Los dueños del tiempo

En Euskadi los mismos que intentan apropiarse de la cultura y de la historia vasca, por supuesto, quieren ser los dueños del tiempo, y mientras aparecen en aniversarios de asesinados por el franquismo contra una tapia, reclamando su relato, luego no quieren saber nada de lo que pasó en democracia. Ya les gustaría, pero no puede ser. Así que, sí, estoy de acuerdo con Juan Soto Ivars cuando critica en El Confidencial que las últimas detenciones de miembros de ETA se hayan considerado “fuera de tiempo”. Lo único que era de otro tiempo eran las protestas: hay familias que hoy reclaman justicia.

En Podemos no descansan nunca

Da igual lo que pase: da igual que Pablo Iglesias corte tantas cabezas en Podemos que Íñigo Errejón puede montar un partido con todos los decapitados. Da igual que Podemos alcance una vicepresidenta y cuatro ministerios en el gobierno español. Y da igual que nos azote una pandemia y una crisis económica derivada aterradora. Da igual todo porque algunos no descansan: “La cúpula de Podemos teme que Yolanda Díaz aproveche los problemas judiciales de Iglesias para asaltar el poder” (Vozpópuli). El juego de tronos entre los morados parece que no tiene fin, para ellos la partida siempre está abierta. Qué agotador.

El infravalorado derecho a desconectar

De la pandemia y la crisis económica no saldremos mejores: hay ya demasiadas muestras que indican lo contrario. Pero con suerte sí habremos dado algunos pasos, por ejemplo, a favor del teletrabajo. Pero el real, no el que se limita a enviarte a tu casa con un ordenador y, si tienes suerte, el teléfono, y te ata a la mesa (en muchas ocasiones, la del comedor o la cocina) durante todo el día. El derecho a la desconexión en el trabajo presencial no estaba suficientemente valorado hasta ahora, pero con el teletrabajo es una pieza imprescindible para que no salgamos “de esta” completamente locos.

Diez años de la tercera red

Llevo más de diez años dedicándome a observar y explicar las redes sociales digitales. Al principio, estábamos perdidos: había demasiadas y todas parecían valiosas. Ya entonces destacaba Facebook. Después, redujimos rápida y felizmente todo a dos: Facebook y Twitter. Y en una tercera fase dimos cabida a Instagram. Ahora vamos camino de convertirla en la primera red social para comunicarnos: los periodistas cada vez la miran más, en detrimento de Twitter, y la ciudadanía que vota y compra, abandona Facebook para entrar a Instagram, que cumple 10 años en mejor forma que nunca.

¿Nos lo creemos o no?

Endika Río se quejaba esta semana de que no pudimos ver la semifinal de Copa entre el Athletic y el Levante. No pudimos verla, por supuesto, porque la jugaban los equipos femeninos de ambos clubes. Nadie concibe que no fuera a emitirse, aunque solo fuese de pago, si la jugaran los Williams y Campaña. Eso significa que sobre el fútbol femenino hablamos mucho pero pocos ponen los medios para alcanzar una igualdad real. Sin embargo, esta misma semana hemos podido ver por YouTube un trofeo “veraniego” que sí jugaron el Valladolid y el Athletic… De los chicos, claro.

Los referentes de cada uno

En esta temporada sin eventos por el coronavirus, Sabino Arana Fundazioa está haciendo un encomiable esfuerzo para mantener activas sus redes sociales con efemérides muy interesantes: tal día como ayer hace 84 años el batallón de gudaris Arana Goiri entonó por primera vez el “Euzko Gudariak”, una canción compuesta por José María Garate, de EAJ-PNV. Este batallón logró estabilizar el frente y posibilitar que el lehendakari Agirre fuera elegido, según cuenta la Fundación en su propia web. No es un aniversario menor ni es una historia menor: es la nuestra. Y podemos estar orgullosos de ella.

Benefician a los indultados

Los delitos que se imputan a los presos políticos catalanes son absolutamente irreales porque la independencia de Catalunya no fue tal. A los hechos pasados (ni siquiera bajaron la bandera española) y presentes (Torra participa en las conferencias de presidentes autonómicos por el coronavirus) me remito. Así que esas personas están presas por sus ideas, lo que sí me parece que debería de ser delictivo, y por eso los indultos tardan en llegar en todos los casos. Usarlos para negociar, como sugiere la propia acción del PSOE, y titular que solo benefician a Podemos (El Independiente), muestran la falta de sensibilidad española.

Detector de fachas

No hay mejor detector de fachas que Franco. Sobre todo en las instituciones. No falla: quienes se niegan al cumplimiento de la ley de Memoria Histórica son fachas o colaboracionistas (los que se abstienen), que viene a ser lo mismo y, por lo tanto, merecen el mismo trato. Así que lo que se ha hecho Adolfo Suárez Illana es un autorretrato o un selfie, votando junto a Vox en contra de retirar condecoraciones a Francisco Franco. El hijo del presidente ya se desmarcó del PP en su día (que no votó ayer a favor) negándose a quitar condecoraciones a funcionarios franquistas como Billy el Niño (El Plural).

¡Qué caos!

Lo he escrito muchas veces y todas lo he hecho convencido: en esta crisis no es fácil ponerse del lado de los gobiernos que toman decisiones, pero es en la posición en la que me van a encontrar. Insisto: los que toman decisiones. Por lo visto, eso excluye al de la Comunidad de Madrid. Esta semana les hemos visto inaugurar un dispensador de gel en una estación del metro, después nos hemos enterado que, de momento, solo hay en dos estaciones de las 50 prometidas, y mientras se disparan los contagios también las informaciones, como la de Público, sobre todo lo que no han hecho para evitar esta situación.

Las cosas, en su sitio

Con la cantidad de corrupciones y corruptelas que hemos visto en España que a Pablo Iglesias le comprara ropa una empresa del entorno de Podemos a otra empresa del entorno de Podemos por valor de 486 € de dinero para la campaña, como denuncia en exclusiva El Confidencial, me parece una nimiedad. Luego, están los detalles: la forma de vestir de Pablo Iglesias ha llamado la atención varias veces y ninguna para bien, Podemos solo confía en su gente hasta para comprar las camisas, o que tengan que comprárselas (aunque puede haber sido por cualquier circunstancia durante la campaña).

Team facha

Pago unos 100 € al mes para estar conectado a Internet constantemente. Lo que me cuesta el móvil, aparte. Y lo hago contento cuando veo vídeos como el de dos fachas discutiendo a megafonazos y al modo facha, con una buena dosis de agresividad, por ver quién es más facha, en una manifestación de fachas y, para colmo, con una reportera y un cámara de “Estado de Alarma” (el programa para fachas de Javier Negre) que no solo pretende entrevistar a uno de ellos, sino que intercede, con la mascarilla por debajo de la nariz, cuando intenta llevárselo la policía. Definitivamente, pago Internet pare disfrutar de estos momentos.

El chaletaco de Abascal

Algún día nos explicarán quién pagaba tan bien a Santiago Abascal cuando Vox no era nada. Fueron unos cuantos años en los que el líder lo era de un partido sin base ni representación, pero en los que pudo permitirse ahorrar para un chaletazo en Madrid valorado en un millón de euros que su mujer, Lidia Bedman, muestra sin tapujos en Instagram. Y ahora medios que participan activamente en el blanqueo a la extrema derecha, como Vozpópuli, difunden su labor: la de Bedman como influencer y la de Abascal como cabeza de familia que llevaba a casa un fajazo de billetes. ¿Quién se lo daba?

Un Borbón, un Audi

Froilán de Borbón ha estrenado su Audi de 80.000 euros con una multa de aparcamiento. Sería gracioso si el cochazo no fuera, en sí mismo, un insulto a la cara. ¿Se lo han pagado su madre y/o su padre? ¿Es un regalo de otro miembro de la familia que va sobrado de pasta? ¿Por qué a los Borbón les gusta tanto Audi, como hemos visto en Twitter: los han conducido desde un joven Juan Carlos I a Felipe VI y Letizia Ortiz en la actualidad? Ya sé que Froilán no iba a empezar con un Fiat Punto gris de segunda mano, como hice yo, pero me fastidia pensar en que lo hayamos pagado entre todos aunque sea de manera indirecta.

Más niñatos

En Euskadi hemos normalizado auténticas aberraciones. No ya convivir (algunos, hasta blanquear a cambio de pisar moqueta) con quienes defendieron y defienden a asesinos por motivos ideológicos (es decir, fascistas). También esa violencia de baja intensidad pero estructural que son las pintadas: desde el “gora ETA” de turno a la que ha sufrido la placa que recuerda a Gregorio Ordóñez, otra vez, este mismo fin de semana. En fin. Ahora, en Catalunya, empieza a aparecer ese fenómeno que podemos resumir como el de los “tontos con espray” y que allí firma Arran. Lo que les queda por ver.

Y más meritocracia

Está claro que Froilán de Borbón no tiene un Audi de 80.000 euros por méritos propios. Otro ejemplo de que la “meritocracia” que reclaman los liberales españoles que, curiosamente, suelen ser también monárquicos, es una meritocracia viciada, normalmente, por una posición familiar holgada (como la de los Borbón). Después de vender Idealista por una milmillonada, a los hermanos Encinar les ha caído alguna hagiografía amable que recuerda que empezaron subiendo maletas en el hotel de sus padres. Un hotel que daba para pagar un máster en Harvard. No lo critico, pero no empezaron de mozos de almacén.

Como un Rey

Nadie se esperaba que Juan Carlos I fuese a vivir peor fuera de España que lo que ha vivido dentro. Pero incluso esa certeza, la de que el elegido por Franco que, a su vez, ha designado al siguiente jefe de Estado español por sus gónadas y con machismo, va a tener el vivir de jeque, me parece vergonzante. Nunca he discutido el sueldo de un parlamentario, un diputado, un lehendakari o un presidente del gobierno: me importa que se lo ganen, no lo que ganan. Lo mismo me gustaría poder decir del jefe de Estado que engorda con mis impuestos, pero no puedo porque nos imponen a un protegido sin vergüenza.

Sí, los influencers importan

Igual que Alejandro Rivas en Twitter, cuando oí a Fernando Simón que los influencers en redes sociales podían implicarse en promover medidas sanitarias adecuadas para la pandemia, me pareció bien. No podemos obviar que mucha gente joven, un grupo que no parece atender especialmente a las recomendaciones, tiene muy en cuenta a estos influencers. O peor: no podemos señalar a estas estrellas de Instagram cada vez que aparece una barbaridad o un argumentario negacionista, y no contar con ellos para extender unas buenas prácticas. Todos somos importantes, todos podemos aportar… O hacer todo lo contrario.

Miguel Bosé, ganando enemigos

No me importa reconocerlo: tengo en casa un par de CD (así de viejo soy) de Miguel Bosé. ¿No habíamos quedado en que es necesario separar al artista de su obra? Pues yo tengo estos puntos horteras desde mucho antes de que el cantante se abriera una cuenta en Twitter para difundir tonterías conspiranóicas y negacionistas, que son hoy un gran detector de idiocia, por cierto. Pues bien, después de todo, se desdice y reconoce la existencia del virus y que este mata. Lo hace con cierta sorna pero seguro que se ha ganado un buen puñado de enemigos que le consideran traidor a la causa antimascarilla.

Nos acercamos a números reales

Yo lo tengo muy claro: el fútbol, como todos los deportes de masas, está viviendo por encima de sus posibilidades. Ya no queda mercado al que impactar (¿India?) y, al final, los que pagamos 100 € por una camiseta somos los seguidores de proximidad. Igual que los que pagamos caros paquetes para ver (o emitir en los bares) el fútbol. Y esto va a ir a más: o teles, ligas y clubes hacen números reales o viene un catacrack. De hecho, ya está llegando: en Magnet leemos que las audiencias en EE.UU. van a la baja en unos números similares a los de la liga española la anterior temporada.

Un privilegio

Entre el coronavirus y Juan Carlos I parece que solo queda espacio para Cayetana Álvarez de Toledo, pero hay otros nombres propios, como el de Ray Bardbury, de cuyo nacimiento esta semana hemos celebrado el centenario. Posiblemente, el libro que más he recomendado en mi vida sea su recopilación de “Crónicas Marcianas”, porque para mí es la puerta que da acceso a la ciencia ficción incluso a quien nunca ha disfrutado antes del género. Porque Bradbury, porque sus crónicas, hablaban de nosotros pero en otro tiempo y lugar. Esa es la ciencia ficción buena, la que nos descontextualiza para mostrarnos y que aprendamos a vivir.

La escalada de Urkullu

La columna del día después de las elecciones siempre es complicada porque la tengo que escribir y enviar antes de conocer los resultados, y porque, aunque esperase, las redes sociales de los partidos suelen estar bastante paradas. Así que aprovecharé este espacio para hacer eso que realmente es “lo mío”: echar un vistazo a las campañas. Empiezo por Iñigo Urkullu, que, fiel a su estilo, ha ido de menos a más: el lehendakari siempre crece en campaña. Este año, además, ha estado mucho más suelto en debates o entrevistas y, digan lo que digan, es el que más ha arriesgado explicando lo que ha hecho y va a hacer en la situación más difícil.

La que no ha arriesgado

La que no ha arriesgado ni medio milímetro (ni tiene por qué hacerlo) es Maddalen Iriarte. La apuesta por la periodista no ha supuesto un impulso a la comunicación del partido. Al contrario: la marca “Bildu” ha tirado más que la candidata. Y por si acaso, no han salido de su guion. El problema es que Bildu se empeña en caer en contradicciones: hay mochilas que sacuden pero no acaban de sacárselas, así que, lo único que queda, es la imagen de un mensaje extraño. Por ejemplo, cuando Bildu habla de Derechos Humanos, o cuando quiere templarse mientras Ernai se mantiene radicalizada.

Una campaña es algo difícil

Hacer una campaña es difícil, y ser candidata a lehendakari lo es aún más. Tengo la sensación de que el nuevo equipo de Podemos Euskadi y la propia Miren Gorrotxategi lo han descubierto sobre la marcha, cuando acabó el confinamiento y tuvieron que hacer algo más que mandar vídeos al Teleberri. La campaña de Gorrotxategi ha sido la peor desde el planteamiento del tripartito al color de las traseras, con varios vídeos que han saltado de WhatsApp en WhatsApp por errores de bulto en algún mitin o el debate en ETB2. Y Pablo Iglesias, que venía a Euskadi como la estrella del rock salvadora (un detalle un pelín machista), no ha funcionado.

España y la experiencia

Otra que no ha arriesgado en las formas es Idoia Mendia. La campaña del PSE ha sido correcta, sin estridencias. Tenían que marcar perfil institucional contra Podemos y Bildu, y lo han hecho. Incluso por exceso: más que de su experiencia en el Gobierno Vasco han hablado de los logros de Pedro Sánchez. Y en eso sí han arriesgado: hoy sabemos si la apuesta ha sido ganadora o, como parece a la hora que escribo esta columna, Sánchez empieza a provocar ciertos recelos, sobre todo desde que suena, como un ruido de fondo, que convocará elecciones generales tan pronto como pueda y los sondeos le favorezcan.

Iturgaiz ha hecho su campaña

Iturgaiz ha hecho su campaña y la ha hecho bien. No me cabe duda. Lo que está en juego es si el planteamiento del PP era el correcto, si esa campaña que Iturgaiz posibilita les ha servido para evitar fuga de voto a Vox o a posiciones más moderadas. La apuesta por volver al pasado, por ETA, por mirar a España más que a Euskadi, por personajes que han vivido de la victimización propia o ajena… No es la campaña que necesitaba una sociedad empeñada en mirar al futuro, como demostraban los sondeos y, espero, a la hora a la que escribo esta columna, hayan ratificado los resultados electorales.