El amor

Querer y que te quieran es estupendo. Solo lo mejora que siga pasando. ¿Y de la pasión qué puedo a decir? Pocas cosas nos gustan más que ir a un sitio sabiendo que cuando llegues vas a follar. Pues lo mismo le pasa a un rey. Por eso Juan Carlos I sale tan contento en las fotos junto a Barbara Rey. Qué alegría, qué pasión, cuánto se quieren. Lo único malo para él, para ella y para mí es que han pasado 30 años de aquel momento. Porque pueden contarnos lo que quieran del enfado de la actriz y del cabreo del emérito, que en el fondo les da igual y en las formas nadie va a buscar las respuestas a preguntas evidentes.

El velo

Ayer hablábamos de las futuras memorias de Juan Carlos I, esas que él va a llamar “Reconciliación” y en las que clama: “Me están robando mi historia”, y hoy tenemos que hacerlo de este lance pasado. Pero no hay lance sin caña, y no me refiero a la real. Susana Griso despreciaba las fotos que ha publicado, por fin, Privé: “Las ha intentado vender en España y no lo ha conseguido” (El Economista). Pero en esa frase hay mucha enjundia: ¿por qué no lo han logrado? ¿Cuántos medios siguen siendo fieles a Juan Carlos I? ¿Quién tiene capacidad de influencia sobre ellos? ¿Y por qué? ¿A cambio de qué?

“Juan Carlos I estalla”

Me ha sorprendido que apenas hubiese referencias en los digitales ayer sobre la publicación de estas fotos y, sobre todo, sus consecuencias. Así que tengo que irme hasta la web de Lecturas para ilustrar mi reflexión: si ya ha quedado probada esa relación, ¿no es lógico que pensemos que el rumor del dinero que se abonó a Barbara Rey por su silencio también es real? ¿Cuánto? ¿Cómo? ¿Exactamente para qué? ¿De dónde salió? Y la más importante: ¿por qué se habría ocultado durante todo este tiempo si es dinero público? Por supuesto que tenemos derecho a saber, hasta el último detalle, de lo que nos afecta como ciudadanía.

¿Para qué sirve la familia real española?

Mientras veíamos a Juan Carlos I tan contento junto a Bárbara Rey hace treinta años, su hijo sufrió ayer una crisis política: no le han invitado a una movida en México. Terrible. Atroz. Que se posicione el gobierno, que alguien diga algo en el Congreso y que haya tertulianos muy indignados en las radios y las televisiones. El rey está ofendido, ¡viva el rey! O algo así. Pero lo cierto es que, como dicen en el digital de Pablo Iglesias, Diario Red, acertadamente, Felipe VI es “un lastre para la política exterior española”. Y muy útil en la interior tampoco parece, la verdad.

Otro

En el fondo, Alvise Pérez solo hace lo que ha visto: si en España hay millones de personas capaces de declararse “juancarlistas” y seguir como si nada después de todo lo que sabemos (me refiero a la millonada infame acumulada, no a los folleteos), ¿por qué no va a intentar él también tomar por tonta a la ciudadanía? Pues lo hace con ahínco: le han pillado cogiendo 100.000 pavazos en metálico, a cambio de favores políticos, de un tío que captaba inversores en criptomonedas, y asegura “que lo hizo por rebeldía con el Estado” (El Independiente). Mira, si te cuelan esto mereces haber invertido en el chiringuito.

Qué puta desgracia

Lo que está haciendo el gobierno ultra de Israel es una puta desgracia mundial que no podemos seguir permitiéndonos. La foto que ha elegido Oscar Mijallo para ilustrar su tuit, con dos niños abatidos bajo los escombros, desgarra. Y su mensaje araña por dentro: “Netanyahu sabe que cuantos más muertos haya en Gaza más protestas habrá en Estados Unidos y que las protestas perjudican más a Biden que a Trump, su gran aliado. En noviembre hay elecciones en USA… Me temo que habrá muchos muertos en Rafah”. Niñas y niños asesinados por necesidad política. Quien no haga todo lo que pueda por pararlo es culpable de que siga sucediendo.

Y qué vergüenza

Vergüenza debería de dar a quienes aprobaron la ley de vivienda antes de una campaña solo para tener un argumentario electoral las consecuencias de su obra: “El precio de la vivienda sube un 7,4% en abril: así está por capitales” (Expansión). Y todavía hoy las y los representantes de la izquierda en las tertulias de televisión y radio siguen hablando con suficiencia del problema, como si el gobierno español no hubiese tenido mayoría y tiempo suficiente para hacer una normativa efectiva, útil, que fomente la oferta en vez de retraerla, y que explique la realidad del problema, en vez de buscar el titular, el tuit y el voto.

Alguien sí lo ve

ERC fue uno de los que votaron a favor de esa ley, junto a Bildu y el gobierno español de coalición. Después, el partido del president Aragonès se descolgó por la invasión competencial evidente de la norma, pero seguía teniendo capacidad ejecutiva para aplicarla. Sin embargo, algo no ha debido de ir bien: “Activistas por la vivienda revientan un acto de ERC en Barcelona: ‘No vengáis a vender humo’” (El Nacional). Estoy radicalmente en contra de que nadie boicotee los actos de campaña de ningún partido (además, es delito), pero la noticia en El Nacional evidencia carencias legislativas, ejecutivas o ambas.

El debate sucesorio en el PSOE

Igual que la ley de vivienda española está generando mucha frustración por sus resultados, inversos a los esperados salvo por la parte electoral de quienes aún la defienden (Bildu y los partidos del gobierno español de coalición), la decisión de Sánchez de quedarse en Moncloa después de su reflexión televisada ha generado frustración en el PSOE, donde muchas y muchos ven un problema a la hora de organizar el relevo de quien ha convertido el partido en una cuestión personal. Un problema que el líder radicaliza a cada paso: “El PSOE aleja hasta ‘finales de 2025’ el congreso previsto en otoño para enterrar el debate sucesorio” (EPE).

A mí me resulta caro

Quien me conoce y quien me lea habitualmente sabe que muy monárquico no soy. Mi aversión ante semejante anacronismo que una referencia a la “tradición” no sostiene es global: aunque la casa real británica me genere más curiosidad por su imbricación en la vida pública, todas me parecen prescindibles. Prescindibles por extemporáneas, por inútiles y por caras: en El Imparcial leo que “Felipe VI vuelve a jurar la bandera en Zaragoza con la Princesa Leonor de testigo”. Solo el acto de agenda que genera gasto por desplazamientos, mantenimiento del traje militar y dietas (el Rey no va a comer un poke-bowl), ya me parece prescindible.

700.000

“El mensaje de Navidad del rey Felipe VI pierde 700.000 espectadores y es el segundo menos visto de la historia”, y cuando en Vertele se refieren al segundo menos visto, incluyen también los discursos de Juan Carlos I. La emisión con menos audiencia también es de Felipe VI, por cierto: en 2015 tuvo la atención de 5.830.000. El más visto fue el de 2020: con 10.470.000 espectadoras y espectadores cautivos. Desde entonces, ha ido bajando la cifra hasta llegar a las y los 6.044.000 televidentes del pasado domingo. El siguiente paso del monarca será escarbar en su propio suelo. Entre todas y todos podemos conseguirlo.

Importan más las consecuencias

Me sorprende que el tema de que España sea uno de los grandes deudores internacionales lo estén moviendo casi únicamente los medios conservadores de ese país. La responsabilidad, o más bien, la irresponsabilidad del gobierno debería de ser una cuestión de estado: una deuda líder en el mundo solo se acumula si has hecho de la excepción tu propia norma, y más que la deuda, los laudos y las obligaciones que no cumple España conscientemente, que son temas suficientemente graves, importan las consecuencias. Con un gasto público difícil de sostener, ¿quién va a fiarse de los pagos a largo plazo del Estado?

Todo lo que aporta

Hace solo unos meses en el PSOE no querían saber nada de Carles Puigdemont, ni de Junts, ni de la amnistía. La aritmética parlamentaria ha obligado a Sánchez y los suyos a mirar y a hacer. Qué grande es la democracia. Pero la rehabilitación política del president nos ha traído más elementos positivos: ver rabiar a la caverna, que no ahorra en calificativos, como Elda Mata, para referirse al político exiliado. Ni una pizca de humanidad en su relato implacable en El Independiente, que nos recuerdan a aquellos despiadados sobre Ibarretxe. Las y los trogloditas siguen sin salir al exterior y continúan mirando con miedo a las sombras.

Y a mí, ¿qué?

Entiendo que en El Plural sigan estirando su tema: ha sido el medio que compró unas supuestas irregularidades en el currículum de Isabel Díaz Ayuso, y es el medio que insiste ahora en las de Pablo Casado o Cristina Cifuentes, que no pasan hoy de ser zombis políticos del PP. Pero sigue sin resultarme un tema interesante: ¿que puede que algunos hayan tenido facilidades para obtener títulos complementarios en universidades de pago? No me importa. Y menos cuando esos títulos no han sido decisivos para obtener sus empleos, que es lo que sucede a las y los pijos: a todos los efectos solo son papeles decorativos.

Disfrutemos de Europa

Llevamos meses viéndolo y leyendo sobre ello, a modo de comentario, en las redes sociales digitales. Al final, ha sido la CNN la que lo ha puesto negro sobre blanco: “‘El sueño americano es salir de Estados Unidos’: TikTokers estadounidenses revelan cómo es la vida en el extranjero”. Son muchas y muchos los que han subido vídeos sorprendiéndose de cuestiones menores, como la Navidad, o más importantes, como la Sanidad o el sistema de bienestar del que disfrutamos en Europa, que es el principal objeto de admiración de las y los estadounidenses. Paremos la invasión cultural, tenemos motivos para hacerlo.

El candidato de las bases

Reconozco esos paseos, esas fotos, esa búsqueda del tumulto, esa necesidad de buscar quien le acompañe para que no haya duda (“sí, es él”) y hasta el juego con la cámara: cuando esta apunta, alguien mira hacia el apuntado. Pello Otxandiano está de campaña, plenamente. Su presencia en Santo Tomás, en Bilbao, junto a Iker Casanova y Maddalen Iriarte, ni fue casual, ni es recurrente. Y menos, con un equipo de foto profesional a metiéndose dentro de los puestos. Ni es habitual, tampoco, la redacción de su tuit. Otxandiano está de campaña, pues muy bien, pero que no nos venga ya Bildu con el cuento de “las bases”, por decencia.

Todo lo que está mal

La pieza en El Mundo sobre el 60 cumpleaños de Elena de Borbón, que celebró en un restaurante de Madrid con su familia, Juan Carlos I, Felipe VI y Letizia Ortiz, incluidos, es imprescindible. Y lo es porque lo que cuenta importa: importa que haya una élite que vive y gasta con horarios y calendarios demasiado fáciles, que viaja en jet privado, que pone de moda y come en restaurantes que abren los hijos de sus amigos, de la misma élite, y que celebra con menús de más de 100 € por persona, bodega, aparte. Importa porque se lo regalamos, directa o indirectamente. E importa porque no podemos permitírnoslo.

El dinero público es limitado

Importa que hayamos mantenido a una familia real española durante más de cuarenta años, y lo que nos queda, que no ha dudado en hacer negocios o colocar a todos sus miembros en trabajos muy cómodos. ¡Claro que importa! Porque el dinero público es limitado. Y si se gasta no se reemplaza dándole al botón de imprimir. “España supera a Rusia en la lista de morosos internacionales y comparte liderato con Venezuela”, leo con asombro en Vozpópuli. El top 5 lo completan Ucrania y Argentina. Y todo eso indica que no es algo circunstancial: el impago es habitual porque el dinero se agota antes de afrontar deudas que acaban en arbitrajes.

“Menor crispación”

Hace años que si veo los informativos de Telecinco es por accidente (pero veré el estreno de Carlos Franganillo con toda la atención). No veía a Piqueras porque me resultaba tan contradictoria su presencia en la cadena como me ha resultado su despedida: “Les deseo menor crispación”, dijo el periodista en la televisión que ha hecho de la crispación su modelo de negocio. No obstante, le doy la razón: necesitamos menos crispación en lo poco importante (el entretenimiento televisivo) y en lo más importante, como es la actualidad política y social. Pero porque la veo cada día lamento ser pesimista, especialmente a un día de Nochebuena.

Menos Superliga

No sé qué futuro tendrá la Superliga porque no sé si lo que he leído responde a elucubraciones, deseos o información sobre el modelo de competición (tres ligas de las que dos están blindadas) y de explotación (¿fútbol en abierto? ¿En serio? ¿Durante cuánto tiempo?). De verdad solo sabemos que Real Madrid y Barcelona siguen adelante y que los clubes de la Premier, de momento, han anunciado que no participarán en la competición. ¿Será cuestión de principios, de tiempo o de dinero? Yo sí lo tengo claro: no me gusta la élite regalada en la sociedad como no me gusta la élite regalada en el fútbol.

La política sigue

Los acuerdos a los que va llegando el PSOE para asegurar que Pedro Sánchez vuelva a ser investido presidente, y las reacciones exageradas de quienes querrían haber llegado a acuerdos con Junts y PNV, están tapando una acción parlamentaria bastante notable, precisamente, en Catalunya: muchos han destacado esta semana que “ERC y Junts se desmarcan de un nuevo referéndum unilateral” (El Plural), a propuesta de la CUP. Pero esto me parece mucho más interesante por constructivo: “Junts y ERC plantean un concierto como el vasco para recaudar los impuestos en Cataluña” (The Objective).

Una irresponsabilidad

La convocatoria electoral de julio fue una irresponsabilidad: Sánchez quiso pillar a Sumar en ropa interior y al PP pactando con Vox. Logró ambos objetivos y los números le han dado para salvar los muebles, eso sí, dependiendo de todos los demás partidos en la de la investidura y todas las demás votaciones. Pero insisto en la irresponsabilidad, incluso en lo que más le interesaba: el proceso electoral y las negociaciones posteriores están haciendo que su España desaproveche la presidencia de turno de la Unión Europea, que solo dura un semestre, este: el segundo de 2023. Un trabajo y una oportunidad que han tirado por el desagüe. Él sabrá.

Que no caiga en el olvido

Llevo arrastrando este párrafo varias jornadas por culpa de la actualidad, pero no quiero que acabe enterrado en la montaña de temas, como ha pasado en la prensa cortesana, qué casualidad: en la jura de Leonor de Borbón había más cera que la que vimos arder mientras oíamos comentarios empalagosos en la televisión pública española. Mal rollo entre las y los primos, mosqueo de Juan Carlos I (que no pasó la noche en España y voló a Abu Dabi, ¿a cargo de quién?), cabreo mayor en Sofía de Grecia (por culpa de las y los nietos y de su marido o socio, según se mire) y fallos en el protocolo que enfadaron al matrimonio Felipe-Letizia.

Dos noticias que se entienden mejor juntas

Lo explican en Xataka pero lo hemos visto en nuestros móviles: “Ya podemos quitar los anuncios en Instagram y Facebook”. Pero no se trata de un nuevo servicio de Meta ni el momento de ponerlo en marcha es arbitrario: “Europa prohíbe a Facebook e Instagram mostrar anuncios personalizados” (Trecebits). Es decir: como Meta no va a poder segmentarnos en función de nuestro comportamiento, que es lo que más vale de su base de datos, intenta hacer caja con un servicio premium. La alternativa es que veamos publicidad que nos resulta ajena, como cuando vas a visitar a tu madre y ella está viendo Telecinco.

Se han acabado “las redes”

No es el primer texto que leo sobre el tema, ni el primero que traigo a la columna, pero la recurrencia, para mí, también puede ser noticia: Katie Notopoulos en Business Insider insiste en que las redes sociales como las que disfrutamos ya han desaparecido, y que solo las y los boomers, las lloramos. La última generación que vivió sin Internet será también la única que disfrutó de un Facebook como el que vimos, de un Twitter en el que nos conocíamos todas y todos, y de un Instagram que no era un agregador de contenidos como TikTok pero más moñas, y nada apunta a que podamos revivir algo así.