Esperanza Aguirre no sabe nada de la financiación ilegal en el PP. Ni siquiera cuando el círculo se cierra al PP de Madrid que ella misma preside. Qué casualidad: padece la misma ignorancia crónica que Rajoy, que tampoco sabe nada. Un virus que, cuidado, se extiende por los palacios de Madrid y Barcelona: la Infanta Cristina, que no sabía de dónde salía la pasta que gastaba su marido, fue la primera que hizo pública esta enfermedad. Porque, claro, se trata de una dolencia. No van a estar mintiéndonos vilmente personas con tan alta responsabilidad, ¿verdad?
Ada Colau descubre que gobernar cuesta
Solo son dos tuits con unas pocas horas de separación, pero en ocasiones las grandes verdades necesitan únicamente un botón de muestra para ser reveladas: gobernar cuesta. Hacerlo bien, ya, tiene que sr dificilísimo. Primero, la alcaldesa de Barcelona reconoce en TV3 que la administración dificulta la puesta en marcha de ideas (“gobernar” desde un plató siempre es más fácil), después, José Carlos Díez tuitea el “escrache” que le montaron los trabajadores del metro de Barcelona. Un “escrache” como los que ella misma organizaba. ¿Qué habrá sentido?
Cotizar y callar
Ojalá arranque de una vez el gobierno de Pedro Sánchez y el Congreso de los Diputados, capitaneado por Patxi López, cree una comisión parlamentaria como del Reino Unido para perseguir los impagos a Hacienda de las grandes empresas, ocultos en ingeniería financiera. En El Español hemos visto al jefe en Europa de Google reconocer que no sabe cuánto cobra porque esa ingeniería le permite, además, distribuir su sueldo con paquetes de acciones. Todas las transacciones, por supuesto, se hacen en terceros países.
Sí, pueden espiar nuestros ordenadores
La noticia que hemos encontrado en FayerWayer va sobre Windows, pero realmente la marca es lo de menos: un usuario avanzado ha descubierto que “durante una jornada de 8 horas, Windows 10 se conecta a 51 direcciones IP de Microsoft para enviar nuestros datos a sus servidores 5.508 veces”. La cifra, según su análisis, coincide con la de otro estudio previo que levantó inicialmente la polvareda sobre el modo en el que esta empresa (igual que las demás, no me cabe duda) puede espiarnos.
En el pecado está la penitencia
Iker Morán lo resume perfectamente en su texto: “El iPhone, como cualquier cámara, permite hacer grandes fotos cuando está en manos de buenos fotógrafos”. Pero que la explicación sea tan clara no tiene que evitarnos que hablemos de la birria de foto que sacó Tim Cook, el gran jefe de Apple, con su iPhone durante la Super Bowl. La acción tira por tierra su campaña de que el dispositivo es el que te da la calidad profesional. Pues no: la calidad la da el fotógrafo, como Pete Souza, que hace maravillas con el mismo iPhone con el que Cook y yo sacamos churros.