La ejemplaridad

Arnaldo Otegi hablando de ejemplaridad suena a Alberto Núñez Feijóo hablando de ejemplaridad. De lo suyo gastan, y seguro que en España a ambos les compran el relato, pero en Euskadi nos acordamos, en el caso del PP, de cómo está pagada su sede; y en el caso de EH Bildu, de dónde vienen muchos de sus representantes y dirigentes. Cuando Arnaldo Otegi militaba en ETA, ¿de dónde salía el dinero? ¿Y de la “caja B”, esa que servía para resistir mientras el cabeza de familia comía maco, cuándo vamos a hablar? Ahora de lo que Otegi quiere hablar es de ejemplaridad y “cero corrupción”, mirando a España, claro.

El entorno

Sigo con las comparaciones: cuando pensamos en el entorno de aquel Aznar de la mayoría absoluta, pensamos en corrupción. Cuando pensamos en aquel Podemos de Errejón, Iglesias y Monedero, pensamos en el machirulismo coral que luego hemos conocido. Y cuando pensamos en Ábalos, Koldo García, Cerdán y, ahora, Paco Salazar, pensamos que el entorno de Pedro Sánchez no puede ser un golpe de la mala suerte. Somos personas adultas y sabemos cómo funcionan los grupos humanos: alguno que siempre te pide tabaco y nunca lo compra siempre hay, pero los que buscan bronca suelen ir vestidos para la ocasión.

El estilo

Cambio de párrafo por necesidades de la maquetación, porque me toca hablar, de corrido, de otro grupo de personas que mejor si lo ves de lejos: “‘El machismo de un diputado de Ayuso frente a Más Madrid: ‘Veros así me pone, me pone, me pone mogollón’”, titulan en El Plural sobre el discurso y la actitud chulesca de Alonso Bernal, representante del PP en la asamblea de Madrid. Lo de Ayuso, evidentemente, tampoco es casual: ni la presencia inevitable de Miguel Ángel Rodríguez, ni lo de su entorno, ni lo del gestor de un hospital público que pedía alargar listas de espera para beneficiar a su empresa privada, ni lo del que se pone mogollón.

La puta guerra

Cierro el círculo: no es casual que en la España política podamos escribir varios párrafos hablando de miserias humanas que se van juntando hasta hacer montoncito y que, subiéndose en él, alcanzan el poder. Si alzamos la vista, por desgracia, lo que vemos es aún más terrible: Javier Espinosa muestra en X un misilazo sobrecogedor sobre población civil: “No es Gaza sino Ucrania pero el espíritu y el ideario que anima a los dos ejércitos agresores, el ruso y el israelí, es el mismo”, aclara con tino. Abramos los ojos, dejemos a las mentes pequeñas enredarse con las cosas menores y distingamos entre el bien y el mal, antes de que sea demasiado tarde.

“Esclavos del scroll”

Si no tuviese que mantenerlo por motivos laborales, desinstalaría Instagram. Su scroll infinito es la mayor mierda para la mente que se ha inventado, junto al de TikTok o los shorts de YouTube. Al respecto, me ha gustado esto que he encontrado en Público: “En una encuesta con más de mil personas, un 18% afirmó tener una adicción a esta red social, pero solo un 2% mostró síntomas reales”. De hecho, las “científicas hacen hincapié en la necesidad de diferencia entre hábito y adicción”. Lo que tenemos son malos hábitos que nos llevan al pozo sin fin de guano. Si nos alejamos del móvil ganamos. Realmente, es así de fácil.

«Sólo puedo decir»

Sinceramente, no me parece nada grave que Pedro Sánchez, Santos Cerdán y Arnaldo Otegi se hubiesen reunido, con Koldo García como hombre de confianza en aquella época, para hablar de la gobernabilidad de España. La gravedad del asunto la ha cargado el propio Otegi, midiendo fatal la exclusiva de El Español (como si Pedro J. Ramírez no publicara seriales, en vez de noticias) y lo que puedan decir otros actores. Por ejemplo, José Luis Ábalos asegura: “Sólo puedo decir lo que me contaron fuentes presenciales, y es que esa entrevista existió”. Pase lo que pase, Otegi va a intentar vestirse con los trajes de víctima y héroe a la vez, otra vez.

¿Y si va a la cárcel?

La entrada de Santos Cerdán en la cárcel no afectó a la gobernabilidad de España, más allá de la grave crisis que abrió en el PSOE, porque el que fue mano derecha de Sánchez ya había dejado de ser diputado. Pero Ábalos, el del tuit que desarbola la contundencia que gasta Otegi, sigue siendo diputado y, si entra en la cárcel sin dimitir, podría generar un lío de pantalones largos en el Congreso, donde el PSOE necesita todos los votos. Sin embargo, lo que es la vida, la cerrazón de Junts y Podemos rebaja el efecto de lo que podría ser una debacle, por un solo voto, generado por una detención de la otra mano derecha de Sánchez en el PSOE.

Mal el PNV, ¿bien el PSC?

Para disgusto de Eneko Andueza (que criticó exactamente la misma decisión cuando la tomó el consejero Zupiria), “los Mossos incorporarán el origen de las personas detenidas en el ‘balance de criminalidad’ de 2025” (Diario Socialista). Pero el tema no es Andueza, sino la decisión del Govern porque, como la del Gobierno Vasco, afecta a mi trabajo: no informar del origen de los delincuentes fue una convención a la que se llegó en un momento concreto que nada tiene que ver con el de hoy, ni por volumen de delincuencia, ni por la desinformación que es capaz de difundir la extrema derecha y que esta medida, ahora, puede detener.

¿Esta no es labor de lobby?

Primero, Pablo Iglesias viaja a China, se pone traje (sin corbata) y loa las bondades de su gobierno. Después, regresa a España y empieza a hablar bien de los coches eléctricos que fabrican en aquel país (obviando las subvenciones y la mano de obra barata), y el martes vemos a Irene Montero en el Parlamento Europeo afirmar: “La guerra comercial con China no trae nada bueno a Europa”. Si esto no es labor de lobby, ¿qué lo es? ¿Y a cambio de qué? Les salva que no son los únicos que lo hacen, que hay más expolíticos y más eurodiputadas o eurodiputados que alaban las dictaduras sin que sepamos sus motivos.

¿Qué tiene que pensar?

Confieso que me ha sorprendido conocer los detalles de la ausencia de Carlos Mazón la tarde en la que la DANA empezaba a llevarse la vida de 299 personas en la comunidad que, todavía hoy, preside. Nunca me permití pensar que un gobernante puede decidir ausentarse, impulsado por lo que sea, y olvidar su responsabilidad por una hora mientras su gente muere. Pero lo que yo piense no es comparable con lo que tiene que sentir José Manuel Cuenca: “El jefe de gabinete de Mazón le advirtió a las 17 horas que la situación en Utiel ‘se estaba complicando’” (Vozpópuli). Su indignación tiene que ser antológica.

Hay una Euskadi que lo ve

Hay una Euskadi que vio el sábado la gran contradicción (o la gran confusión, que es lo que buscaban los organizadores) de Bildu: “¿Os habéis manifestado contra vosotros mismos, EH Bildu?”, tuiteaban desde COVITE. Y no, la Euskadi que ve que el antifascismo de la izquierda abertzale es puro postureo no es la Euskadi carca, ni la retrógrada, ni la conservadora, ni mucho menos, la facha. Es la Euskadi con memoria y que actúa en consecuencia con lo que vio, lo que sufrió y lo que hizo cuando ETA mataba. “Todavía hoy seguís justificando el terrorismo de ETA. Así que, lecciones, ninguna”, aseveran las víctimas del terrorismo.

“Esto era ETA”

El día después de la manifestación del desconcierto, la desmemoria y la desvergüenza, el domingo, se cumplieron 24 años del asesinato de Ana Isabel Arostegui y Javier Mijangos. Los sicarios de ETA “les acribillaron a balazos rematándoles en el suelo” (tuitea Consuelo Ordóñez) por ser ertzainas. ¿Qué opinan de estos asesinatos quienes llevaban la pancarta? ¿Qué opinan quienes lanzaron los tuits diciendo que ellos eran los antifascistas? Pello Otxandiano ya dijo lo que opinaba: que eso no era terrorismo. ¿Qué opinan los despreciables colaboracionistas que han ayudado a blanquear el fascismo de ETA llamando a acudir a esta manifestación?

Pero hablemos de política

Los que van de antifascistas pero no lo son pueden hablar de la Falange de Primo de Rivera y del franquismo, pero quienes señalamos los asesinatos de ETA en este siglo vivimos del pasado. Vale. Pues hablemos de política: “Mundaka, la capital española del surf, muere de éxito: ni una vivienda disponible que no sea de alquiler turístico” (El Periódico). En Mundaka gobierna Bildu con los independientes (todos los independientes de Euskadi acaban gobernando con Bildu, qué casualidad) y la ley de vivienda vigente la aprobó Bildu con el PSOE, Sumar y ERC, que después la recurrió con todo el morro del mundo. Pues así gobierna Bildu.

Ni aquí ni allí

En los municipios en los que gobierna, Bildu prefiere aplicar la ley española de Vivienda, aunque no funcione, que la ley vasca del suelo, porque eso implica que constructores puedan hacerse con terrenos o poner en marcha vivienda pública municipal, y en Bildu pasan de líos. Pero la verdad es que esa norma, aprobada por Bildu, PSOE, Sumar y ERC, insisto, parece que no resuelve nada ni aquí, ni en ningún lugar: “El fracaso de la Ley de la Vivienda en Cataluña: alquileres más altos y muchos menos contratos nuevos. Poco a poco, vemos los efectos del cóctel de regulación, presión de demanda descontrolada y negar la realidad” (e-Noticies).

La izquierda está desnortada

La extrema derecha avanza porque la izquierda se ha equivocado eligiendo las batallas y los enemigos. Está tan mal la izquierda que este Bildu necesitado de tapar su pasado y que sigue justificando con el fin (desplazar al PNV) cualquier medio, la lidera. Está tan mal que la embajada de China en España puede tuitear esto: “Pablo Iglesias, director de Canal Red y exvicepresidente del Gobierno español, destaca cómo China está marcando la pauta en el sector de los coches eléctricos, con vehículos de calidad y a precios asequibles para millones de personas”. No hay por dónde cogerlo.

Yo, en el equipo de Argiñano

Cuando hablo de Argiñano hablo de Karlos, el padre, que ya tengo una edad. Hace ya mucho tiempo le oí decir, palabras más, palabras menos, que de poco o nada sirven los títulos académicos o los másteres, si no sabes hacer una tortilla de patatas o unas lentejas. Pocas sentencias habrá más acertadas. Me acordé de esa frase cuando leí este titular en Euronews: “Los ultraprocesados alimentan la crisis sanitaria mundial: los expertos exigen su regulación”. El “consumo de alimentos ultraprocesados, como aperitivos envasados, platos preparados y bebidas azucaradas, constituye una grave amenaza para la salud pública”.

Ya, ni el teletrabajo

De la pandemia ya solo nos queda una sociedad dramáticamente individualizada y egoísta. Ni el teletrabajo llegó para quedarse (por lo menos, en la empresa privada y en Catalunya): “El boom deshinchado del teletrabajo: sólo un 10% de las vacantes dan la opción de hacerlo” (Ara). Sin embargo, “la combinación entre presencialidad y trabajo a distancia está ganando terreno al formato 100% remoto, que ya ha caído ligeramente por debajo del 8%”. “La opción de hacer teletrabajo es un privilegio barcelonés. De todas las vacantes que mencionan esta modalidad, un 92,3% se concentra en la demarcación de Barcelona”.

Recuérdese

En mi humilde opinión, hace bien Andoni Serrano en recordar que algunos tienen menos credibilidad al quejarse de la deriva de la vivienda en España y, por extensión, en Euskadi y Catalunya: “Saltarse la competencia autonómica con una ley dictada desde Madrid era un plan sin fisuras. Lo de Rufián y Otxandiano hablando de vivienda es para mear y no echar gota”. De esta manera tan brusca comenta un corte de Pello Otxandiano en Radio Euskadi, en el que se desentendía de su pasado reciente, otra vez, y la noticia de que la ley española de Vivienda fue pactada y aprobada con los votos de EH Bildu y ERC.

Voy a reparar una injusticia aquí y ahora

“La prensa española ignora el viaje de Pablo Iglesias a China, mientras que los medios del gigante asiático cubren su discurso”, leo en Diario Red, el digital que dirige Pablo Iglesias. Y pienso: esto tengo que arreglarlo, ¡cómo no voy a hablar yo de ese periplo y de que fue vestido para rendirse ante un régimen mejor que cuando era vicepresidente y ministro! Pero no voy a tirar de sarcasmo: Iglesias viajó a alabar la dictadura china exactamente igual (incluso en sus motivaciones: gustar para que caiga algo) que hizo Pedro Sánchez y hacen los líderes mundiales que olvidan el detalle de que estrechan la mano de un puño de hierro, y no de oro.

Pone en peligro otra cosa

elimparcial.es “¿Está poniendo en peligro Trump la celebración del Mundial 2026 de fútbol?”, se preguntan en El Imparcial después de que el presidente de EE.UU. haya amenazado con retirar las sedes de las ciudades regidas por los políticos más progresistas de su país. Lo que pone en peligro Trump no es el mundial de fútbol, en el que tendrá intereses (si no, ¿qué hace Infantino en todas las fotos?), sino algo más profundo e importante: ¿qué es eso de boicotear desde el poder a quien tiene un pensamiento diferente pero legítimo? Por desgracia, “eso” tiene un nombre y da miedo. Pero aunque dé miedo, pie en pared.

25 años después

Leo esto en Diario Red, el digital que dirige Pablo Iglesias que “la Ertzaintza abre la puerta a la criminalización por origen y rompe 25 años de consenso informativo”, y pienso en lo que hemos cambiado en estos 25 años. Yo también aprendí en la universidad que no había que informar del origen, pero entonces la extrema derecha no se exhibía como ahora y el volumen de inmigrantes no era comparable. Hoy, informar de ese origen, junto a otras medidas y otra pedagogía, puede ser un primer paso para neutralizar discursos racistas, para entender lo que supone la falta de arraigo y para poner en valor a quien viene y se integra.

¿Y el Catalunya-Palestina?

Lejos de lo que ha supuesto en Euskadi el partido de nuestra selección ayer, el Catalunya-Palestina está pasando desapercibido. Con su habitual practicismo, allí la noticia es cuántos jugadores del Barça van (solo uno: Marc Bernal), y la reivindicación nacional pesa más que la solidaridad: “El presidente de la Assemblea Nacional Catalana, Lluís Llach, ha hecho una llamada a llenar de ‘estelades’ el estadio” (Segre). Entre los seleccionados solo hay “12 jugadores de primera división” y “se han vendido ya unas 15.000 entradas”, con lo que el Estadi Olímpic Lluís Companys quedará mucho más deslucido que San Mamés.

¿Qué fue de Valeria?

Hace unos días, mi hija, de once años, me preguntó por una chica ucraniana sobre la que le enseñaba vídeos y que, durante la invasión rusa, contaba en su Instagram, cómo sobrevivía en Kiev, después, su salida del país y, finalmente, la muerte de su hermano en el frente. Busqué a Valeria Shashenok y comprobé que sigue mostrando en TikTok cómo es la vida entre los restos que dejan los ataques, las sirenas, y cómo son sus saltos constantes a Londres. Valeria usa su “influencia” (más de un millón de personas seguidoras) para sensibilizar y para hacer activismo contra Trump (que viene a ser lo mismo) para que no nos olvidemos de sus tragedias.

Pero, ¿quién es capaz?

Ya sé que suena a que acabo de caerme de un guindo cuando pregunto con admiración: “Pero, ¿cuánta gente es capaz de escribir un libro?”. Sé que la edición de novelas, ensayos o poemarios está inflacionadísima y, según me contó un gran conocedor de la industria, el modelo de negocio es justo ese volumen. Al respecto, Ángel L. Fernández Recuero escribe en Jot Down sobre “la sociedad narcisista” en la que “todos escriben, nadie lee”. Atención al datazo: “La autoedición de empresa publica más que la industria editorial entera”, por culpa, en parte, de la inteligencia artificial. Así concluye que escribir es “la versión literaria del selfie”.

“Y no necesitas tener experiencia”

Gracias al algoritmo, esta misma semana llegué a un carrusel en Instagram de una marketer, Fernanda Camargo, en el que daba su receta del éxito: apoyarse en la inteligencia artificial para descubrir los temas de los que habla la gente, para saber lo que la gente quiere saber, y para hacer los contenidos que respondan a esa necesidad. Ella misma anuncia: “Y no necesitas tener experiencia”. ¡A la porra con todo! Ya no hace falta ni saber de lo que uno habla, ni conocerlo, ni haber trabajado en ello para dar consejos básicos. Vivimos en una era en la que la calidad no importa, solo importa el volumen, y mierda a paladas es lo más fácil de hacer.