Trabajadores y trabajadoras de segunda

Este Día del trabajo es tan bueno como otro cualquiera para recordar que el colectivo de autónomas y autónomos es de segunda. Quienes lo somos, y especialmente quienes lo han sido, lo sabemos bien. Tenemos menos derechos y más obligaciones. Y si tienes empleados o empleadas, prepárate. También somos las y los señalados de los números rojos que surjan en cualquier Excel de Hacienda. Y somos, además, las y los más pobres: “Ser autónomo es un factor de riesgo de pobreza en España”. “En 2021 un 30,1% de los trabajadores por cuenta propia estaban en situación de ‘riesgo de pobreza o exclusión social’” (Pymes y Autónomos).

Hablemos de las huelgas

Este Día del Trabajo es tan bueno como otro cualquiera para hablar de las huelgas. Pero no lo haré de las que en Euskadi están organizadas para generar un clima de conflictividad electoral. Prefiero hablar de otras, de esas que sirven para entenderlas mejor. ¿Tienen derecho jueces y fiscales a reclamar mejoras laborales que consideran justas? Por supuesto. Pero también estaría bien que los sindicatos que defienden sus paros informen bien a sus trabajadores de lo que es justo, en la reclamación y en la forma de hacerlo. Porque las y los afectados son muchos, muy distintos y puede que con otro sentido de la justicia salarial.

Entonces, ¿es por un empleo?

De la misma manera, no dudo de ninguna manera del derecho de cada uno a pelear por un empleo. Pero sí señalo (porque yo también tengo derecho) algunas incoherencias. Al final, “los críticos de Podemos dejan el encierro e integrarán la lista en Asturias” (Nius). Lo harán porque “seguirán formando parte de la lista autonómica” y pese a que un compañero expedientado finalmente no podrá mantener su puesto. En resumen: que lo suyo, legítimamente, va del puesto en la lista y del puesto de trabajo. Pues muy bien. Pero, ¿no era esto a lo que se refería Pablo Iglesias cuando hablaba de “pesebreros” y “estómagos agradecidos”?

Pero, ¿qué mierda es esta?

La diferencia entre una sociedad avanzada y otra en la que sus integrantes todavía se lanzan piedras a la cabeza para llamar la atención radica en cómo enfoca cada una el relevo generacional. Estoy absolutamente convencido de ello. Una sociedad que facilita la natalidad y la incorporación de personas de otros territorios para garantizar una sostenibilidad futura es una sociedad mejor. Y la sociedad (en este caso, la de Países Bajos) que llama “princesas de la media jornada” a las mujeres que han decidido prescindir de horas, sueldo y promoción laboral por la crianza, y que además quiere acabar con ese “privilegio”, se retrata.

Los ricos no lloran, los ricos facturan

Ya sé que una empresa no es una ONG, pero en mi cabeza tiene sentido que una empresa que “anuncia un beneficio de 15.000 millones en un trimestre” (Business Insider) puede actuar de una manera generosa y mantener puestos aunque la carga de trabajo haya disminuido. De esta manera sostienes el empleo y redistribuyes los volúmenes. Todos salen ganando, ¿no? Todas y todos menos los accionistas, y el mundo es de esos inversores, está claro. Por eso Google anunció y ejecutó 12.000 despidos: para que el accionariado siguiera contento mientras contaba dividendos. Vaya mierda de mundo nos está quedando.

Los hermanos del norte

Ha sido el parlamento francés el que ha frenado, en última instancia, la subida hasta los 64 años de la edad de jubilación que pretendía sacar adelante Emmanuel Macron. La última vez que yo hice el cálculo de la mía, al sur del estado francés, me salía el resultado de 67 años porque el sistema penaliza a quienes nos hemos formado durante más tiempo. Pero no importa mi caso, sino cómo en el norte las condiciones laborales son mejores y las defienden en el legislativo. En el sur, en Congreso y Senado, Escrivá está saliéndose con la suya en todas sus imposiciones regresivas firmadas por el gobierno más progresista de la historia de España.

Qué ambientazo

Será que no sé de la nueva política, o que no alcanzo a entender cómo se ejerce en Madrid, pero este titular en 20 Minutos me parece escandaloso: “El PSOE ha votado en contra de 10 de las últimas 11 iniciativas parlamentarias de Unidas Podemos”. Un gobierno de coalición no puede llegar al Congreso de esta manera, no puede hacer visible a los ojos de las y los representantes de la ciudadanía, a los ojos de la prensa y los fotógrafos, a los ojos de quienes vemos parte de los debates por streaming, que está partido por la mitad. ¿Quién va a confiar en la reedición de una coalición que naufraga porque la han dinamitado las dos partes?

Quienes se ponen en evidencia

Una circunstancia juega a favor del actual gobierno de coalición: que la alternativa es otro gobierno de coalición liderado por el PP junto a Vox, o un gobierno en solitario de los de Núñez Feijóo en manos de Vox. Todo puede ser peor. José Ramón Hernández recupera el corte de María de la Cabeza, diputada ultra, en el que asegura que “existe un alarmante aumento de casos de homosexualidad y transexualidad debido al adoctrinamiento del Gobierno”. Hernández recuerda cómo antes la homosexualidad y la transexualidad estaban pero en el armario. Avanzar en la visibilización de estos colectivos es avanzar. Salvo para Vox.

No será el proceso a emular

Al final, el catalán no será el proceso a emular: “La división independentista ya es total”, titulan en El Plural, no sin cierto alborozo porque todos los medios españoles, incluso este, tan pegado a lo tradicionalmente progresista en España, ponen la unidad del Estado por delante de cualquier otra cuestión. Lo que queda del procés es la rotación de ERC hacia un autonomismo pragmático y una línea dura del independentismo en una deriva difícil de explicar y defender, sobre todo, por los personajes que la protagonizan. ¿Dónde están quienes se empeñaban en ponérnoslo de ejemplo? Pues rotando, como ERC, o a la deriva.

Más trampas que el Barça

El viernes pasado las empresas tecnológicas tuvieron que remitir a la Unión Europea el número de sus usuarias y usuarios activos cada mes en Europa. YouTube arrasa con más de 400 millones. Varios servicios de Google (el buscador, los mapas y la tienda de apps) pasan o se acercan a los 300. Facebook e Insta andan en 250 millones cada una. TikTok, 125. Y me sorprendieron los datos de Linkedin (122 millones) y Twitter (100), pero, claro, es que hay trampa: en el caso de Twitter, “unos 59,8 millones son usuarios registrados” (Xataka). El resto ha entrado solo a ver un tuit. En el caso de Linkedin, estaban registrados 41,8 millones.

No lo entiendo

Si enfrento el discurso de Elisa María Lozano, la alumna de la Complutense con el expediente más alto, con los que he oído a Isabel Díaz Ayuso, solo puedo estar más cerca de la primera que de la segunda, aunque creo que se equivoca en sus formas, como casi todas y casi todos los que acudieron ayer a la Complutense de Madrid a apoyar o boicotear a la presidenta de la Comunidad. Pero las y los más equivocados fueron quienes quisieron hacer una distinción desde la universidad a la política: ni puedes regalar el mérito (¿cuántas exalumnas serían merecedoras?) ni la oportunidad para la batalla. No es equidistancia lo mío: es cansancio.

Una inspección, a Trabajo

Confieso que esto se me había escapado: “La Inspección de Trabajo convoca este miércoles una manifestación frente al ministerio: ‘No pueden seguir desoyendo el conflicto’. Tras las concentraciones de este lunes, los sindicatos han convocado una manifestación para el miércoles” (El Plural). Yo pensaba que la gran contradicción de Yolanda Díaz estaba en el grupo parlamentario de Podemos o en Sumar, donde seguro que hay más de una y uno que hace horas extra sin compensación, en este período preelectoral permanente en el que viven. Pero que sean las y los inspectores quienes se quejen a Trabajo agrava la incoherencia.

¿De qué trabajará?

Habrá miles de compañeras y compañeros más apropiados que yo para dar lecciones de Periodismo, pero no puede evitar preguntarme “vale, ¿pero de qué va a trabajar?” cuando leí este titular en Vozpópuli: “Froilán de Marichalar se va a Abu Dabi, donde trabajará y vivirá (pero no con el rey Juan Carlos)”. Si anuncias eso en letras grandes lo normal es que satisfagas la curiosidad en el cuerpo de la noticia. Pero no lo hacen en el digital: se limitan a que terminará “sus estudios de ‘Business’ de manera online”. Y para lograrlo, la infanta Elena pone de profesor particular de sus “negocios” a Juan Carlos I. ¿Qué puede salir mal?

Google, también

En Google han despedido a 12.000 trabajadoras y trabajadores. Y lo han hecho, según sus propios testimonios que recogen en Genbeta, de una manera un poco abrupta: cortando el acceso al software con el que se ganaban la vida. Así de fácil: te revocan un acceso y te das cuenta de que eres uno de los miles de empleados y empleadas que abandonan una empresa con miles de millones en beneficios acumulados. Y lo peor es que no vas a poder buscar empleo en otra “grande” porque todas están despidiendo. Hasta Microsoft que, al final, ha sido la empresa con la responsabilidad corporativa más notable.

Rusia sigue perdiendo

Rusia perdió la guerra de la reputación en el momento en el que lanzó su primer misil sobre suelo ucraniano. ¿Qué vamos a pensar las generaciones que ahora convivimos cuando veamos un soldado ruso durante las próximas décadas? Y eso, sin esclarecer todavía cuántos ni qué crímenes contra la población civil ha cometido el ejército del Kremlin. Pero los sentimientos de un vasquito a Putin le importan poco. Le importan menos, seguro, que los de la ciudadanía de Estonia, Letonia y Lituania, muy ligadas históricamente a Rusia pero cuyos gobiernos han decidido ahora “romper” con Moscú “retirando” a sus embajadores, según Euronews.

Musk se ríe de todos y todas

Creo que el titular y el subtítulo de El Plural son bastante significativos: “Twitter suspende las cuentas de periodistas estadounidenses que cubren a Elon Musk. El dueño de la red social se jactó después de la cancelación y publicó una encuesta preguntando a los usuarios si les levantaba el veto”. El amo de Twitter se ríe de todo el mundo y no tiene respeto por nada ni hacia nadie. Me parece una consecuencia lógica a venir de alta cuna, ganar más dinero que nadie y escuchar a millones de personas diciéndote que eres el más listo, el más ocurrente y el más gracioso de este planeta.

No solo la prensa

Twitter es su juguete y Elon Musk juega con él como le da la gana: no solo ha baneado de la red social a los periodistas que le siguen y le critican o la cuenta que mostraba qué vuelos hacía su jet privado, también ha cerrado la cuenta de Mastodon, el sitio en el que pueden refugiarse muchos que no puedan vivir sin la dopamina que genera Twitter, y ha hecho que los links a esta web, competencia directa, no se puedan ver bien en la red del pajarito. La pregunta que yo no dejo de hacerme es: ¿por qué seguimos en Twitter si sabemos que no representa al mundo y está manejado por un vanidoso histriónico?

No solo los baneos

No solo los baneos me parecen notorios: “Musk disuelve el consejo asesor contra los discursos de odio de Twitter” (Ara), formado por “por un centenar de miembros de la sociedad civil que asesoraba a la compañía contra los discursos de odio, la explotación infantil o la prevención del suicidio”. Recientemente, también “el jefe de seguridad de la empresa, Yoel Roth, ha tenido que marcharse de su casa después de haber recibido amenazas y ataques personales, entre otros por parte de Musk”. Quien diga que Twitter funciona e incluso lo hace mejor desde la llegada del multimillonario se equivoca o es una mala persona.

A Biden le importa poco

Fue bastante significativo que Trump dejara plantado a Musk, aunque creo que sus caminos convergerán. Pero también lo es que la administración Biden no esté tomando ninguna decisión o posición sobre el nuevo Twitter. Antonio Ortiz lo explica en solo dos tuits: “Twitter es solo valioso para 2 cosas: que periodistas y otras figuras influyentes vendan su burra, que activistas presionen a esas figuras ‘de la élite’. Yo añadiría que todo lo de Musk y Twitter es ya un coñazo sideral. Biden (y su equipo) parecen haber concluido que todo el rato que pasamos aquí apretando los puñitos tampoco tiene muchas consecuencias en el mundo real”.

Casi ninguna sorpresa

Twitter no está entre las diez webs más vistas del Mundo. En el listado, que recopilan en Trecebits, sí aparecen viejas conocidas como Google (1), YouTube (2) y Facebook (3), donde cada vez resulta más extemporáneo publicar algo pero sus usuarias y usuarios siguen curioseando. Baidu (4) ya no está sola: otros gigantes chinos con apenas repercusión fuera del país le acompañan, como Qq.com (7), que es su competencia directa, y Taobao (8) o Tmall (9), de compra-venta de productos. También sobreviven webs que llevan muchos años con nosotros como Wikipedia (5), Yahoo (6) y Amazon (10).

Siguen ahí

Hace tiempo ya que no leía o escribía sobre sectas y estas semanas lo he hecho ya un par de veces para hablar de un grupo de supuestos criptoactivistas que captan a chavales muy jóvenes a los que incitan a entregarles todo su dinero. Y parece que no son casos aislados: “Los ‘cazadores de mentes’ se reinventan con criptomonedas o terapias de autoayuda” (EPE). Pero en el reportaje también hablan de modelos de sectas más reconocibles (enviados de Dios, comunas, etc.). Sin embargo, “ahora las sectas se han alejado de los estereotipos. No son tan numerosas y ni siquiera hace falta que sus miembros coincidan físicamente en un espacio”.

Alguien tiene que pagar la fiesta

Alfredo Pascual ha escrito en El Confidencial uno de esos reportajes necesarios: responde a una pregunta que nos hacemos muchos y lo hace con todos los detalles. El titular es cristalino: “Una camiseta de fútbol cuesta ocho euros y se vende por 170: ¿están timando al aficionado?”. Sí. Pero, ¿por qué lo hacen? Yo lo tengo claro: alguien tiene que pagar la fiesta del fútbol, que necesita que el torrente de millones nunca deje de correr, y lo hacemos los aficionados del entorno. ¿Cuántas camisetas del Athletic se venden en el Reino Unido? ¿Y de la Real en China? ¿Quién paga ese dineral? Quien vive en los alrededores.

“Fair play”

La UEFA ya ha abierto expediente al PSG y al Olympique de Marsella por incumplir el famoso “fair play financiero”. En el peor de los casos, el organismo impondrá una multa que clubes que tienen dinero para fichar lo que quieran abonarán como si de una comisión más se tratase. Y ahora amenaza a otros equipos: Barça, Arsenal y Juventus, entre otros, han levantado alguna sospecha en Nyon. ¡Qué habilidad! ¡Cuánta viveza! ¿Cómo habrán llegado a la conclusión de que el FC Barcelona ha podido hacer algo sospechoso de incumplir con el mínimo equilibrio exigible, que es el que sugiere la UEFA?

Correcto

En InfoLibre podemos leer otra buena noticia: “Los accionistas de grandes bancos y energéticas presionan contra los altos sueldos de los directivos”. En las juntas de accionistas es el punto que menos apoyo recibe aunque siempre se aprueban holgadamente. Hablamos de grandes empresas como Santander, Iberdrola, BBVA, Bankinter, Repsol, Red Eléctrica, Caixabank o Endesa. Y hablamos de emolumentos como el de Ignacio Sánchez Galán, que ingresó 13,2 millones de euros en 2021. Dinero que, evidentemente, no se reparte entre los pequeños accionistas ni sirve para abaratar la factura de Iberdrola. Al contrario.

No me preocupa, pero…

No suelo estar preocupado por la información que doy a las grandes empresas: ni en el supermercado cuando paso la tarjeta de fidelidad, ni en el banco, ni a las propietarias de las redes sociales digitales, aplicaciones o el buscador que uso a diario. Pero comprobar la comprobación que ha hecho Bert Hubert sí me ha escamado: ha creado un programita que le alerta con un leve pitido cada vez que envía un dato suyo a Google. Es lógico que cada tecleo en el buscador le dé información, pero cuando navega con Chrome casi cada clic es información que se queda la gran empresa para gestionarla como quiera.