con solo dos Ikurrinas, en las esquinas de la foto, mientras un montón de banderas de Nafarroa servían de fondo para la convocatoria. Ya conocemos la intención histórica de la izquierda abertzale de querer borrar la Ikurrina del mapa: lo intentaron con el Arrano Beltza y no les funcionó, y ahora lo intentan con las cadenas o el carbunclo. Pero será difícil encontrar un error simbólico mayor: si la Ikurrrina representa solo a la CAV, según Bildu, y por eso ponen la navarra, ¿qué bandera representa a Lapurdi y Zuberoa en su llamada al día de la Nación?

Correcto

En mi carta a Olentzero para este año hay videojuegos. Soy de esa generación que creció jugando en casa, sigo haciéndolo y ahora quiero jugar con mi hija y mi hijo. No me dan miedo ni creo que sean culpables de ninguna masacre a balazos. Al contrario: pienso que son buenos para la lógica o los reflejos. Pero conozco sus riesgos: los nuevos modelos de negocio pueden ser muy perniciosos, y los 520 millones que Epic Games tiene que pagar en multas, además de reembolsar lo gastado por menores a los que puso en riesgo en su famoso Fortnite, tienen que ser un recordatorio de la atención que debemos prestar a los videojuegos que regalamos.

Un idioma solo para decir “bona vesprada”

Esta noticia en Levante no puede ser más expresiva: “Mompó es criticado por el público por hablar en valenciano en el mitin de Feijóo. El presidente provincial del PP de Valencia es recriminado por un asistente al acto por usar su lengua materna entre aplausos del auditorio”. Resulta expresiva por lo mucho que dice de quien hace la crítica, aplaude y, en general, vota al PP en Valencia como en Euskadi. “Esto del bilingüismo cordial tenemos que trabajarlo un poco todavía”, respondió Vicent Mompó. “Bilingüismo cordial” es, por cierto, un término de Núñez Feijóo que, al parecer, considera que la riqueza de un idioma es poder saludar en él.

Lo que hemos aguantado

También es muy significativo este párrafo en Público: “Jaime Mayor Oreja, Rosa Díez e Ignacio Arsuaga tendrán una cita después de Navidades. Se encontrarán en la Plaza de Colón, un lugar convertido escenario mítico para el ultraconservadurismo. Si las promesas se cumplen, allí también harán acto de presencia varios representantes del PP, Vox y Ciudadanos. A todos les une un mismo objetivo: calentar el invierno con proclamas contra el Gobierno y acusaciones de ‘golpismo’”. Significa que, por culpa de ETA, en Euskadi hemos aguantado a ultras como Mayor Oreja o Rosa Díez, entre otros, dándonos lecciones de moral y ética a los abertzales.

Y lo que nos queda

No es una casualidad que, cada año que pasa, cada vez más habitantes del planeta Tierra estén bajo dictaduras o regímenes no democráticos. No es una casualidad que precisamente emires, jeques o sátrapas como Putin, directamente, retengan las principales fuentes de recursos del Mundo. Y no es una casualidad, sino una consecuencia de nuestro modelo de consumo, que estemos en sus manos. Completamente. Tanto es así que no dudan en amenazarnos: el ruso, con una bomba nuclear, Qatar, “con el gas ante la investigación por corrupción de la UE” (El Periódico). Lo ha comunicado “un diplomático de la misión qatarí ante la Unión Europea”.

Otro gol de Messi

Casi ha pasado una semana desde que Leo Messi levantara la Copa del Mundo tras la final en Doha y la estrella argentina sigue generando noticias: su foto, a hombros de Agüero, durante la celebración aún sobre el césped, se ha convertido en la imagen con más “me gusta” de Instagram (con más de 69 millones de corazoncitos, a la hora que escribo estas líneas). Lo curioso es que ha desbancado, por fin, al ridículo huevo que se convirtió en la foto con más “likes” de la historia de la plataforma por una suerte de juego absurdo. Antes de esa, la de Obama en la reelección había sido, además de una gran foto, la más gustada.