«This is happening»

Lo más probable es que hoy, que salen a la venta, no haya conseguido comprar dos entradas para ver a Oasis en el verano de 2025. Me da igual dónde y cómo: si lo logro organizaré mis vacaciones en torno a ese evento. Si no lo intento, aun sabiendo que es una misión casi imposible, no dormiré tranquilo esta noche. Oasis es para mí “Don’t Look Back in Anger”, un himno generacional que nos define mucho más de lo que creemos y que me ha emocionado en diferentes etapas de la vida. No es solo una canción: es una manera de escuchar música y de entender el mundo a golpe de britpop.

“Nunca hubo comparación”

El anuncio del regreso de Oasis ya nos ha regalado columnas como las de Iñako Díaz Guerra o Juanma Lamet, ambas en El Mundo, sobre lo que fueron los Gallagher y lo que fuimos quienes los oíamos con admiración. Somos una generación marcada por canciones como “Whatever”, que ha esperado 30 años para ser, por fin, el epílogo musical perfecto, una generación que tiene las tribunas y la edad para reclamar nuestro momento y nuestro recorrido. Quisimos ser Liam y Noel, quisimos tener su talento, quisimos ser canallas y, con sus canciones de fondo, aprendimos que lo mejor era querer lo que somos.

Lo sabemos

Todavía hoy confundo a veces a Liam con Noel Gallagher. No me escondo, no me importa. No creo que ellos me lo vayan a reprochar como nadie que haya dedicado unas horas a su música va a reprocharles la cantidad de tonterías que han hecho o han dicho durante 30 años. “200€ de entrada. 200€ de avión. 200€ de alojamiento. 200€ de gastos. Y todo para que se abran la cabeza a hostias la noche de antes por un tuit que Liam ha escrito totalmente borracho”, tuiteaba Sergio Merka. ¿Y qué? ¿No habríamos sido todas y todos perfectos imbéciles si hubiésemos escrito “Wonderwall” y nos hubiésemos hecho ricos con ello?

Tú con tu colega

Otro tuit brillante ha sido este de Elaine Belloc: “Se han juntado antes los Oasis que tú con el colega ése que dijo que teníais que quedar”. Me acuerdo de Oasis y me acuerdo de Dani, que siempre tenía los CD antes que nadie, y de Guiller, que los tenía todos, y de que ambos “perdían” generosamente sus discos durante días mientras los copiábamos, primero en cintas y, después, en otros CD. Si no hubiésemos ido a su funeral, seguro que Guiller, con quien hice cola para ver a U2 en Donostia, habría logrado ese par de entradas que yo he perseguido esta mañana refrescando una página web. Cambia el entorno pero, en esencia, somos los mismos.

Esta columna no va de Oasis

En realidad, esta columna no va de Oasis, me he dado cuenta hasta yo: “Está bien que vuelva Oasis pero mejor sería que volviera la inocencia de la juventud”, tuiteaba la Señorita Pasternak. Esta columna va de emocionarnos con canciones y con la fantasía de volver a besar por primera vez a la chica a la que llevo besando más de 20 años. Tampoco va de nostalgia porque no me gusta. Esta columna va de reivindicarnos: le toca a la generación que siguió a los Gallagher, la única capaz mejorar un poco este mundo porque ha fumado y cantado a gritos en un bar “and so Sally can wait” y ha terminado concediendo: “Don’t look back in anger”.

Di que has estado siempre equivocado sin decir que has estado siempre equivocado

Última semana de agosto de 2024, Arnaldo Otegi “plantea un debate ‘para un gran estatus’ en Euskadi y en Navarra con una fórmula de ‘derecho a decidir pactado’”. Ay, pobre: ha estado toda la vida equivocado, exigiendo un estadito aquí y ahora, y que caiga quien tenga que caer, literalmente. Pero hay más en la nota de Europa Press: primero, que España daría el permiso, después “tendríamos que definir cuáles son los territorios de Euskal Herria, al menos en términos teóricos e históricos”. Esto es empezar la casa por el tejado o, dicho de otro modo, pedirle a España te diga hasta dónde llega tu país. Tanto sufrimiento para esto.

A tope con Yolanda

En una carta a la directora de El País, Adela Domínguez explica que con 26 años ha tenido que regresar a la casa familiar después de vivir con su pareja en Madrid durante tres años sin llegar a fin de mes. Ante esto, Yolanda Díaz, tuitea: “No son casos aislados, es toda una generación que el mercado de la vivienda expulsa y cuyo futuro roba. La transformación del país pendiente empieza por garantizar alquileres dignos y bajar precios. Hay millones como Adela que lo necesitan”. Estoy totalmente de acuerdo con la vicepresidenta española y ministra de Trabajo desde enero de 2020, es decir: ya estaba en el cargo cuando Adela intentó independizarse.

Pero

Si de algo podemos acusar a los gobiernos de coalición PSOE-Podemos y PSOE-Sumar es de gobernar mirando más a sus partidos que a la sociedad. Por eso seguimos leyendo tuits como si quien los firma no tuviera responsabilidad alguna, y seguimos viendo atónitos que sus leyes no funcionan sin que pase nada: “El precio del alquiler sube un 8,6% interanual en España en julio” (blog de Fotocasa). Aquella ley que hoy solo apoyan PSOE, Sumar y Bildu se aprobó para unas elecciones, y a estos partidos les funcionó, pero a personas como Adela Domínguez no les ha servido para nada. Esto hay que decirlo alto y claro.

Y ahora, Ábalos

Sigo estando seguro de que José Luis Ábalos no va a complicar la legislatura desde su escaño al PSOE, simplemente, porque ni al exministro ni a nadie en el partido de Pedro Sánchez le conviene que haya ruido en esa parte del hemiciclo. Pero ambos, claro, tendrán que poner de su parte para que tampoco haya más amenazas veladas del que fuera, también, secretario de organización del PSOE: “Un voto menos para la mayoría de investidura: Ábalos dice que votará a conciencia a partir de ahora y que ya no será ‘seguidista del PSOE’”, titulan (supongo que con cierto regocijo) en el digital de Pablo Iglesias, Diario Red.

Son personas

Quienes vienen en pateras o cayucos, quienes se juegan la vida intentando superar a nado la frontera entre España y Marruecos, y quienes les detienen o contienen, pero también les atienden, son personas. Aunque es evidente que algunas y algunos agentes de la policía, de la de aquí, allí y de más lejos, están mostrando comportamientos reprobables en situaciones que ya lo eran, estoy absolutamente seguro de que la mayoría sienten y viven como cualquiera de nosotras y nosotros, así que empatizo con las y los agentes que explican en Vozpópuli lo duro que es trabajar en la frontera española: “Te impresiona”. ¿Cómo no va a hacerlo?

Alto y claro

Responder con contundencia a Miguel Tellado por su intento de manipulación en el Congreso también es corrección política, aunque incluya un explícito: “Torpe, que eres un torpe”. Es más, creo que Aitor Esteban en su tuit es bastante moderado y hasta bondadoso con el calificativo que elige, porque Tellado no es torpe, es malvado: se apoya en el sufrimiento del pueblo venezolano y la persecución a la oposición política a Maduro para atacar al PSOE y, de paso, al PNV. “Venezuela os importa una higa”, resume el portavoz abertzale. Me gustan este tipo de defensas vehementes de lo que uno es y ha sido siempre.

No son comparables

Creo que hablar alto y claro es una necesidad cada vez más urgente: en la corrección, en no dar una respuesta para evitar una escalada, en el guardar las formas aunque el de enfrente no lo haga, se han apoyado los populismos de base fascista y les ha ido bien. Así que nos toca desandar el camino y señalar las tonterías que vemos. Lo hace bien Iñigo de Miguel sobre Podemos: “Uno nunca está seguro de si son su peor enemigo hasta que abren la boca, que entonces ya queda claro”. Se refiere a la comparación que hace Ione Belarra entre Venezuela y Francia, como si sus gobiernos fueran igual de democráticos y transparentes.

Un político hábil

Demos el gustazo a Ione Belarra y hablemos de Francia, donde Macron está demostrando ser un político muy hábil, dejando a la izquierda cocinarse a fuego lento para que se deshaga con facilidad y ofreciendo a la derecha alternativas que le alejan del posibilismo. Poco a poco, el centro que él representa (y que quedó segunda fuerza en las elecciones de julio, por delante de la extrema derecha) va decantándose como la opción menos problemática. Esto es lo que sucede, básicamente. Y no tiene nada que ver con lo que pasa en Venezuela, donde un régimen ataca y represalía a su oposición después de un proceso electoral sin transparencia.

Sin palabras

Aunque habitualmente tuitea con evidente sesgo y objetivo movilizador a favor de Palestina exhibiendo y, por lo tanto, utilizando el sufrimiento de su población, Daniel Mayakovski (desconozco si es un nombre real y sus intenciones verdaderas) ha escrito algo inapelable en X: “Hoy el ejército sionista volvió a bombardear 3 países a la vez, bombardeó el aeropuerto de Homs, en el centro de Siria, bombardeó la ciudad de Marjayoun, en el sur de Líbano y bombardeó Khan Younis, al sur de Gaza. A la misma vez, Israel asegura que ellos son las víctimas”. Esta es la realidad, sin populismo ni manipulación, y hay que tenerla en cuenta.

Más excluyente es su visión

No creo que el Athletic Club sea un equipo excluyente porque mantenga una filosofía concreta. Una filosofía que si algo pone en valor es la integración. Más excluyente me resulta la visión de quienes siempre andan pendientes de qué pasa en el club de Bilbao para señalar lo que sea. Por ejemplo, ante la posibilidad de que el zarautzarra Álex Padilla sea convocado por la selección mexicana ya se leen interpretaciones como esta que señalan en El Desmarque: “Qué vascos más raros tiene el Athletic”. Entonces, ¿qué es ser vasco? ¿Y quién lo decide? Yo lo tengo claro: las mentes cortitas no deben generar debates largos.

No es la Ertzaintza, es la justicia

Es la justicia la que interpreta que a quien exhibe un arma blanca solo se le puede “imputar las amenazas leves” (The Objective). Y si una o un agente de la Ertzaintza detiene a quien saca una navaja puede “recibir denuncias por detención ilegal”. Así que, sí, la judicatura ha obligado a que la Ertzaintza se vea obligada a “limitarse a identificar a los implicados y dejar cada expediente en manos de la Justicia ordinaria”. Y esto a la ciudadanía, evidentemente, le preocupa: nadie discute que las fuerzas de Seguridad necesitan la legitimidad del propio cuerpo, la sociedad, la justicia y la política para hacer su trabajo: detener a los malos.

No hay manteros sin mafias

No se trata de los manteros, se trata de las mafias que meten a estos chavales en una espiral de ilegalidad y antecedentes penales. Tenemos que hablar claro. Y no, no son heroínas ni héroes quienes protegen a los manteros, porque las que están más contentas con que la policía no pueda actuar son las mismas mafias que proporcionan las imitaciones, gestionan las zonas y recogen las ganancias. Nadie debería de estar orgullosa u orgulloso de satisfacer a estos grupos criminales que se benefician de la necesidad de los vendedores ambulantes y de una turba manipulada y dirigida que, como siempre, dice hablar en nombre de todas y todos.

Evitémoslo

Para evitar que las mafias se aprovechen de los manteros y de los generadores de conflictos a los que no les importan las personas debemos tomar decisiones: “Podemos insta al Gobierno a regularizar a medio millón de personas migrantes: ‘Se necesitan más trabajadores y menos racistas como Albiol, Alvise y VOX’” (Diario Red). Será necesario entrar en estas cuestiones y resolverlas para que nuestras sociedades crezcan y lo hagan sin manipuladores que confunden a la ciudadanía por objetivos políticos, y no humanos, precisamente. Si necesitamos a las y los inmigrantes, no podemos maltratarles ni echarlos en manos de las mafias y los “aprobetxategis” de turno.

Otro debate interesante

La policía francesa ha detenido a Pável Dúrov acusado de ser un colaborador necesario de los delitos que se cometen en la red social que creó y dirige: “transacciones ilícitas”, “blanqueo de capitales y otros delitos en banda organizada” y “prestación de servicios de criptografía”, según el comunicado de la fiscalía francesa que recogen en Genbeta. No explicita que Telegram es, además, el refugio de los consumidores de la peor pornografía (insisto, la peor). Pero más importante que todo esto es la cuestión de fondo: ¿tienen los gestores de las grandes redes responsabilidad sobre el contenido que alojan?

Corolario

Jesús Barcos resume muy bien en X (¿es Elon Musk responsable en algún grado de las barbaridades que suceden en su red social? ¿Y en qué grado?) una realidad que refulge ante noticias como la detención de Pável Dúrov: “Cuando fantaseábamos con que las redes iban a facilitarnos un ágora social, constructiva y civilizada; una inyección de pluralidad, contraste y equilibrio. Sin imaginar que a la extrema derecha, que había marcado 40 años de historia contemporánea, le serviría para reposicionar agenda”. Eso es lo que sucede: la Internet comercial es uno de los mayores problemas que deberían de preocuparnos como civilización.

Bien hecho

“FACUA lanza una web que vigila a diario la evolución del precio del aceite de oliva en seis grandes cadenas de supermercados”. Tan pronto como lo leímos en la web de FACUA lo probamos, claro, y está muy bien: no solo porque aporta información, sino también porque Mercadona, Carrefour, Eroski, Día, Hipercor y Alcampo tienen una lupa sobre el precio de sus alimentos más básicos (aceite de girasol, aceite de oliva y leche). Así, si hay oscilaciones tendrá que haber explicaciones (o por lo menos, podremos exigírselas con datos en la mano), lo que otorga cierta sensación de control a las personas consumidoras.

Para algo ya ha servido

2024 y vuelvo a ver en X diatribas recientes contra quienes quieren acabar con el anonimato en Internet. Llevo leyéndolas desde que X se llamaba Twitter y nos conocíamos (o reconocíamos) todas y todos. Incluso después de ver, como hemos visto, lo rápido que se propagan bulos como el falso origen africano del asesino en Mocejón, hay quien defiende que ese anonimato es positivo. Sí lo es, pero para la extrema derecha, esa misma que luego se rila con facilidad: “Varios difusores de bulos racistas cierran sus cuentas de redes sociales tras el anuncio de la investigación de la Fiscalía” (El Diario). Los valientes.

Ey, criptobro

“Más del 65% de las criptomonedas que se han lanzado al mercado han fracasado”, aseguran en The Objective. Solo “Bitcoin o Ethereum siguen una tendencia alcista en el largo plazo, mientras que la mayoría de criptomonedas se quedan por el camino con depreciaciones del 90 o incluso el 95%”. Un negocio “estupendo”, a todas luces. ¿Y ahora, qué? ¿Qué pasa con el dinero invertido? ¿Dónde está? ¿De verdad tenemos que creer que se ha volatilizado? Todas estas preguntas sin respuesta acaban en un único sitio: “Un desinterés generalizado por parte de los inversores”. ¿Quién querrá meter pasta en este sector si no es para esconderla?

Un mercado que ya ha cambiado

No entendí la euforia por las criptomonedas, no entiendo esa defensa cerrada al anonimato en las redes, y no entiendo por qué “Las marcas europeas de coches creían que no íbamos a confiar en el coche chino barato”. Como bien escribe Sergio Delgado en El Blog Salmón: “Estaban muy equivocadas”. Hoy día, el precio de un eléctrico europeo es, de media, el doble que el de uno chino. Así que la industria (importantísima en el continente y en Euskadi) y la UE tienen un severo problema: quienes nos han asegurado que eran fiables los componentes orientales no pueden decirnos ahora que sus productos acabados no lo son.

Mucho tienes que vender…

“Comienzan a llegar las primeras multas por vender ropa y objetos de segunda mano en Vinted y Wallapop”. Leo esto en El Economista y me sorprendo, claro. Yo que nunca he vendido nada en estas plataformas, ahora que no puedo me siento interesado, como siempre. Pero la verdad es que el titular cumple su función de llamar la atención: tienen que declarar sus ingresos quienes “hayan vendido 30 artículos o más en un año, con un importe de más de 2.000 euros en las ventas”. Y eso solo es posible si uno usa estas plataformas como tiendas encubiertas, por lo que las sanciones son absolutamente lógicas y garantistas.