El votante que se informa

Esto que escribe Eduardo Bayón en Bluesky es muy, pero que muy inetersante: “El votante de la ultraderecha catalana se informa más que el resto. El problema es cómo se informa. Hay un predominio absoluto de las redes sociales sobre la televisión. También pasa en Vox o la CUP. Es la principal diferencia entre partidos tradicionales y emergentes/rupturistas”. El analista establece una relación directa entre la intoxicación informativa y el voto a los extremos, lo que explica el interés de la extrema derecha, precisamente, en despreciar a los medios tradicionales, los que informamos. Por eso quien puede debe prestigiarlos.

Un historión

Esta pieza en la BBC es de las que merece una lectura dominical: “Las autoridades en Dinamarca nos quitaron a nuestros bebés tras una prueba de aptitud parental y ahora luchamos para recuperarlos”. La denuncia la hace Keira, una groenlandesa, y aunque la prueba de aptitud se aplicaba en toda Dinamarca, según la BBC, el resultado era especialmente alto en Groenlandia, precisamente. Entre otros motivos, por la redacción compleja y en danés para una población no habituada a relacionarse en ese idioma. El relato de las madres que podían pasar dos horas con su recién nacido antes de entregarlo por no ser “aptas” es terrorífico.

Otro

Este domingo está lleno de historias que merecen atención, como la que cuenta Almudena Ariza en X: “Un juez francés de la Corte Penal Internacional, Nicolas Guillou, está viviendo un auténtico calvario porque EE.UU. lo sancionó tras autorizar las órdenes de arresto contra Netanyahu y Yoav Gallant, ex-ministro de Defensa israelí, por los crímenes en Gaza. Desde entonces, no puede usar Google, Apple o Amazon, ni reservar hoteles, ni pagar con tarjetas, ni abrir cuentas bancarias. Europa entera le cierra las puertas por miedo a Washington. Un juez europeo, en suelo europeo, ‘económicamente borrado’ por hacer su trabajo”.

“Yo sí te creo”, a veces

Los buenos periodistas son los que cazan buenas historias y las escriben bien. Pero hay otros profesionales que son necesarios en los medios, como los que titulan con acierto. Y no me refiero al odioso clickbait ni a los divertidos titulares que buscan los periódicos deportivos. Me refiero a esto: “Errejón reprocha al juez que asuma sin pruebas la versión de Mouliaá” (El Independiente). En pocas palabras muestra una contradicción llamativa, la del fundador de Más País como representante que fue de esa izquierda que gritaba: “Hermana, yo sí te creo”, para dejar claro que solo con la denuncia tenía que bastar. Pues Errejón no opina lo mismo.

Hablemos de esto

He pensado mucho si debía plasmar o no en la columna mi opinión sobre este tema. Porque opinión sí tengo, como todas y todos: “El 45 % de las 169 plazas de la OPE de difícil cobertura de Osakidetza sigue sin cubrirse” porque “75 adjudicatarios han renunciado a la plaza o han solicitado una excedencia” (Orain). Creo que, como sociedad avanzada, igual que estamos revisando algunas ideas preconcebidas, podemos criticar, por fin, a las y los profesionales de la sanidad. Igual ellas y ellos tampoco hacen todo bien, igual tienen la sartén por el mango más de lo que pueden, igual esas renuncias y excedencias son, claramente, una vergüenza.

¿Negacionistas o idiotas?

Hace poco vi en alguna red social un mensaje que, palabras más, palabras menos, decía que sabes que necesitas unas vacaciones cuando todo el mundo empieza a caerte mal. Pues bien: todo el mundo me cae mal. Tanto que empiezo la columna lanzando esta pregunta al aire: ¿debemos seguir hablando de negacionistas del cambio climático o podemos empezar a llamarles tontos esféricos fosforescentes? Sin perder mucho tiempo en Google he encontrado este titular en 20 Minutos: “El aviso de Martín Barreiro sobre la ola de calor en España: ‘Es una anomalía térmica de más de 10 grados, es un calor extremo’”. Para mí la respuesta está clara.

También por esto

Empezando por los viajes espaciales para los ultrarricos, siguiendo por los jets privados y terminando por el uso que hacemos de la inteligencia artificial para gilipolleces, abrasamos el planeta. Y lo abrasamos, además, para que nada mejore, porque solo estos tres elementos (a los que podemos sumar la minoría de criptomonedas, refugio de quienes necesitan blanquear dinero). Porque en el caso del uso de la IA a nivel usuario (no podemos culpar a otros de nuestras mierdas), ¿qué hemos mejorado? Un ejemplo: “Dinamarca lucha contra los deepfakes creados con IA otorgando a las personas el derecho de autor de sus rasgos y voces” (El Diario).

¿Cuál es el negocio?

Vamos a tratarnos como adultos funcionales: si “el partido de Alvise pierde el derecho a la subvención electoral por no presentar la contabilidad de las europeas” (RTVE), ¿cuál ha sido el volumen de negocio e ingresos que ha recibido Alvise, por medio de su partido, que prefiere no mostrar las cuentas que agarrar la subvención que le corresponde como partido con tres eurodiputados? En total, tendría que recibir un millón de euros que rechaza mientras esconde las cuentas de “Se Acabó La Fiesta”. Insisto: ¿a cuánto ascendió la factura de la fiesta para que Alvise prefiera perder ese dinero antes de que fiscalicen sus cuentas?

Ideaza

Yolanda Díaz y los defensores de Sumar cuando esta lanzó la marca, intentando superar la estructura de los partidos, nos vendieron la ocurrencia como una ideaza. Hoy, “los socios de Yolanda Díaz dan por muerta la marca Sumar” y no hay donde apuntalar. Otra muestra más de que los partidos son necesarios porque compactan en torno a una ideología, y de que las ocurrencias salen mal. Pero la realidad es que lo de Sumar va a salir peor: ¿dónde van a ir quienes abandonaron airadamente Podemos (el caso de Alba García o Lander Martínez en Euskadi son paradigmáticos), persiguiendo la ideaza? ¿Y con qué argumentos?

Los viejos rockeros

Cuando Leo Messi ganó el Mundial me alegré. El vínculo emocional era, en mi caso, generacional: me sentí representado por aquel que iba a salir a ofrecer su último baile con ganas de triunfar. Y triunfó. Luego, como antes, me ha dado igual: bastante tenemos las y los del Athletic con lo nuestro. Hasta esta semana, en la que he encontrado esta noticia precisamente cuando Messi, con un equipo que no está a la altura de los europeos, ha quedado fuera del mundial de clubes: “Messi lidera por tercer año consecutivo la lista de camisetas más vendidas de la MLS” (Palco 23). Un brindis por los viejos rockeros.

Otra vez

Leo en El Huffington Post esto: “Sí, otra vez: un agitador ultra revienta la rueda de prensa de Sumar en el Congreso de los Diputados”. Y pienso: otra vez… se les ha colado. Porque para estar en una rueda de prensa, lo primero, hay que acreditarse. Y para acreditarse hay que dirigirse a la mesa del Congreso. Ahí pueden pasar dos cosas (sigo pensando): o se les cuela un tío que se hace llamar “Adrián Rescue You” y que trabaja para “Informa Radio”, que en quince segundos descubres en Google que forma parte del grupo mediático Javier Negre, o quieren que se les cuele. Y no sé qué me parece peor, la verdad.

Si les dejamos entrar…

La politóloga Anna López lo deja claro en Público, en una interesante entrevista: “Los ultras no están a las puertas del poder, están dentro, marcando el rumbo”. Esto pasa porque les dejamos entrar, porque acceden a la sala de prensa del Congreso con una acreditación (tal vez porque el gobierno español prefiere chocar con Vox que con el PP). Pero también pasa porque la ciudadanía, también la vasca, parece que no tiene ningún problema en llevar a las y los fascistas a las instituciones. Y eso requiere cierto examen de conciencia social. ¿Cómo nos hemos dejado contagiar por la amnesia si esta no es contagiosa?

El otro relato

Los populistas de base fascista tienen claro su discurso contra la inmigración en España. Los populistas de base fascista en Euskadi no la han explicado todavía. Seguiremos esperando. Pero la realidad es esta: “Cuatro de cada cinco nuevos autónomos en España es extranjero” (Vozpópuli). Este tipo de noticias nos ayudan a centrar el tema: quienes vienen a trabajar necesitan una oportunidad fuera de sus países de origen y quienes les recibimos necesitamos su capacidad, su talento, su valor y sus cotizaciones. Las y los que hablan en euskera desde que nacieron quieren ser funcionarios. Ya vemos quién monta las empresas.

Este es el futuro

Más nos vale que vengan, que les integremos y que trabajen, porque eso en El Blog Salmón me parece muy certero: “Dinamarca sube la edad de jubilación a los 70. España: este es el futuro”. También en Euskadi, me temo. Es la manera que el país del norte, que suele ponerse de ejemplo por su buen nivel de vida (y con motivos), se enfrenta a “el desafío que enfrentan los países europeos ante el envejecimiento de la población y la sostenibilidad del sistema de pensiones”. El debate es este, evidentemente: “Aumentar la edad de jubilación es, políticamente, una solución más viable que reducir las pensiones”.

Ideaza

El mundial de clubes de fútbol es idea a la altura de la de la liga de naciones de selecciones. Ocupan un espacio que nadie reclamaba y reparten un dinero que solo quieren los grandes clubes para seguir distanciándose del resto. Permitir que esto suceda, como hace la FIFA, es un despropósito. La vaca no da para más y la superliga europea con la que asustan a las organizaciones tradicionales para que sigan sacando millones de la chistera, no veo cómo podría ser más rentable con datos como este que aportan en La Vanguardia: “La FIFA rebaja un 84% los precios de las entradas del Mundial de Clubes por la escasa demanda”.

Tranquilo, Hugo, todo llega

Arranca una nueva semana en la que volveremos a viejos temas, como el decreto ómnibus del gobierno español. Y digo lo que he dicho: Sánchez ha hecho lentejas (las tomas o las dejas) sin preguntar a nadie. Y las ha hecho mal. Hay cosas discutibles en ese decreto, como la rebaja en el transporte público: ¿de dónde salen esos millones? ¿Realmente están bien empleados sobrefinanciando este servicio? Sin embargo, a Hugo Pérez Ayán le molesta la subida de las pensiones desde su perspectiva joven y liberal. Lo explica con contundencia en The Objective, y yo le respondo: tranquilo, Hugo, todo llega. También darte cuenta de lo que es una pensión.

El relato neoliberal

¿He sido paternalista con Hugo? Sí, claro. La alternativa era decirle que ya hay que ser gilipollas, pero prefiero guardar mi mala cara para quienes defienden que es buena la idea de Trump de ofrecer ocho mensualidades a las y los trabajadores federales como indemnización para que abandonen sus puestos. “Si entre el 5% y el 10% de la fuerza laboral federal renuncia, la Administración estima un ahorro de 100.000 millones de dólares”, aseguran en Voz.us. Lo que podemos asegurar es que con menos funcionariado haces menos. Igual que Musk hizo de Twitter (ahora, X) un sitio peor cuando despidió a parte de la plantilla.

No puedes estar a favor

Sigo con Trump, que además de pretender adelgazar el estado, “ordena al Pentágono preparar un centro de detención para inmigrantes en Guantánamo”. En su primera legislatura estuvo en contacto con grupos nazis (lo cuenta Michael Wolff en ‘Furia y Fuego’), al principio de esta hemos visto a Musk hacer algo muy parecido a un saludo nazi dos veces, y ahora asistimos a la puesta en marcha de lo que puede ser un campo de concentración para quienes van a quitar el trabajo a las y los estadounidenses. Nadie puede estar a favor de esta mierda, a menos que sea un nazi, claro. Y no estoy banalizando el término, estoy haciendo todo lo contrario.

Yo creo que no lo han entendido bien

Creo que en Vozpópuli no lo han entendido bien: cuando dicen que “Sánchez indigna a los memorialistas con el palacete del PNV” porque “las familias republicanas tienen el mismo derecho”, no se trata de una crítica, sino de una reclamación. La “miles de familias republicanas que fueron saqueadas y sufrieron confiscaciones por parte de los franquistas, que, a punta de pistola o mediante sentencia militar, se apropiaron de sus casas, sus tierras, bienes de todo tipo, ahorros” tienen que ser restituidas. Lo de la sede del PNV que utilizó el Gobierno Vasco en el exilio no es un agravio, es el punto de apoyo.

Está todo inventado

Un compañero suele recurrir al “está todo inventado”, y lo cierto es que está inventado hasta cómo “tener los trabajadores más felices del mundo”. Los tiene Dinamarca, según la BBC, y la clave es “la confianza” en todos los aspectos del trabajo: compañeras, compañeros, jefas y jefes confían en que dediques las horas que requieren tus proyectos y en tu responsabilidad. “Nadie intenta microgestionarte ni mirarte por encima del hombro”, aseguran, pero esta es mi cita favorita: “No hay una cultura laboral en la que tengas que aparecer y estar disponible todo el día, toda la noche, para demostrar que trabajas duro todo el tiempo”.