La guerra de los vídeos

Los vídeos que ha sacado el PP hechos con inteligencia artificial no me gustan por chuscos, por horteras, por feos. Además del conflicto diplomático con República Dominicana, han provocado ya una respuesta (era de esperar), la del periodista Alán Barroso que ha hecho uno equivalente señalando al PP. Pero otros partidos también usarán estos métodos y, gracias a la iniciativa del PP (arrebatada a la izquierda), siempre irán detrás de los de Núñez Feijóo, que han golpeado primero y han generado una reacción tan exagerada como hipócrita: no dudo de que en Podemos, Sumar o el PSOE estaban valorando lanzar vídeos similares.

Y la de las redes

La columna de hoy va de “lo mío”, aviso. Esto es, de comunicación política. Ya hemos hablado de los vídeos del PP. También debemos hablar de la batalla que se está librando en las redes sociales digitales: “El PSOE intensifica el uso de redes alternativas a X para dar la batalla digital a la ultraderecha” (Público) porque “X es un territorio perdido” y, ahora, Instagram o Tik Tok “son los nuevos campos de batalla digitales”. Pero mantener una actividad permanente en esas plataformas más allá de la campaña es muy difícil (de hecho, lo fácil es hacerlo en X), y en el PSOE lo intentan hasta con directos con los ministros en una “Zona Roja”.

¿Por qué?

Lo que hacen Vito Quiles y Bertrand Ndongo en el Congreso no es periodismo, no es información. Aquel no es su sitio, por mucho que exista una página web con apariencia de medio on-line que les sirva para pedir su acreditación. Sacarles de ese espacio no atenta contra la libertad de información ni el derecho a estar informados. Debemos ser honestos. Entonces, ¿por qué “el PP se opondrá a la expulsión de Vito Quiles y Ndongo del Congreso” (El Confidencial Digital)? Pues porque no son pocos los representantes de este partido que se apoyan en noticias de estos falsos medios para tuitear.

A peor

Titulan en Vozpópuli: “De la televisión al móvil y de periodistas a ‘influencers’: así ha cambiado nuestra forma de informarnos”, y yo colijo: a peor. No podemos desvincular el momento en el que los falsos medios (como los de Quílez o Ndongo) y los influencers empezaron a ganar la partida a las y los periodistas, del momento en el que empezó a resurgir la extrema derecha. “Más del 60% de los usuarios en España consume noticias a través de redes sociales, superando a la televisión y la prensa escrita” y “el 55% reconoce haber encontrado información engañosa en redes sociales al menos una vez a la semana”.

La tendencia se confirma

En Espacio Dircom nos hemos encontrado datos de consumo de información, o algo parecido, entre la juventud: “El 49 % de los jóvenes de españoles utilizan las redes sociales para informarse, lo que supone un 7 % por encima de la media de los jóvenes de la Unión Europea”. Sus fuentes son: “Instagram (51 %), TikTok (43 %), X (36 %), YouTube (32 %) y Facebook (11 %)”. En este contexto, “sobre la exposición a la desinformación”, “el 51 % de los jóvenes españoles afirma haberla sufrido a menudo o muy a menudo”. Los datos se repiten, por lo que las percepciones se asientan. Ese es el terreno de juego, ahora, juguemos.

El daño

No tengo ni idea de lo que dictará el juez, tampoco tengo modo de saber si lo que le ha dicho Jésica Rodríguez, “la mujer con la que José Luis Ábalos mantuvo una ‘relación particular’’”, según The Objective, es cierto. Pero sí sé que el daño que hace a la democracia es amplio y profundo: “Reconoce que estaba contratada en dos empresas públicas, pero que no iba a trabajar” y “no sabía quién pagaba el piso en el que residió dos años en Madrid”, un piso de 2.700 euros al mes. Este tipo de declaraciones y situaciones no solo perjudican a Pedro Sánchez, no solo perjudican al PSOE y no solo perjudican a la política española.

La culpa es de quien les permite entrar

Yo lo tengo claro: la culpa de que la mayoría de periodistas parlamentarios se haya manifestado para dejar claro algo obvio, que “señalar no es informar”, es de quien ha dado las acreditaciones a Vito Quiles y Bertrand Ndongo, que se pasea por el Congreso con una acreditación de redactor de “Periodista Digital”. Y las acreditaciones las da la Mesa que preside Francina Armengol. Si la socialista les abre la puerta, yo lo tengo claro, es porque forma parte de esa estrategia de Sánchez de presentarse como el que se enfrenta a la extrema derecha, sea Vox, sea Trump. En ambos casos, de la misma manera: de boquilla.

Esto es brillante

Cambiamos de cámara: en el Senado, Manuel Mariscal se quejaba ante José Pablo López porque Silvia Intxaurrondo había vetado a su partido. El presidente de RTVE le respondió reproduciendo las palabras de la periodista vasca: “Ella habla concretamente, textual: ‘Aquellas fuerzas políticas que defienden mensajes ultras, homófobos o machistas no deben tener un espacio en un medio de comunicación’. Pero no dice nada de Vox. No sé por qué usted se siente aludido” (Vertele). Podemos debatir sobre si lo que sugiere Intxaurrondo es mejor que dejar que veamos a esas fuerzas hacer el facha, pero el zasca es indiscutible.

La derecha punk

Me hace mucha gracia esa referencia, recurrente ya, a que ser de derechas es ahora ser un poco punk. Es cierto que la socialdemocracia y lo políticamente correcto se ha hecho norma y lo contestatario ahora es ser muy de derechas o, directamente, facha. Pero los punks son otra cosa. Dicho esto, la reflexión de Luis Abascal en El Plural me resulta interesante: si la derecha toma los gobiernos, la respuesta será progresista. “Hace un par de días, la élite económica se disfrazaba de mujer negra trans lesbiana neurodivergente y ahora lo hace de cowboy”, explica. Y también sentencia con acierto: “El punki es tan solo un mero consumidor”.

Así, todo

“Trump dice no recordar haber llamado dictador a Zelenski” (El Debate), y pide pasar rápidamente a otra pregunta. Lo hemos visto todos porque las cámaras estaban ahí, apuntando a un mentiroso. Me encantaría preguntar al primer ministro británico, Keir Starmer, que fue testigo directo del embuste, qué se le pasó por la cabeza en ese momento, pero tampoco iba a arreglar nada. Lo que vimos (que Trump llamara “dictador” a Zelenski) y lo que hemos visto (su mentira) da la medida del tipo con más poder del planeta. ¿Y qué piensan quienes le votaron (como lo hizo una parte importante de la diáspora vasca)?

¿Por qué solo en X?

Todas y todos tenemos claro que X es un pozo de guano sin fin. Entonces, ¿por qué en EH Bildu han decidido que solo en esa red social van a colocar este mensaje? Me refiero al corte y al tuit en el que Arnaldo Otegi aboga por “fijar un horizonte sin presos, refugiados y deportados” (y con 850 muertos). También afirma que “es una aportación a la convivencia” (¿otra vez la sociedad vasca debe hacer una aportación para que quienes rompían la convivencia no vuelvan a hacerlo?). ¿Hace EH Bildu un reconocimiento explícito, con la omisión de este corte en el resto de redes, que el de los presos es un contenido que alimenta a sus ultras?

Esto es tener morro

Lo que pretende el PSOE con su nueva ley contra los juicios basados “en recortes de prensa” va más allá: su intención es paralizar las causas en curso (la de la mujer de Sánchez, la de su hermano, pero también la de Puigdemont, denunciado por Vox) que hayan sido promovidos por partidos o asociaciones, no por las víctimas de los actos. Esto puede generar dudas, vale, pero lo que no es permisible es exhibir tanto morro: “Podemos defendió la acusación popular en 2014 y 2017 y ahora cuestiona la ‘ley Begoña’. El partido se personó en varios casos judiciales para denunciar las ‘tramas corruptas’ políticas y empresariales” (The Objective).

Buenas matizaciones

Me ha gustado esta pieza en Público ya desde el titular (no me ha gustado lo que le ha pasado a Antonio Maestre, por supuesto): “Vito Quiles acosa en plena calle al periodista Antonio Maestre”. Vito Quiles es Vito Quiles y Maestre, un periodista. Empezamos bien. Pero sigue mejor: en el digital se refieren a Quiles como un “agitador ultra” y “pseudorreportero”. Son buenos eufemismos de lo que realmente es (no puedo escribirlo, no quedaría bien). Quiles persiguió a Maestre, que lanzó su micro al otro lado de la calle. Y ahora el mamarracho acusa al periodista de agresión (que no se ve en el vídeo que él mismo difunde, según Público).

¿Un piquito?

El anterior presidente de la RFEF, Luis Rubiales, plantó un beso sin su consentimiento a Jennifer Hermoso, jugadora de la selección española de fútbol. Su sucesor, Rafael Louzán, es el responsable de las “fuentes” de su organización que dicen “que las mujeres de los futbolistas del Mallorca confundieron en Arabia Saudí ‘acoso’ con ‘un agobio’”. Ah, bueno, entonces aquí no ha pasado nada, podemos dispersarnos, volver a nuestras cositas y pelillos, a la mar. La falta de vergüenza y de sensibilidad en la RFEF es alarmante. Un mal, evidentemente, enquistado, orgánico, inevitable. Como su ambición por el dinero.

¿Qué puede salir mal?

El guionista portugalujo Raúl Díaz tuiteó algo parecido a esto: hemos pasado de una carrera espacial entre países a una entre personas, en referencia a la de Elon Musk y Jeff Bezos. También hemos pasado (y esto ya es de mi cosecha) de una carrera espacial científica a una comercial (que acabará en la salida de los ultrarricos fuera del planeta cuando este quede arrasado, no tengo pruebas pero tampoco dudas). ¿Qué puede salir mal dejando la explotación del universo a millonarios ambiciosos? Y ya que estamos: ¿qué hago separando los tetrabriks si cada lanzamiento de prueba contamina más que yo en varias vidas?

Una política asquerosa

El modo de hacer política del PP es asqueroso. Con todas las letras. Lo vi en el 24h, en directo, sin salir de mi asombro: el presidente de la Comunitat Valenciana, Carlos Mazón, convocó a la prensa para dar las gracias a Alberto Núñez Feijóo tras haberse interesado por la situación durante la DANA y darle paso en el micrófono. Así, no. Así no ayuda a nadie, así no coloca discurso, así no aporta nada. Al contrario: ha dejado claro, otra vez, de qué madera está hecho este PP. Y es madera podrida. Sin alma. Capaz de cualquier cosa. Se han retratado (una vez más, no sé de qué me sorprendo), que apechuguen con lo que han hecho.

La inutilidad

Me he limitado a retratar un hecho concreto protagonizado por Alberto Núñez Feijóo y Carlos Mazón, y provocado por el propio PP. Pero lo cierto es en este partido tienen un grave problema con su manera de hacer política hoy. Antes de la DANA, el propio Mazón suprimió la unidad de emergencias, y Núñez Feijóo firma pactos con Vox, un partido negacionista. En Menéame recuperaron esta noticia de julio de 2023: “Vox propone cerrar ‘agencias meteorológicas’”. Por desgracia, estamos viendo estos días, literalmente, los lodos de esas decisiones. Y no podemos dejarlas pasar.

No, no son “los periodistas”

No voy a cargar las tintas contra mis compañeras y compañeros en este día de todos los santos, no tengo alma de mártir. Al contrario. ¿Podía algún medio haber descubierto la verdadera cara de Íñigo Errejón? Doy por hecho que si no lo han publicado es porque nadie había encontrado nada publicable salvo una contradicción evidente entre los dichos y los hechos. La carga de la culpa está en otro sitio, Carlos Padilla lo expresa con claridad en The Objective: “El portavoz del partido más feminista de España y de parte del hemisferio norte resulta ser un tipo con problemas de adicción que además trata a las mujeres como objetos, y no dimite nadie”.

Aquí, tampoco

Igual que no podemos generalizar y afirmar que todos los hombres con cierto poder tratan acosan a mujeres, ni que todos los políticos consumen cocaína, no podemos hablar de “la prensa” cuando son casos aislados (uno de ellos, Vito Quiles, que de periodista solo tiene la excusa) los de las y los periodistas que creen que es una buena idea la de acosar al padre de Íñigo Errejón. Una praxis tan mala como excepcional y que, además, la profesión reprueba porque tiene dignidad. Mucha más que la que nos asignan y que la que perdemos con mierdas como la descrita. “Es morbo y deshumanización”, elevan con acierto al titular en Público.

Por pesado

En El Imparcial se preguntan: “¿Por qué no le han dado el Balón de Oro a Vinicius Junior?”, y yo tengo clara la respuesta: por pesado. No es una ligereza, es que el Real Madrid y el propio jugador (y también algunos periodistas, no podemos negarlo) han sido unos pesados anunciando (y condicionando) que el balón de oro iba a ser para él. Pero reconozcámoslo: no es tan bueno (estamos viviendo una época de transición hasta que vuelvan a surgir jugadores que hagan historia), es un provocador y sus quejas son una pelmada. Así que me sorprende que haya quedado segundo pero porque creo que su puesto debería ser peor.

¿Qué puede salir mal?

¿Qué puede salir mal si PSOE y PP insisten en su estrategia compartida de meter en el ajo político a las familias de sus líderes? Eso es algo que, hasta ahora, hacían otro tipo de partidos como Vox, Podemos o Bildu, y que las y los de Núñez Feijóo y las y los de Sánchez han llevado a un nivel superior. ¿Quién va a querer prestar su conocimiento a la política si sabe que será linchado en redes, expuesto en los medios, con un regreso difícil a su sector profesional y ahora, también, que pone en riesgo lo que puedan conseguir profesionalmente sus parejas o sus familiares? ¿Hay alguien en PSOE y PP que sea capaz de mirar hacia el medio plazo?

Y luego, ¿qué?

Llevo meses diciendo que Sánchez y Puigdemont se parecen mucho en política: ambos han hecho del cortoplacismo y el golpe de efecto un modelo que les reporta cierto éxito, pero siempre muy condicionado. De la misma manera, sus sucesiones al frente de sus partidos, que se han convertido en organizaciones personalistas, son un tema tabú que se comenta en corrillos pero no alcanza a la esfera pública. Bernat Dedéu da una vuelta al asunto catalán: cree que el cambio de Biden por Harris, aunque abrupto, o precisamente por ello, es un modelo a seguir en Junts, pero también en ERC.

A esto se dedica

Menéame es hoy un clásico de Internet: un agregador de noticias que resulta muy útil para saber de qué se está hablando en una parte de la gran red, por lo menos. Yo lo conozco y visito casi a diario desde que en Twitter (antes X se llamaba así) nos conocíamos todas y todos. No sabía que ahora pertenece a DiarioMotor Media, que fue adquirido por Atresmedia en 2021. Me he enterado leyendo a Alvise Pérez, que da esta información solo con un único motivo: señalar a los tres propietarios que permiten en su plataforma críticas al eurodiputado. Según él, se trata de “fake-news y basura ideológica”. A esto se dedica: a seguir el manual trumpista.

¿Por qué no lo hace?

Todas y todos sabemos que Alvise Pérez no es un político porque no va a trabajar para alcanzar acuerdos entre diferentes y mejorar la vida de la ciudadanía (estoy y nada más que esto es la política), él es un agitador. De la misma manera, sabemos que Javier Negre o Vito Quílez no son periodistas porque no informan o comentan la actualidad desde su punto de vista: generan campañas de agitación a favor de la ultraderecha. Por eso no debería de estar en el Congreso. Y menos después de difamar al periodista Raúl Solís: “Podemos pide a Armengol la retirada de la acreditación de prensa del Congreso a Vito Quiles tras su último bulo” (Público).

Una buena noticia

Lo suponíamos pero, por lo menos, yo, no lo esperábamos tan pronto: “El fútbol árabe deja de ser un reclamo para las estrellas” (Vozpópuli). Después del agitadísimo verano de 2023, con el aterrizaje de jugadores en plenitud de su carrera, vino el invierno en el que las noticias que generaba la liga árabe solo eran las de las ganas de huir de esos deportistas. Hoy aquella Superliga solo atrapa a quienes quieren cazar un último y suculento contrato en una competición menos exigente. Lo que diferencia a la árabe de la china es que la liga de los jeques tiene dinero para insistir. E insistirán.