Es grave

Las juventudes de EH Bildu, un partido que hace solo unos días hablaba de alternancia en el gobierno vasco, pintan, ensucian y ejercen la violencia directa (los eufemismos, para quien los quiera) sobre sedes de instituciones o partidos políticos y mobiliario urbano. ¿Por qué? Porque Ernai ha entrado en una competición con GKS en la que perdemos todas y todos. Como si las y los de GKS, además, no fuesen a votar a Bildu en las próximas elecciones, sean las que sean. Pero la tensión dentro de la izquierda abertzale está ahí, es visible y sucia (en un amplio sentido), y está cebada con la romantización de la violencia, ¡qué inmenso error!

Los otros

Los otros fascistas, los de derechas y españoles, muestran su “hartazgo” por “los ataques del PP”: “Luego nos pedirán hacer presidenta a Guardiola”, lamentan en Vozpópuli. Más allá de que me gusten tan poco como los fascistas vascos y de izquierdas, doy la razón a Vox: el PP de Núñez Feijóo tiene como mecánica la de meterse con las personas con las que luego pretende alcanzar acuerdos. Lo hace con ellos, lo hace con Junts y lo hace con el PNV (que ya le ha dicho que con Vox, ni a por euros). A esa estrategia hasta el más incapaz puede encontrarle el fallo, pero Núñez Feijóo, Tellado, Muñoz, Martínez-Almeida ni Díaz Ayuso dan con el error de base.

“El Ebitda o la vida”

Iñigo Sáenz de Ugarte clava en su titular en El Diario lo que hemos visto y oído sobre lo que pasa en la Sanidad de Madrid: “Una grabación del responsable de una de las mayores empresas privadas sanitarias de Madrid desvela las consecuencias del modelo sanitario de Ayuso. Aumentar las listas de espera puede servir para que crezcan los beneficios de los centros hospitalarios privados”. Es Pablo Gallart (que se sepa) el que pide que se alarguen esas esperas en la comunidad de Madrid, donde su empresa, Ribera Salud, gestiona hospitales públicos al mismo tiempo que su negocio privado. Ante esto no cabe mesura: con todo contra ello.

“Israel sigue quemando vivos a los palestinos”

Igual de acertado pero mucho más dramático, incluso, es el tuit de Javier Espinosa en el que este periodista (se nota el oficio) resume lo que sigue pasando: “Israel sigue quemando vivos a los palestinos en Gaza. Difícilmente veremos una mención sobre esto en la mayoría de medios occidentales”. Ante esto tampoco cabe la mesura ni lo políticamente correcto: Netanyahu, su gobierno de ultras y su ejército deshumanizado merecen todo el desprecio del mundo (literalmente) y las condenas más altas que los tribunales internacionales puedan imponer. Y los colaboracionistas de este genocidio también tienen que ser tratados como lo que son.

Trump se duerme en las reuniones de su gabinete

Si la tragedia en Gaza no fuese la que vemos, si Putin no fuese un imperialista verdaderamente peligroso, si Trump no fuese a colocar al ejército estadounidense en un territorio soberano como es Venezuela (gobernado por un incapaz que parece sacado de ‘Padre de Familia’, sí, pero soberano), sería gracioso que el risketo se durmiese en las reuniones de su gabinete. El septuagenario (el año que viene cumplirá 80) está para retirarse y jugar al golf, pero la nación fallida estadounidense lo eligió por sus chistes sobre las capacidades de Biden. Ahora él no es capaz de mantenerse despierto en una reunión de asuntos que afectan directamente a su país.

Jon, ¿estás bien?

Ando preocupado por que la gente no pueda decir lo que siente y lo que se siente. Ando preocupado por que haya hoy un vasco, como hubo muchos vascos, como sigue habiendo, por desgracia, que no puede expresar su opinión por la presión de la izquierda abertzale. Ando preocupado por Jon. No es un nombre al azar, ni un pseudónimo: el diputado Inarritu, tan locuaz, tan rápido con el tuit (ya solo retuitea muy de vez en cuando), tan recurrente en algunos programas de televisión, lleva meses callado, tantos como lleva Israel cometiendo un genocidio. ¿Nos lo han silenciado? Si el plan de Trump triunfa, pronto volverá a la acción.

No les penaliza

Da la sensación de que a EH Bildu no le penalizará electoralmente tener en sus filas al firmante de un documento contra el boicot a Israel, pero toda precaución es poca cuando el hype de Palestina va a topísimo por culpa de la masacre que está cometiendo Israel (no banalizo yo: instrumentalizan ellos). Igual que da la sensación de que al populismo de base fascista español no le va a penalizar esta noticia en El Diario: “Vox tendrá que devolver más de 34.000 euros a las Cortes de Castilla-La Mancha desviados a la caja central del partido”. Es un “remanente no empleado” dentro de un “convenio” firmado consigo mismo, según el partido ultra.

Más instrumentalización

Sabemos que el mantenimiento de las vías férreas y los pasos a nivel es competencia exclusiva del ministerio español de Transporte y, especialmente en algunos municipios, recordamos las promesas primero del PP y después del PSOE de soterrar vías y pasos en Euskadi. Pues bien, la portavoz del PP en las Juntas de Bizkaia no ha tenido problema en utilizar políticamente la muerte del trabajador que ha sido arrollado por un tren en un paso a nivel en Zalla. Maribel Vaquero le respondía en X que hace ocho años, precisamente el gobierno del PP firmó “un acuerdo para suprimir estos pasos a nivel y evitar más víctimas”.

Lo de Sudán

Néstor Siurana intenta explicar en X lo que está sucediendo en Sudán mientras el mundo mira a Gaza y a Ucrania: “Un genocidio silenciado, con cero cobertura en los medios de comunicación”. “Un horror absoluto. Historia negra de la humanidad” “apoyado y financiado por Emiratos Árabes Unidos”. “Ningún líder mundial ha condenado lo sucedido”, escribe el analista internacional. Por lo menos, en el caso de Israel las condenas son sonoras, como la inacción. Una rápida búsqueda en Google permite ver que varias fuentes calculan (ante la falta de información) que puede haber más de 150.000 asesinatos en Sudán solo desde 2023.

La moda de la religión

La reflexión de Israel Merino en Público (“Rosalía en la era de Dios”) sobre la “segunda época teocéntrica” actual es, seguramente, lo mejor que he leído esta semana: “El mundo líquido se está coagulando y lo estable y eterno vuelve a tener sentido”. Hoy “no hay un referente de lo que ser, sino de lo que no. Y en este contexto, la idea de Dios vuelve a calar entre los que están deseosos de ejemplo”. ¿Por qué? “Por la incapacidad del ateísmo liberal para proporcionarnos certezas” y por “un progresismo conservador cieguísimo que no entiende el nuevo terreno de juego”. “Tu hijo no se va a volver facha por tener inquietudes espirituales”, recuerda.

¿Por dónde empezar?

Sortu Berriozar ha subido a X un vídeo en el que unas personas encapuchadas pintan un mural sobre una pared que no sabemos si está siendo vandalizada o ha sido cedida, en el que esas mismas personas y esa misma Sortu reivindican a dos miembros de ETA (asesinados injustamente por el franquismo, nadie puede negar eso), y en el que aparece un lema, “askatzera lotuak”, en el que Sortu (que firma el vídeo y el mural) avala esa unión, precisamente, entre la liberación de Euskadi y el terrorismo. ¿Por dónde empezar con lo que está mal en el vídeo y en la pintada? ¿Por qué lo hemos normalizado?

Y no se sonroja…

Reconozco que el título del anterior párrafo se lo he cogido prestado a Meredith Gay, que se ha hecho una pregunta parecida: “¿Por dónde empezamos?”. En su caso, no salía de su asombro ante la posibilidad de que, como en el caso de Sortu, hayamos normalizado estas barbaridades: “La hepatitis B se transmite sexualmente. No hay razón para ponerle a un bebé que casi acaba de nacer la vacuna contra la hepatitis B, yo diría que esperes a que el bebé tenga 12 años y este formado para darle la Hep B”. Negacionismo, sexualización de menores, idiocia desbordante… ¿De qué tiene más este tuit de Donald Trump?

Por cierto

“Por cierto. La escalera mecánica en la sede de la ONU se paró porque el cámara que le sigue siempre activó el sistema de seguridad yendo en sentido contrario. Pero mientras alguien honesto rectifica, para Trump es munición”. Lo tuitea Sandro Pozzi, que alza la voz acertadamente ante el victimismo del presidente de EE.UU., que asegura que la ONU le ha recibido con una escalera estropeada. La cantidad de tonterías que es capaz de decir Trump vara para récord Guinness, y la cantidad de chorradas que aguantamos de los fascistas de aquí, de los de allí y de los que habitan a media distancia, rebasa ya todos los umbrales del aguante.

Además

Cierro ya el bloque estadounidense, cansado de explicar lo más sencillo: que las vacunas salvan vidas y que los idiotas no gobiernan bien. Una más: es el periodista (o el presentador) el que controla al político, y no al revés (y puedo poner nombres y apellidos de imbéciles que en Euskadi han defendido lo contrario). No lo digo yo: “Jimmy Kimmel carga contra Trump en su regreso a ABC: ‘No podemos permitir que nuestro gobierno controle lo que decimos en televisión’” (Público). Siempre que lo que digamos en los medios no atente contra los consensos más básicos, porque eso no es opinión, es fascismo.

¿Por qué Vox sí puede?

X no permite que los partidos políticos generen anuncios en su red social. Aún así, vimos al PP hacerlo en unas elecciones (después ese anuncio fue cancelado) y, ahora, sabemos que también lo hace Vox. El pantallazo que ilustra esta imagen no está descargado de una web ni me lo han reenviado: lo he pegado yo después de ver el anuncio de Vox en mi timeline, algo que, insisto, no es una opción para el resto de partidos. ¿Por qué sí lo es para Vox? ¿Tiene algo que ver con que el dueño de X, Elon Musk, haya formado parte del gobierno de ultraderecha estadounidense? ¿Por qué seguimos en X las y los demás?

El tonto del pueblo

El tonto de su pueblo puede llegar muy lejos. He aquí la prueba: “Hoy me siento mujer, me llamo Francisca Javiera y soy mujer. No me lo discutan, que les llevo por delito de odio a un tribunal”, esto decía (y lo recogía El Periódico, entre otros medios) el exmagistrado del Tribunal Superior y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, Francisco Javier Borrego, en las jornadas para la negación de la violencia de género organizadas por Vox (el socio preferente del PP, que conste) en el Congreso. Dicho de otro modo: la peor idea puede dar la vuelta al mundo rebotando de tonto en tonto. Alguno, muy bien pagado con dinero público.

No te enteras, Miguel Ángel

Miguel Ángel Idigoras no se ha enterado de qué va la manipulación que hace la izquierda abertzale del genocidio en Palestina, y sigue abrazado al pensamiento de Mayor Oreja. Pero con esos mimbres hizo buen cesto: director de ETB con Patxi López, nada menos. Dice en Economía Digital el también ex corresponsal de TVE que el boicot del pasado miércoles fue la vuelta ciclista a España, y yo me río, claro. La izquierda abertzale no ha dicho nada de una competición que muchos votantes suyos aplauden en la carretera. El boicot fue a las instituciones vascas: ayuntamiento, diputación, Ertzaintza… Solo hay que tener ojos (y voluntad) para verlo.

Bildu lidera la izquierda española

En su camino al éxito, Bildu ha logrado otro hito: liderar sin esfuerzo la izquierda española. Con ERC ocupado en sus luchas intestinas, los de Otegi no han dudado en mostrarse, en su safari fotográfico estival, como el faro, la guía, la argamasa que compacta y el modelo que hay que seguir entre los que se autoproclaman más progresistas que tú. Y ha funcionado: “Podemos y otros grupos políticos se suman al boicot a La Vuelta para expulsar al equipo israelí” (El Independiente). ¡Ay, los complejos tradicionales de la izquierda! Por supuesto, “el socio minoritario del Gobierno, Sumar, se muestra más moderado”.

Pero, ¿qué censura?

Nadie firma la pieza en El Imparcial con la que se quejan airadamente de los nuevos criterios en el Congreso de los Diputados para acreditar a periodistas. La verdad es que de nuevos no tienen nada, es una vuelta a los orígenes en toda regla: “No acreditará a medios con menos de 10 trabajadores, ‘youtubers’ o tv digitales”. A esto, en el digital que preside Luis María Ansón, lo llaman “censura”. Pues muy bien. Pero el Congreso tapona por fin (y tarde) la vía de agua que se le había abierto acreditando a webs de desinformación, agitación y propagación de bulos, disfrazadas de medios de comunicación. Todo correcto.

Todos han leído un montón

Estoy seguro de que Francisco Javier Borrego, Miguel Ángel Idigoras, las y los líderes de izquierdas, y quien ha escrito la piecita en El Imparcial liándose con la palabra “censura”, han leído un chingo de libros. Leer no te hace más listo ni mejor persona, tiene razón María Pombo, que se ha atrevido a decir a quienes nos gusta leer: “No sois mejores” (Ara). Si vamos uno por uno puede que no, es cierto. Pero también es verdad que nunca como hoy se exhibe sin rubor la ignorancia, la mediocridad, la creación de atajos o la falta de principios claros, esos que anclas a tu vida cuando aprendes a leer de modo crítico, precisamente.

Gobernar bien es muy difícil

Hace años ya, cuando yo empezaba, Emilio Olabarria me dijo: “Gobernar es fácil, gobernar bien es muy difícil”. Esta verdad ha vuelto a mi cabeza después de leer el titular en Vozpópuli: “La deuda pública sube como no lo hacía desde el covid: 70.000 millones en lo que va de año”. Según algunos cálculos, esto supone que España, solo a los intereses de esa deuda y solo en 2025, destinará más de 40.000 millones de euros. Dicen los que saben (como Olabarria), que un poco de deuda pública no está mal, pero si la deuda alcanza el 100% del PIB igual los sucesivos gobiernos de España no están gobernando bien.

¿Cómo pagamos?

No me explico cómo algunos argumentos políticos macroeconómicos siguen funcionando: por supuesto que la deuda hay que pagarla y si es excesiva lastra, por supuesto que los impuestos sostienen el estado del bienestar y, por supuesto, si recaudas menos tendrás peores servicios públicos. Pues bien, en Valencia, “el Consell admite que con el cambio fiscal los contribuyentes ‘ricos’ se ahorrarán 61 millones” (La Vanguardia). Doy por hecho que el equipo económico de Carlos Mazón conoce estos rudimentos contables, así que si el PP valenciano decide prescindir de 61 millones de euros de quien más tiene, lo hace por política. Su política.

Luego se endeudan

¿Cómo resuelven la derecha y la ultraderecha españolas la falta de recursos? Así: “Vox dispara la deuda pública de los municipios de las Baleares. Los ayuntamientos donde la formación de extrema derecha cogobierna con el PP acaparan casi toda la subida del endeudamiento municipal” (Diario de Mallorca). Qué fantasía: la deuda pública une a la izquierda con la derecha, y a quienes están en sus respectivos márgenes. En el centro, me temo, como el jamón del sándwich, queda la responsabilidad de explicar que pagar es importante, que la solidaridad es necesaria y que los impuestos (especialmente, los de las empresas) permiten la fiesta.

Realismo y sostenibilidad

Hoy va de batallitas: recuerdo mi sorpresa cuando un compañero me adelantó en Estrasburgo que el sistema público francés no dejaba de incrementar su riesgo porque el gobierno iba invirtiendo en empresas y sectores que podían cerrar o caer, como respuesta a las protestas, y el globo, hinchadísimo, estaba a punto de explotar. Y pum: “Llegan los recortes a Francia: la incapacidad de contener el déficit tiene la culpa”. Según El Blog Salmón (en un artículo extrañamente tendencioso), “en 2023, las subvenciones a empresas ascendieron a 211.000 millones de euros” y eso que “Francia ostenta la mayor presión fiscal de Europa”.

En resumen

No lo digo yo, lo ha escrito Nieves Concostrina en Bluesky: “Las autonomías del PP venden a sus votantes bajadas de impuestos, los votantes egoístas y simplones pican, los servicios públicos de emergencias quedan al mínimo, vienen danas e incendios, y piden socorro al gobierno central. Estoy de los ciudadanos ignorantes hasta la peineta”. Sin embargo, me atreveré a completar su queja (que comparto, claro): también es egoísta y simplón reclamar gasto público como si el dinero de todas y todos fuera infinito, y exigir que el estado intervenga despreciando a la empresa privada, que es la que más impuestos paga.