«Los famosos»

Del entremés de Pedro Sánchez, una de las consecuencias más interesantes ha sido este titular en Vozpópuli: “Las reacciones de los famosos a la decisión de Pedro Sánchez de no dimitir: Pablo Iglesias, Risto Mejide, Jorge Javier Vázquez…”. Para eso ha quedado Pablo Iglesias, para ser solo uno de esos “famosos” que suelen opinar de política como Risto Mejide o Jorge Javier Vázquez. Aquel vicepresidente que se quitó de en medio para salvar el primero de los batacazos definitivos de su partido, y que decidió en su piscina privada que iba a invertir en un bar temático en un barrio gentrificado, hoy solo es un “famoso” en la sección “dolce vita”.

Los tertulianos

He sido injusto, lo sé: Pablo Iglesias es algo más que un inversor en hostelería que tiene una casa con piscina. También dirige un medio de comunicación como quien juega al Football Manager: “Pablo Echenique se incorpora como colaborador a Canal Red”, donde “analizará la actualidad política en los distintos programas”. Claro que sí, hombre. El político más sobrevalorado no podía seguir dando sus opiniones solo en X. Y el medio del líder supremo, ese que cuando le da la gana pasa por encima de la secretaria general que él mismo puso, no podía prescindir de un valor (notablemente devaluado) como Echenique.

Y ya, ¿no?

La reflexión de Sánchez y su discurso posterior, ese en el que usó un ataque judicial a su mujer para justificarse a sí mismo y anunciar un antes y un después del que no sabemos nada, no da más de sí. Ya hemos hablado del CIS y ya hemos ocupado los medios vascos con un marco españolísimo, que ni pintado por Eneko Andueza y el propio Pedro Sánchez. Así que yo creo que podemos cerrar esa puerta y seguir, que podemos renunciar a que el presidente español condicione nuestras conversaciones. Yo termino (o eso espero) con este mensaje en X de Juan Ignacio Pérez Iglesias: “Lo sublime, lo ridículo, la fina línea que los separa”.

Hoy es 1 de Mayo

El teatrillo de Pedro Sánchez ha eclipsado la actualidad política vasca, que pasa por la conformación de un gobierno de coalición con un nuevo lehendakari, la campaña de las europeas (para beneficio del PSOE, únicamente) y hasta el 1 de Mayo. Más allá del festivo y de las reivindicaciones con tufo político (el que desprenden los sindicatos mayoritarios vascos), las dinámicas laborales globales están cambiando radicalmente y no estamos dándonos cuenta: “Cuando un fabricante de coches chinos como Chery pone fábrica en España es que el mundo empieza a funcionar al revés”, leemos en El Blog Salmón.

Están aquí

Me creo lo que explican en Microsiervos: que el vídeo que vemos del robot de Astribot no contiene “trucos”, que suelen ser: “Mucha animación 3-D fotorrealista, teleoperación y grabaciones a ×2, ×4 o incluso más, por no hablar de la preparación de las pruebas”. Ese robot es capaz de cocinar, ordenar, recoger una mesa o doblar la ropa con una habilidad asombrosa. E insisto: me lo creo simplemente porque eso iba a pasar, porque los robots van a ser capaces, más pronto que tarde, de hacer cualquier tarea. Y eso, claro, va a influir en el mercado laboral tanto como la inteligencia artificial para generar textos o entretenimiento ligero, por ejemplo.

Yo fui una vez a un Gaztetxe

Yo fui una vez a un Gaztetxe, a un concierto, cuando empezaba a salir con la que hoy es madre de mi hija y mi hijo, y ambos nos sentimos bastante desplazados y fuera de lugar. Se ve que no era de fiar para personas como Ane Lindane, capaz de escribir tuits como este pensando que son una buena idea: “¿Os suena su cara? A mí tampoco. Pues es Alba García, la candidata a lehendakari por Sumar, nació en 1988 y es de Bilbao igual que yo. No perdamos la buena costumbre que siempre hemos tenido en EH de desconfiar de esa gente a la que no hemos visto en la puta vida en un Gaztetxe”. ¿Qué más puedo añadir?

No, por favor

He visto a los partidos crear blogosferas, el uso de los grupos y las páginas de Facebook durante las campañas, la irrupción de Twitter, la dictadura de los vídeos verticales que impuso Instagram y, por supuesto, ahora me toca asistir a la “tiktokización de la política”. Nada de lo anterior es malo en sí mismo, pero algunos pasos sí nos han llevado a terrenos pantanosos: el de Twitter (hoy, X) y este último, hacia TikTok, que concentra lo peor de Internet. Por lo que he visto, no creo que la campaña gallega haya abrazado esta red social con todo lo que conlleva, como sugieren en Público, y espero que no lo hagamos en la vasca.

Y si…

He esperado pacientemente a la reflexión de Pablo Iglesias en Canal Red sobre los resultados de esas mismas elecciones gallegas, para saber qué análisis hacían en Podemos sobre sus resultados. En este caso, ha llegado por medio de un editorial sin firmar que, en un primer vistazo, parecía poco prometedor: “Podemos mira a las europeas”. Sin embargo, la tesis que desarrollan más abajo es más interesante: básicamente, creen que tienen más músculo que un Sumar que puede ser flor de un día, suflé que baja rapidito. Lo más significativo es que el análisis no suena complaciente sino esperanzador.

Nadie quiere ser una o un pringado

Sé que soy de esos que en su lecho de muerte se arrepentirán de haber trabajado demasiado. Y no lo hago por dinero, a los hechos me remito. Lo hago porque creo que tengo que sacar mi marca adelante y porque quienes han confiado en mí y pagan mis facturas se merecen que dé lo máximo. En resumen: soy un pringado. Así me ven, no me cabe duda, quienes vienen por detrás y tienen muy claro que no van a trabajar tanto como yo. A estas alturas ya pienso que hacen bien. En Pymes y Autónomos también lo ven: Las y “los más jóvenes tienen claro qué implica ser autónomo: poca vida social, y pagar, aunque no te paguen y lo gritan en TikTok”.

Cada vez menos vascos y vascas

Hoy, ni la izquierda abertzale es tan vasca como fue. Así que, ¿qué podemos pedir a quienes han mantenido nuestras tradiciones por devoción al otro lado del Océano? En About Basque Country (siempre digo lo mismo: si no existiese habría que inventarlo) reflexionan sobre el artículo de “la periodista Danielle Echeverria que ha publicado el diario San Francisco Chronicle sobre el auge y decadencia de la gastronomía vasca en esta ciudad. Un artículo que va mucho más allá de la apertura o cierre de restaurantes, sino que ayuda a entender la evolución de su comunidad vasca y la situación actual en la que se encuentra”.

La campaña de Bildu

Es interesante lo que apunta César Calderón en The Objective: cómo Bildu tiene dos discursos paralelos, uno en euskera, soberanista y más tradicional y, por lo tanto, duro. Y otro socialdemócrata al uso, en castellano. Personalmente, creo que en Bildu saben que en Euskadi todo el mundo es consciente de que se trata de la izquierda abertzale de siempre con piel de cordero, y también saben que a la mayoría no le importa. Más interesante me resulta esta otra línea de Calderón: “Las perentorias necesidades de Pedro Sánchez han podido acortar, y no exagero, varias décadas” su estrategia de blanqueamiento.

No doy crédito

Óscar Puente mantuvo el pasado fin de semana una discusión pública en X con el periodista Francisco Pascual, adjunto a la dirección de El Mundo. El intercambio de tuits alcanzó su cénit con este del ministro español de Transporte y Movilidad Sostenible: “Si no te pasases el día lamiéndole el dobladillo del pantalón a Ayuso cuando protagoniza sus patochadas tendrías alguna legitimidad para reprocharme a mi algo. Pero no la tienes querido. Circula, que te estás poniendo muy pesadito” (sic), con las faltas de ortografía, incluidas, por cierto. ¡Un ministro diciendo eso a un periodista! Yo no daba crédito. Allá quien se lo dé.

Mira, qué bueno

Me acerqué a la web de Pablo Iglesias para ver si el alma mater de Podemos y Canal Red había escrito algo sobre las elecciones gallegas. Lo ha hecho, como esperaba. Pero lo comentaré en la columna de mañana porque, de camino, me encontré con una pieza muy interesante y, a la vez, divertida, sobre Koldo García, “la misteriosa sombra de Ábalos durante años”. Aníbal Malvar exagera las capacidades de “Koldo”, glosando la biografía, acciones y decisiones que ha ido tomando, y llegando a la conclusión de que todo eso “no podría suceder, como ya insinué antes, ni en la remota e incivilizada España”, afirma con sorna gallega.

Muchas más de 31.000 vidas humanas

No me queda claro si la referencia temporal de Zelenski es vaga por despiste, intencionadamente, o simplemente no la han trasladado cronistas y traductores, así que no sé si cuando se refiere a “esta guerra” habla de la invasión rusa sobre toda la frontera ucraniana que empezó hace ahora dos años, o al conflicto bélico en el Dombás, que empezó mucho antes. En cualquier caso, los 31.000 soldados ucranianos fallecidos (sin contar los desaparecidos, ni los del bando ruso, igualmente humanos) es una cifra injustificable que debería de resultarnos, además, inasumible como colectivo, como civilización.

No solo es esto, pero también lo es

No creo que el descenso preocupante de la natalidad en Euskadi, como en Europa, sea un problema solo de ayudas a la natalidad y la conciliación. Es un problema mucho más profundo, de modelo de sociedad, de relaciones laborales y de tipo de ocio. Es un problema de individualismo, de modelos a seguir vía Internet, y de valores que hemos olvidado. Pero no es menos cierto que esto que apuntan en El Blog Salmón también importa: quienes somos amas y aitas pagamos más impuestos cuando tener hijas e hijos “debería de considerarse una actividad beneficiosa fiscalmente”, algo que ya sucedía en la antigua Roma, según el digital.

El que tiene que tomar nota es el PSE

Xavier Tomás ha escrito en X, en dos líneas, el mejor resumen, posiblemente, de la noche electoral gallega: “Alguien debería reflexionar acerca de la utilidad de crecer solamente a costa de tu socio, y no de tu rival”. Dicho de otra manera: la estrategia política del PSOE no la rentabiliza electoralmente el PSOE, es evidente, y ahí hay una disonancia. En Euskadi, el PSE crece solo a costa del PNV cuando deberían de llevarse algo de la sangría de Podemos-Sumar y, sobre todo, disputar con Bildu ese espacio de izquierdas cada vez menos abertzale. Sánchez ha instaurado el cortoplacismo, pero hay salida, y toca a Andueza encontrarla.

Ha sido una gran victoria

La del PP en Galiza ha sido una gran victoria: “Gana la Xunta con más votos que el BNG y el PSOE juntos”, titulan en El Independiente. No solo eso: mantiene el 47% de los votos emitidos que logró en 2020 con una participación, esta vez, del 67% del censo. La victoria es absoluta, en números y en lo intangible: la moral del PP sube después de haberse alejado del discurso más duro (es cierto que en la última semana dieron algunos volantazos, incluido el que llevó a Díaz Ayuso a Vigo), e incluso después de haber superado la voladura controlada que salió mal con la amnistía como detonante. Ha ganado Rueda y ha ganado Núñez Feijóo.

No, la gente no es tonta

Me sorprendieron los comentarios en La1 durante la noche electoral, a medida que se consolidaban los 40 escaños del PP, justificando el resultado con el sistema electoral que discrimina positivamente a regiones “rurales” y que, al parecer, votan al PP. Pero los de Rueda ganaron en todas las circunscripciones y en todas las grandes ciudades salvo Vigo. La gente no es tonta, analfabeta o caudillista cuando vota. Al respecto, también debería de tomar nota Oskar Matute, al que aplaudían en Público el sábado por su tuit: “Bah, en serio. Gente así no puede ganar. Llámenme ingenuo, pero creo en el intelecto de la gente”. Yo, también.

Pues les ha pillado el carrito del helado

Y el carrito del helado lo manejaba Alfonso Rueda, un político aparentemente anodino que, sin embargo, ha arrasado. Rafa Cabeleira alertaba de ello en X: “Ha ganado las elecciones ‘el candidato gris, el candidato ausente, el candidato indigno’. Y quienes así lo definían han perdido contra ese mismo candidato gris, ausente e indigno. Esto también es importante señalarlo, creo”. Y cree bien. Y contra lo que pudiese parecer, ha ganado el político que tenía en contra al frente mediático español (hoy, claramente progresista al estilo del PSOE). Y es en ese mismo frente en el que hoy no entenderán algo muy sencillo: solo votaban en Galiza.

La izquierda de la izquierda

Sigo esperando al análisis que haga Pablo Iglesias en su medio de comunicación, porque estoy convencido de que lo hará. De momento, en Canal Red solo han puesto una descripción de los datos entre los que destaca, para mí, este que casi pasa desapercibido en el texto: Sumar ha obtenido el 1,85% de los votos, y Podemos, el 0,25%. Vox, por su parte, el 2%. Es decir, casi lo mismo que Sumar y Podemos, juntos. Los extremos no sé si se abrazarán, pero que se pueden mirar el uno al otro como si fueran un espejo, lógicamente, invertido, sí que lo creo. También es destacable que Yolanda Díaz no haya conseguido nada y Pablo Iglesias, menos.

La ley de vivienda no funciona

La política actual, del tuit y las puestas en escena con luces que desvíen la atención sobre las inconcreciones, es más pobre. Y lo es porque las y los políticos nos mienten a la cara: la ley de vivienda no va a rebajar el precio del alquiler, como mucho, moderará las subidas. Y en cualquier caso, no funciona: “El Gobierno fracasa con el precio del alquiler porque no entiende lo que funciona” (El Blog Salmón). En concreto, “la Ley de Vivienda, pese a llevar más de siete meses en vigor, no ha conseguido frenar la subida desmedida del precio de los alquileres” y “solo está generando una fuga de propietarios del alquiler permanente al de temporada”.

¿Quién compra ahora vivienda?

Por lo tanto: el de la vivienda es un problema real que la última ley aprobada al respecto no ataja pero que ha servido a quien la aprobó para hacer campañas. Hablemos de la compra-venta: ¿quién compra una vivienda ahora, con la inflación que dispara los precios y los tipos de interés alto? Pues quien tiene suficiente dinero para pagarla billete sobre billete. ¿Cuál es la consecuencia de esa situación? Esta: “La banca estima que el precio de la vivienda en España se volverá a disparar en 2025” (Vozpópuli). Eso es justo lo que debemos atajar vía legislativa y ejecutiva, sin anuncios electorales ni caras duras.

¿Usamos bien las pantallas?

Parto de la base de que un estudio que concluye que “menores de entre 4 y 18 años dedican efectivamente cuatro horas al día a las pantallas, sin contar la exposición que puedan tener en el colegio o el instituto” (The Objective), sin tener en cuenta lo diferente que es el uso que hacen las y los más pequeños de la horquilla, y las y los más mayores, es bastante discutible. Pero incluso desde ese pecado original la conclusión ratifica la evidencia: no usamos bien las pantallas. Y sí, utilizo la primera persona del plural porque somos nosotras y nosotros, de manera directa o con los centros escolares como intermediarios, quienes ponemos los dispositivos en sus manos.

Va a necesitar mucho más

Hablando de pantallas, está claro que las y los principales representantes de Podemos han perdido cuota: en los últimos días solo Ione Belarra ha tenido cierta relevancia, y para intentar explicar el incidente de los despachos, que provoca vergüenza ajena. Pablo Iglesias en Twitter también ha obtenido cierto impacto por el mismo tema, pero sus voces y sus altavoces se van apagando. Así que Irene Montero va a necesitar mucho más que una noticia en Canal Red para consolidar su campaña a las europeas. Soplan malos vientos para las y los morados, pero no es menos cierto que en esas aguas se han metido ellas y ellos solos.

Depende de nosotras y nosotros

Arabia Saudí se está preparando para el fin de ciclo de los combustibles fósiles, pero su plan pasa claramente por seguir siendo uno de los principales proveedores del planeta al resto de países: “Arabia Saudí se prepara para sacar partido al conflicto entre EEUU y China. Su plan: ser el centro tecnológico del planeta” (Xataka). El intento de Washington de que Taiwán compensara la dependencia de China salió tan mal como era esperable, India está provocando la oportunidad que le ponga en el mapa, pero Arabia Saudí tiene ya la posición y el dinero para ponerse en marcha rápidamente. Y aunque todo ha salido fatal, me temo que volveremos a tropezar.