Mi generación y las que vienen después no han vivido una guerra más próxima que la de Ucrania. Y no me avergüenzo, porque lo considero natural, de empatizar en mayor medida con una familia de una ciudad ucraniana que con los inmigrantes ilegales que huyen en patera del continente africano. Ambas situaciones me parecen trágicas y tristes, pero con una puedo identificarme en mayor medida. 2022 ha sido, de esta manera, el año de la invasión rusa sobre Ucrania, el año de las chorradas para evitar mirar a la realidad de frente (como aquella “diplomacia de precisión”) y el año de las y los sinvergüenzas que han defendido la crueldad.
Y del mundial más lejano
El de Qatar ha sido el Mundial de fútbol más lejano y más ajeno que recordamos: en noviembre, en un país sin tradición futbolística, logrado por medio de sobornos y que tenía que ser boicoteado por todo lo anterior y más (como las condiciones laborales de quienes han construido los estadios y el gasto energético de refrigerarlos). Pero nada más lejos de la realidad: televisiva y futbolísticamente ha sido un espectáculo con la mejor final que recordamos las y los que estamos vivos. Y con un mensaje positivo: quienes ya hemos dado lo mejor de nosotros también tenemos derecho a un gran triunfo más.
El año de la lógica
Al final, la mayorías de las y los pequeños inversores en criptomonedas han perdido sus ahorros. Algunos lo veíamos venir y por eso no lo hicimos. Otros han ganado: las y los grandes inversores se llevan el beneficio acumulado pese al crash y han sabido retirar los capitales con más agilidad. En cualquier caso, ¿qué podía esperarse de una moneda virtual cuyo valor radicaba solo en la especulación? La lógica ha vencido a la tecnología. Por el camino queda el gasto energético (enorme), muchas lágrimas, charlatanes sin trabajo y unos cuantos millonarios que siguen siéndolo porque el dinero, simplemente, no se ha volatilizado.
Volvemos a los bares
No necesito un estudio de mercado para saber que este año la hostelería ha facturado más que el anterior en los locales y menos en el envío a casa de comida. Es una evidencia que hemos salido más de casa. Pero también es una buena noticia que el “delivery” vaya perdiendo peso porque, no nos engañemos, que ya estamos a las puertas de 2023, los pedidos perjudican la calidad del servicio en los restaurantes: más comida de la que están preparados para sacar, más tiempos de espera, las y los repartidores pululando en puertas y pasillos mirando al móvil… Y más allá: si no quieres empleos precarizados no pidas comida a domicilio.
Y a los aviones
Creo que viajar lejos está sobrevalorado: no necesitamos gastar tanto dinero ni tantos recursos. Pero si un año ha estado justificado salir es 2022, después de la pandemia y la postpandemia. Ya volveremos a encontrar cobijo en nuestras casas. Y como no hay viajes sin fotos ni fotos sin Instagram al que subirlas, vamos con la lista de lo más “instagrameado”: clásicos como la Torre Eiffel y el Louvre, el Big Ben y el London Eye, o el Gran Cañón, el Empire State y el Golden Gate, y novedades como el rascacielos Burj Khalifa en Dubai y el hotel Burj Al Arab en Emiratos Árabes. La Sagrada Familia catalana se cuela también en el top-ten.