Un ataque fascista

Han señalado la puerta de la casa de Idoia Mendia con pintura roja y le han dejado mensajes llamándola “asesina”. Es decir, la secretaria general de los socialistas vascos ha recibido un ataque fascista, a todas luces. Un ataque precedido de otros como la quema de un cajero o las pintadas en batzokis, casas del pueblo o una sede de Podemos. Los que decían que “solo son pintadas” o los que directamente callaban ahora saben que eran el inicio de una escalada, así que sus intentos de restar importancia a algo que ha acabado teniéndola (y puede que todavía no haya acabado) les retratan hoy más que nunca.

¿Quién les ha cebado?

Los que atacaron el domicilio familiar de Idoia Mendia no han aparecido de la nada, no son unos marcianitos que han bajado de un platillo volante. Todos sabemos de dónde vienen y a quién votarán el 12-J. Maddalen Iriarte no quería quedar como la candidata que no condenase el ataque a una “compañera”, pero ahora viene lo difícil:¿Va a hacer una campaña decidida para expulsar al fascismo de sus filas y renunciar a esos votos? ¿Por qué esta es una línea que marca la diferencia para Iriarte, porque le obliga a manifestarse o porque le parece realmente mal? ¿Y el ataque en Lakua y Olarizu de ayer? ¿Y todos los ataques previos?

No aprenden

El ataque a Idoia Mendia es una fascistada, igual que todos los ataques a domicilios de políticos o empresarios vascos hasta la fecha; y los escraches a los miembros del actual gobierno español están mal, igual que los escraches que hacían a miembros de otros gobiernos. Todos lo están, no solo los que tienen un tipo de objetivo político. El que no tenga claro eso, malo. Así que la amenaza velada de Pablo Iglesias, avisando de que el escrache frente a su chalet puede producirse más adelante contra Ayuso o Abascal no ayuda a resolver el problema, al contrario. Ningún ataque estuvo bien nunca.

Otra fascistada

Exactamente igual que Santiago Abascal sigue animando las manifestaciones de los pijos de derechas de Madrid, escraches incluidos, el silencio o los intentos de restar gravedad a los ataques físicos en Euskadi (quema de un cajero, pintadas en espacios públicos o privados), animan a que los fascistas de aquí acaben haciendo lo que siempre han hecho. Estamos hablado todo el rato de lo mismo: de tener claro que cada ataque cuenta pero en negativo, que debe censurarse sin dudas y atajarse controlando en vez de cebar, de no jugar a medias tintas o a no tener nada que ver con la violencia.

El odio se alimenta

El odio se trabaja. Se puede trabajar en el sentido adecuado, que es reduciéndolo, o en el equivocado, que es generando más. Durante esta crisis sanitaria y económica, ya lo he escrito varias veces, unos cuantos han aprovechado el confinamiento para generar cabreo. Cuanto más cabreo, mejor. Y algunos de esos enfados se han convertido en odio, sobre todo en aquellos acostumbrados (y animados) a odiar. En la desescalada estamos recogiendo, aquí y allí, los frutos de ese confinamiento perverso. Antonio de la Torre lo expresaba gráficamente: “Madre mía, cuanto odio hay en Twitter últimamente. Qué barbaridad”.

Que sea un derecho

La convocatoria de huelga de hoy es absolutamente legítima, igual que trabajar: los sindicatos vascos han echado un pulso político al gobierno de Urkullu, Bildu ha nombrado a su candidata a lehendakari a tiempo para capitalizar el resultado y Ernai ha calentado el tema (la cuenta en Twitter que informa sobre la convocatoria en los últimos días ha relanzado sobre todo tuits de la organización juvenil de Sortu). Ahora solo queda medir el éxito o no del paro, pero sin trampas, sin que nadie obligue a nadie porque en campaña y precampaña todo vale. Los secuestros a los vascos hace tiempo que se acabaron.

Sin problemas de sueldo

Los que parece que nunca han tenido ningún motivo para la huelga son los que más mandan en Vox. Los contactos con los que a todas luces cuentan y han contado les han permitido vivir holgadamente. Contactos como los que tenían en la oposición iraní (que también patrocina grupos armados) que donó una pasta gansa, tanta que vivieron un año Abascal y Espinosa de los Monteros cobrando 65.000 € cada uno (lo cuenta El País y lo recoge El Plural). Espinosa, con su habitual soberbia, ha intentado explicarlo en Twitter pero incluso su versión es tenebrosa: ¿por qué eligen su formación y a él para regarles de euros?

Otros que tampoco los tienen

En Vanitatis han solapado dos informaciones que, cuando uno las suma, dibujan una realidad de privilegios difícilmente explicables: la Infanta Elena dejará la fundación de La Caixa. No entro ni en la labor que hacía ni en su decisión: lo relevante es el incremento en su sueldo en función de sus necesidades familiares hasta los 238.000 euros anuales cuando se mudaron a Ginebra. Ojalá contar con unos jefes tan generosos… Eso pensará su marido, Iñaki Urdangarin, que ya acaricia el segundo grado penitenciario y una vida en Ginebra, donde no puede residir ningún emigrante condenado en su país de origen… O casi ninguno.

Dos más

Sé que en política hay niveles en los que importa más saber de procedimientos y leyes que del área en el que se encuentra la persona. Por eso hay verdaderos expertos que van saltando de departamento en departamento y se adaptan rápidamente, porque lo importante es la gestión. No sé si será es el caso de Irene Lozano ni de Marimar Blanco, que parece que saltan del congreso a las oficinas más dispares en función de los huecos, las oportunidades y la disponibilidad que siempre han tenido para su partido (en el caso de Lozano, para más de un partido). Son profesionales de la política, vale, ¿y de la gestión?

El espejo catalán

Quienes pintan una Euskal Herria idílica en el que los nacionalistas con diferentes principios básicos son capaces de armar un país solo porque lo desean pueden ir mirando a Catalunya, donde ERC y PDeCat han decidido que todo salte por los aires. Querer no es poder: como un amigo tuiteaba ayer, puedes llevar 30 años queriendo ser un melocotón y no vas a poder. Y si te empeñas, te puedes encontrar con que te han puesto cabeza abajo: ERC es ahora el partido moderado y el PDeCat, o lo que queda de él, el radicalizado. Y veremos el papel que juega Puigdemont, que por fin tiene lo que quiere… Lejos de Catalunya.

El titular que siempre buscaron

En Bildu están cogiendo una manía muy fea, la de tomarnos por tontos a todos. Primero, quieren que no tengamos memoria; después, quienes no dijeron nada contra los que pegaban tiros en la nuca, quieren hacerse pasar por antifascistas; y lo último es el roneo sobre los presupuestos vascos que muchos pensábamos desde el principio que no iban a apoyar, y que ha terminado con un titular que podía ser de ayer o de hace dos meses: “La prórroga presupuestaria es el fracaso de un gobierno en minoría”. Este fracaso, como siempre, será atribuible a quien no quiso negociar sino la foto.

Lo de Baleares es gravísimo

La fiscal general del Estado no puede hacer como que no se ha enterado del atropello a la libertad de Prensa que está realizando la justicia española en Baleares después de que dos periodistas le hayan entregado un escrito firmado por más de doscientos compañeros. María José Segarra se ha remitido al secreto de la pieza para no hablar del tema, pero se equivoca: de lo que se trata es de una libertad fundamental que se defiende o que se ataca, por acción o por omisión del deber de salvaguardarla. La justicia española es cada vez más injusta y arbitraria, y parece que nadie la controla.

Lo de Catalunya, también

Inés Arrimadas es una provocadora y, como tal, el mejor ejemplo de la única política que sabe hacer Ciudadanos: la del mal rollo, la del encrespamiento, la del cuanto peor, mejor para ellos. El modo en el que mostraba un folio cutre con el número “155” impreso en tipos altos, frente a Torra y los diputados nacionalistas que tienen compañeros y amigos presos, y en huelga de hambre, es intolerable. Su falta de respeto lo es también de sentido de la democracia como solucionador de problemas. Para Arrimadas, igual que para Rivera, el parlamento es solo un sitio en el que buscar bronca.

El autorretrato de Fran Rivera

Francisco Rivera es de los que cree que el yugo y las flechas son símbolos de España. Y lo son, para cierta gente. Su vídeo desde Casa Eladio, un bar de Ávila que exhibe sin pudor símbolos de la dictadura sin que ningún fiscal o juez tomen cartas en el asunto, tiene que servir para poner sobre el tapete el tipo de “gente guapa” que se muestra como modelo en el cuché y los ecos de sociedad españoles. No importa, al parecer, que se muestren orgullosos del franquismo como si pudieran seguir humillando a los miles de muertos en el golpe de Estado, la Guerra Civil y la represión.

Y el de Álvaro de Marichalar

Seguimos con personajes que nos lo ponen muy fácil a los columnistas: no tenemos que gastar ningún adjetivo porque se califican solos. Atención: “El hermano del ex marido de la infanta Elena asegura que le ‘pincharon adrenalina en los pulgares para matarme de un infarto’”, leemos en El Plural. Este tipo de declaraciones nos las podemos tomar de dos maneras: en serio o para sacarle chistes a la historia, porque los tiene. Igual que en Euskadi en nuestro momento, los catalanes tienen que aguantar ahora a un montón de personas ávidas de atención, cuando menos.

Tu equipo eres tú

Mágicamente, Bernat Castro ha dejado de asesorar a Gabriel Rufián en Twitter. Mágicamente también, Bernat Castro ha cambiado y ahora es un tío estupendo, según él. Ha dejado de ser un machista con toques xenófobos y una denuncia de malos tratos, hasta que se demuestre lo contrario, solo vía Twitter. Precisamente en esta red social muchos usuarios están rescatando mensajes asquerosos firmados por Castro (no los niega) que ha pasado de tuitstar a víctima de su ego.

La financiación del PP

“Ha quedado plena y abrumadoramente acreditada la caja ‘b’ del PP con los ‘papeles de Bárcenas’”. Ese es el tuit con el que Europa Press lanzaba su nota de prensa, y son palabras textuales de la fiscal Concepción Sabadell. Con esto sobre la mesa, José Luis Martínez-Almeida, el portavoz de ese partido en el Ayuntamiento de Madrid, tenía el cuajo de denunciar lo que él considera una red clientelar de Manuela Carmena. Juzguen ustedes mismos la vergüenza del PP.

El PP y Franco

Esperen, que hay más: hace unos días ponía sobre la mesa la necesidad de dejar de usar la etiqueta de “franquista” para referirnos al PP y, casi, cualquiera que piense diferente. Creo que hace más daño a personajes como Casado, Hernando y hasta Rajoy dedicar un minuto a describirles que llamarles “franquistas”. Pero el PP, sin duda, es un partido que intenta tapar los horrores del franquismo y el propio Martínez-Almeyda dice que eso ahora no interesa a nadie.

Amenazar no es gratis

Sigo con el PP porque ellos siguen con lo suyo: amenazándonos. Primero, Alfonso Alonso demostró su irresponsabilidad amenazando veladamente con la aplicación del 155 en Euskadi. Después ha sido Ana Beltrán, su homóloga en Nafarroa, la que lo ha hecho. El nivel de ausencia de responsabilidad y vergüenza en este partido es ya crítico y ampliamente reprochable, ojo, sin sumarse a ellos. Porque los polos se atraen y Maddalen Iriarte ya les ha comprado la amenaza.

Están desatados

Termino: en el PP están absolutamente desatados, no les importa nada. ¿Por qué iba a importarles? La fiscal concluye que han trincado y repartido dinero en metálico que salía de la obra pública, y no pasa nada. Pablo Casado, la nueva cara del PP, se destapa como un reaccionario peligroso, y no pasa nada. Nos roban a la cara vía factura eléctrica con un error técnico, y no pasa nada. El exministro de Exteriores compara a Puigdemont con el dictador norcoreano, ¡y no pasa nada!

El debate (tuitero) del debate (televisivo)

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Los vascos seguimos siendo diferentes. Tanto que, desde que vivimos con analistas de lo que se dice en Twitter (¡presente!), el del martes en ETB1 tal vez fuese el primer debate electoral en el que se cruzaron más conversaciones en la tele que en Twitter. Celebrémoslo.

Vaya por delante un evidencia sociológica evidente: los partidarios de PSE y PP no estaban ni en Twitter ni delante de la televisión. Ni les importaba. Pese a ello, acertó sin duda Idoia Mendia, que solo con su presencia ya lograba el objetivo: el votante socialista, aunque no hiciera caso a lo que se decía ni cómo se decía, ya se sentía reconfortado porque su candidata estaba allí, batiéndose el cobre en euskera.

Aquí podríamos abrir un paréntesis sobre la campaña del PSE en contra de este idioma para pelear por los mismos votos con el PP, absolutamente equivocada tal y como está Podemos de débil. Pero hoy paso.

Tanto Mendia como Laura Garrido, por cierto, merecen toda mi admiración: es muy difícil salir a un debate electoral, es más difícil hacerlo en un idioma que has tenido que aprender y no dominas, y todo se complica aún más cuando sabes que habrá muchos que irán de sobrados en Twitter y te criticarán porque no te manejas bien. Lo que hicieron Garrido y Mendia, como lo que hacen miles de vascos que se empeñan en aprender euskera merece un aplauso. Y quienes silban son los que dan sentido, precisamente, a la campaña del PSE. Otro debate (sobre el debate) es el de por qué en 2016 no hay candidatos bilingües en PSE y PP vasco, pero no era el del martes.

Sobre lo difícil que es ponerse en ese atril puede hablar mucho, seguro, Pili Zabala, que hoy tiene que volver a hacerlo. Sus dudas (no voy a hacer sangre, no creo que haya que hacerla) tienen que servir de recordatorio de lo difícil que es ser Garrido, Mendia o Urkullu: no solo se trata de hacerlo bien o mal. Pase lo que pase te van a atizar. Maddalen Iriarte era la otra política debutante, y fue la única que se atrevió a pisar la sombra de Urkullu. No dijo nada nuevo pero lo dijo todo muy bien. Y aunque tenga oficio, Iriarte también tiene mérito.

Al final, un 5,6% de cuota de audiencia. La más alta en los últimos 15 años. Otro motivo para alegrarnos en esta campaña vasca. Y van unos cuantos, ojo. Y ojo también al dato, como dicen los horteras: ese 5,6% lo ha conseguido la audiencia abertzale (de esto sí voy a hacer sangre porque creo que hay que hacerla). Los del derecho a decidir mientras lo digan las encuestas no vieron el debate. ¡Ni siquiera lo tuitearon en la cuenta oficial! Definitivamente, Podemos Euskadi, como en el modo en el que se pliega a la dirección de Madrid, copia lo peor de los partidos tradicionales españoles. Y solo han empezado a “poder”.